martes, 7 de mayo de 2013

Rastrillos y mercadillos

Como las ventas están más bajas que una acción de Bankia, hay que echarle a la vida imaginación para levantar el ánimo del consumidor y sacarle las cuatro perras que Montoro le ha dejado en el bolsillo. Por ejemplo, un día estás en tu casa, frente a tu armario, viendo una y mil veces la ropa que cuelga de la percha y que ya tienes más vista que el torso peludo de tu marido: aquel que antaño te parecía una oda al erotismo y que ahora apartas a codazos para que te deje dormir. Miras las faldas, las camisas y las chaquetas y dices, pero qué harta estoy de vosotras, ojalá pudiese cambiaros a todas.


Pues he aquí que alguien ha inventado “De armario a armario”: tú dejas la que ya no utilizas y a cambio te llevas la que otros ya no se ponen, ¿a que es genial? Dice su promotora, Mariola Marcet, que se le ocurrió esta idea porque tenía muchas prendas sin poner prácticamente nuevas y porque siempre le había divertido compartir ropa con amigas o usar la antigua de su madre. “Inicialmente pensamos en cambiar directamente una prenda por otra, pero como es difícil coincidir en talla, vimos que era mejor canjear la ropa por puntos, para poder comprar otras prendas con ellos”.

Dicho y hecho. La próxima edición, ya van por la sexta, será en Boix Cosmetics, en Pascual y Genís. Las que quieran participar, pueden dejar la ropa los días 6 y 8 de mayo y el intercambio será el próximo sábado y domingo, de 5 a 9 de la noche.

Arantxa Botella fue de las pioneras en esto de la compraventa de ropa. Su rastrillo de la calle del Mar es un paraíso para las fashionistas con bajo presupuesto: tienes pradas, marnis, guccis, bolsos de Miu Miu… vamos, que media Chapeau acaba en el rastrillo de Arantxa, zapatos incluidos. Claro que no es lo mismo ver la ropa nuevecita, colgando espaciosa en ese espacio tan cuidado que es Chapeau, que verla usada y apelotonada como en un vulgar mercadillo. Pero, en fin, son cosas de nuestro tiempo. Por cierto, Chapeau sigue ahí, aunque para muchas sea ya casi como un sueño de la infancia. Pero hay que pasarse de vez en cuando por allí porque es como hacerlo por un museo de arte moderno, puedes ver los vestidos de Jil Sander, que por fin ha vuelto a diseñar para su firma y son la perfección de la línea, el corte y el tejido. O la última colección de Prada inspirada en Japón, con sus flores de ikebana cosidas a mano, capaces de emocionar tanto como una obra de arte contemporánea.

Si los rastrillos se están poniendo de moda, los mercadillos ya ni te cuento. La semana pasada, abrió uno en el Casino de Agricultura y este finde otro en la planta baja del Mercado de Colón. El primero se bautizó como Woman Shopping y a juzgar por el éxito seguro que repite. El del Mercado de Colón, instalado en la planta baja, ya va por su sexta edición, se llama Cool Market y lo organizan María Noguera y Paula Alcón. Puedes encontrar ropa de niños, vestidos y camisolas ibicencas, cestas de paja decoradas, collares, tocados, abalorios, bolsos tejidos a mano y tomar un aperitivo de Cocotte, el catering de Bárbara y Paula Jiménez de Laiglesia.

A los comerciantes los mercadillos les gustan lo justo, porque argumentan que compiten sin tener que mantener un local abierto todo el año, con sus impuestos, sus inspecciones y su personal, pero lo cierto es que seguirán abriendo porque son entretenidos, te pueden solucionar un domingo ocioso y encima tienen ese aire hippie ibicenco que tan de moda están poniendo las aristócratas. Ahí tienes a Tatiana Santodomingo, la futura nuera de Carolina de Mónaco, a la que le encanta vestir con ropa bohemia que parece sacada de los piriguachis. Si encima, lo que venden es barato, pues ale, mercadillos a tutiplén.

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