Rara vez la agenda social valenciana ha estado más vacía que estos fríos días de febrero. Sólo las presentaciones falleras y la Semana de la Moda pondrán un poco de alegría en nuestros aburridos iphones. Y aún hay que dar gracias porque tal y como pintan las cosas, puede que la Semana de la Moda tenga menos futuro que Zapatero como director de una oficina de empleo.
Habrá que confiar en que alguien ponga algo de sensatez en la moda valenciana, porque talento sí que hay y lo que hace falta es apoyarlo. El proyecto de la Valencia Fashion Week ha funcionado más mal que regular y la puñetera verdad es que diez años después seguimos igual peor que cuando empezamos: la moda valenciana sigue sin proyección más allá del embalse de Contreras. Ha sido así, entre otras cosas porque Alex Vidal montó su propia asociación para desmarcarse de los grandes diseñadores, los que tienen marca y proyección, y así hacer de su capa un sayo con el dinero de todos los valencianos.
Así es que durante años, los diseñadores que podrían habernos dado proyección, estuvieron abandonados a su suerte por el Gobierno de Francisco Camps, mientras el equipo de Alex Vidal iba recogiendo para su pasarela a los diseñadores que no admitían en pasarelas menores como la 080 de Barcelona.
El intento de Alberto Fabra de poner orden repartiendo la subvención, a partes iguales, entre la asociación de Don Alex y Dimova –la de los grandes como Montesinos, Hannibal Laguna, Dolores Cortés, Elisa Palomino etc- tampoco ha funcionado.
Todo esto ha hinchado las narices de más de uno y ha llegado un momento en el que la Secretaria Autonómica de Economía, Mar Casanova, que tiene cara de buena chica, pero más genio que Curro Romero, ha dado un golpe sobre la mesa y ha dicho que o los diseñadores ponen orden en ese desastre o no habrá un duro para nadie.
Mientras tanto, los grandes diseñadores valencianos se han ido buscando la vida como han podido. Francis Montesinos sigue siendo el rey y su última genialidad ha sido montar un desfile a diez mil metros de altura. Su último desfile se llama Montesinos Fashion Tour: el estampado de sus modelos está inspirado en los edificios singulares de las grandes ciudades del mundo. Así es que ni corto ni perezoso subió a las modelos a un avión con destino a París y allí las hizo desfilar, ante la sorpresa de los pasajeros y la tripulación que no tenían ni puñetera idea de lo que iba a pasar. Y allí estaban las modelos, sobre sus taconazos de diez centímetros, tratando de mantener el equilibrio entre los vaivenes de las turbulencias del vuelo… ¡genial!
Montesinos, que pese a los palos que la ha dado la vida, nunca ha perdido su alegría y sentido del humor, bajó del avión encantado y dijo: “Siempre he querido que mis vestidos tengan vuelo.”
Bueno chicas, y mientras todo esto va pasando, nosotras en nuestra casa con nuestra mantita, que afuera hace un frío del demonio y hay que ahorrar para cuando vuelva la primavera a sonreír en nuestras ventanas.
Antes llegará la noche de San Valentín: la que todavía tenga cuerpo para estas cosas del amor, que prepare su modelito más seductor, no vaya a ser que su chico se le presente en casa con una sorpresa del tipo, vámonos a cenar al Astoria para celebrarlo y nos pille con el fondo de armario en plena crisis.
Con la excusa del día de los enamorados, Sephora también organizó un cóctel con música, cócteles, sesiones de maquillaje gratuitas y hasta descuentos especiales ¡Chicas, San Valentín va a ser nuestra salvación!