En el chiringuito xabiense de moda, el Montgo di Bongo,
servidora y un grupo de amigas tuvimos una discusión propia de un grupo de
atenienses en la época socrática. Queríamos averiguar qué le está fallando al
verano, por qué está tan soso. No es que no haya fiestas, que haberlas haylas,
pero hay datos objetivos que corroboran nuestra tesis: menos barcos en las
calas, para regocijo de la gente de Xabia de toda la vida; menos problema para
reservar mesa en los restaurantes, excepto en Cala Bandida que este año es el
no va más; menos whatsapps proponiendo planes. Y allí, gin tonic va, gin tonic
viene, empezamos a filosofar: ¿será la crisis?, ¿será que nos hacemos mayores?,
¿será que todo el mundo está un poco plof?, ¿será sólo una casualidad de este
verano?, ¿será que no será nada?.
La tarde avanza, los gin tonics se agotan, y hay que empezar
a volver a casa porque esta noche (ayer) hay una fiesta en Casa Santonja, en
Beniarbeig, y es sabido que allí estará “todo Javea”, osea que hay que ponerse
monísimas de la muerte. Este año la fiesta la organiza Carlos Gadea, de los
Gadea de toda la vida, emparentados con los Santonja de toda la vida y
propietarios de una de las mejores casas la zona; esa con palmeras y una
torreta que queda al lado de poniente de la A-7 y que cada vez que pasas
piensas: ¡jo pe!, ¿por qué no seré yo la biznieta del señor Santonja, aquel que
trajo la luz a Denia, y así ahora sería la dueña de esa casa?. Luego giras la
cabeza y ves a tu marido conduciendo y piensas: bueno, tampoco está tan mal
nuestro apartamentito alquilado de sesenta metros con tres habitaciones como
tres hermosas cajas de cerillas.
Pero nosotras seguimos allí, en el Montgo di Bongo, buscando
respuestas. Sólo sabemos, que nada sabemos, quizás todo sea sólo un producto de
nuestra imaginación y este verano esté siendo igual de animado que el resto y
nosotras estemos buscando una respuestas a una pregunta absurda: pensamos,
luego existimos..., ¡Camarero, tráiganos el último gin tonic!
Se hace el silencio. De pronto, una dice: “¡Nos faltan las
oligarquías!”. Silencio, la miramos todas, ¿qué ha dicho?, no se sabe, pero da
igual lo importante es que da para seguir filosofando media hora más. Que se
chinchen los maridos, desconectamos los móviles y vamos a analizar la idea con
el rigor que merece.
Sí, el caso es que en Valencia no hay famoseo del corazón y
es sabido que a una fiesta le da empaque que aparezca por allí alguien que de
vez en cuando aparece los medios de comunicación. Como por aquí no viene la
Duquesa de Alba, Kate Moss, Ana Obregón ni ningunon de los tropocientos hijos
de Isabel Presley, nuestro famoseo se reduce a la oligarquía local compuesta
fundamentalmente por políticos, conselleres, empresarios y algún que otro
apellido burgués siempre vinculado a la pomada política. El problema es que
todos ellos están agazapados en sus casas: unos porque están imputados en algo,
otros porque pueden estarlo, otros porque son amigos de uno que lo está, otros
porque alguien les ha dicho que quizás algún día lo estén. El caso es que todos
han decidido desaparecer de la escena pública veraniega. Si por alguna de
aquellas, hay por ahí alguno que esté tranquilo, también ha decidido pasar
desapercibido no vaya a ser que le acusen de insolidario, o lo que es peor, que
en plena juerga alguien se les acerque con cara de cabreo y les exija el pago
de las facturas que guardan en el cajón desde hace dos años.
¡Eureka!, lo hemos encontrado. Podríamos escribir un ensayo:
“De como el descrédito de la clase política arruina la vida social de un
pueblo.” Habrá una segunda parte, “De cómo reemplazar a esa oligarquía que se
aferra cual lapa a su posición”, claro que eso da para mucha, mucha, filosofía.
Tendremos que quedar otro día, que nos tenemos que ir a Beniarbeig a cenar el
catering que nos ha preparado Paula y Bárbara Jiménez de la Iglesia. Allí van a
estar, entre otros, Bego Blanes y Javier
López, Pablos Landecho, María Cosín, Chimo Iborra, Begoña Calomarde, Patricia
Montoro y Manolo Peris, Fernando Trenor y Gema Calatrava, César Villalonga,
Cuca Gadea y Rafa Montañés y Javier Torrubia y María José de la Huerta. Y así
hasta trescientos cuarenta invitados de gente de Valencia y Alicante.
Quizás mañana nos olvidemos del ensayo, al fin y al cabo:
¡qué demonios, siempre habrá una razón para correrse una juerga!
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