La burguesía
tradicional valenciana no vive sus mejores momentos. Lo del Banco de Valencia
ha sido un misil en la línea de flotación de sus finanzas. Pero bueno, ahora
estamos en fallas, toca desconectar y eso es lo que hicieron buena parte de las
mujeres de la alta sociedad valenciana el martes a la hora de la mascletá el
martes pasado.
Buena
parte de los apellidos bien de Valencia tenían repartidos sus ahorros en tres
cestos: los campos de naranjas, los pisos en el centro de Valencia y,
¡tachán!... las acciones del Banco de Valencia. Durante décadas su estrategia
financiera consistía en vivir de lo que honradamente ganaban con su trabajo
(médicos, abogados, arquitectos…), sabiendo que cada año llegaría un pellizco,
más o menos grande, con la venta de las naranjas. Con lo que se sacaba de la
cosecha se renovaba lo que hubiese que renovarse: el coche, la reforma de la
casa, el piso para los hijos, la boda de la niña… Y buena parte de lo que
sobraba de todo eso se invertía, año tras año, en acciones del Banco de
Valencia. Ahora el panorama es el que es: los campos cada vez valen menos, los
pisos no hay quien los coloque y las acciones del Banco han acabado donde acabarán
las fallas dentro de diez días. Así es que el desastre ha sido mayúsculo para
las arcas de los apellidos que habitan el ensanche y el centro de Valencia.
Lo que
parecía inamovible se ha movido, lo que parecía un paradigma de la seguridad
financiera ha acabado esfumándose. Por eso se dice que ahora el dinero ya no
está en la calle de las Barcas sino en los polígonos industriales, donde algún
que otro hábil empresario mantiene una empresa rentable.
Con ese
panorama llegan las fallas de 2013, que este año más que nunca podrían
materializar la simbología de quemar el pasado y empezar de nuevo con la vista
puesta en el próximo año. Y las fallas
para buena parte de las mujeres de la alta sociedad valenciana, afectada o no
por el maremoto financiero, empezaron el martes pasado en el Ateneo de
Valencia. Allí fueron, a ver la mascletá y comer, más de trescientas mujeres
titulares de los apellidos valencianos más conspicuos, convocadas por María
José Albert con la noble excusa de echar una mano a la Fundación Valenciana
para la Neurorehabilitación –Fuvane-.
La
lista de la distribución de las mesas ya evidenciaba el poderío reunido y al
entrar al salón, os lo podéis imaginar:
trescientas cuarenta mujeres juntas, sin más hombres que los camareros y los
tunos que amenizaban la fiesta. Mujeres de toda edad y cuna: altas, bajas,
mayores, jóvenes, solteras, viudas, casadas, separadas, aspirantes a estarlo (casadas,
digo, que no separadas, aunque también).
María José
Albert pensaba que la convocatoria tendría éxito pero no tanto, ¡trescientas
cuarenta mujeres! Junto a María José Albert, las autoras de la proeza son Susana
Perez-Manglano, Mayayo Gómez -Lechón, Amparo Moreno, Pilar Pons, Santi Aguilar, Begoña Ciscar y Beli Botella. La capacidad de convocatoria de estas mujeres no
tiene rival, seguro que más de una empresa las fichaba para el departamento de
marketing.
A la
comida fueron Cuchita Lluch, Paloma y Cristina Serratosa, Mª José Solaz, Marta
y Susana Pérez-Manglano, Beatriz Pechuán, Marisa Martínez-Medina, Irina
Manglano, Rocío Andrés, Esther Barrera, Margarita e Isabel Gómez-Ferrer, Carmen
de Rosa, la hermana de Fernando de Rosa y futura presidenta del Ateneo.
Mujeres
de poderío, como Amparo Lacomba, que ayer noche recibió un premio de la Plataforma
de Mujeres Empresarias de Alicante, y Rosa Morera, que la semana pasada invitó
en Max Mara a sesiones de maquillaje de la firma Mac. Verónica, la
maquilladora, es una artista y te deja la cara como la de una quinceañera,
luminosa y sin que parezca que vayas maquillada.
A la
cita en el Ateneo acudió también la mujer de Juan Roig, Hortensia Herrero,
Elena Bordills, Amparo Picó, Fina Valera, las hermanas Cañamás, Ana Colomer,
Amalia de Gregorio, Belén Corell, Mª Ángeles Fayos, del teatro Olympia, la
encantadora María José Navarro y también las hermanas Fitera, Blanca y Laura,
que ayer casó a su hija por todo lo alto.
Al
acabar la comida, Mª José Albert dio las gracias y dijo que con el apoyo de
todas habían desbordado todas las expectativas, y dio las gracias por ayudar a
una función que trabaja para que la vida de los niños y de sus padres sea un
poco más fácil.
1 comentario:
Me encanta el articulo!
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