lunes, 12 de agosto de 2013

Terapias veraniegas

Andaba yo más aburrida que un paparazzi en el Vaticano, hartándome a saltarme la dieta y pensando en lo soso y apagado que está el verano, cuando sonó el pitido que utiliza mi móvil para anunciar la entrada de un mail. Tirada en la tumbona, cambié el trozo de panquemado de mano y cogí el móvil de mi capazo ibicenco. De pronto leo que la Clínica Sha Wellnes recomienda como tratamiento estrella para este verano la hidrocolonterapia. No es cosa baladí, porque los tratamientos de Sha Wellnes son una referencia en medio mundo. Mi conciencia, cargada de culpa, respondió obligándome a seguir leyendo: “venga bonita, haz caso que te estás poniendo echa una foca”. Así es que seguí leyendo y, uff, me quedé muerta, resulta que el tratamiento consiste en meterte veinte litros de agua por donde la espalda pierde su honesto nombre. ¡Dios mío, más cargo de conciencia!, mientras yo me entrego al placer mundano de la gula, hay gente por ahí que hace esas cosas en verano y claro, a ver luego quién compite con ellas a la hora de ponerse unos vaqueros el próximo otoño.
Al final me acabé el panquemado y para rematarlo me tomé un gintonic. Pero desde entonces no me lo quito de la cabeza, habrá que probarlo porque dicen que desde la primera aplicación se obtiene “una notable sensación de bienestar y ligereza orgánica”, y a partir de la tercera sesión debes de sentirte como en el Nirvana. Para más inri, dicen que al eliminar toxinas se rejuvenece la piel..., vamos que eso de la hidrocolonterapia es la repera.
Por si alguna se siente tentada, Sha Wellnes está El Albir, cerca de Benidorm y es uno de esos hoteles que hay en La Marina que echan por tierra el mito de que la Comunidad Valenciana sólo cultiva el turismo de chanclas y litronas. Es junto con Villa Gadea, Altea Hills, Montíboli y Asia Gardens, de lo mejorcito que hay en hoteles de ocio en toda Europa.
Lo que cuesta entender es por qué teniendo hoteles como esos y el trozo de costa más espectacular de la costa peninsular Mediterránea nuestros veranos anden tan escasos de famoseo y realeza. Quizás nos falte marketing, quizás nos falten alcaldes que se preocupen más de atraer a famosos del mundo de la prensa rosa, de esos que llenan portadas de periódicos, que a hacer PAIs y edificios que cabreen a los ecologistas de Greenpace.
Claro que para disfrutar esto como Dios manda lo suyo es hacerlo navegando. Hay que tener un barco o amigo que lo tenga y dedicar el día a perderse entre Xàbia y Moraira. Además, tal y como están poniéndose las cosas con Gibraltar, nos vendrá bien a todas familiarizarnos con las artes naúticas, no sea cosa que tengamos que ir al Peñon a echar un mano. Ya me veo organizando una flota de barcos salidos del puerto de Xabia rumbo a las aguas de Gibraltar a plantarle cara a esos británicos estirados: iríamos nosotras en la proa, armadas con nuestras gafas de sol de Moscot, nuetros pareos kikoy y nuestros bikines de Dolores Cortes. Y nos plantábamos allí, frente a la Roca desafiando a los soldados de la Royal Navy, con nuestras miradas coquetonas en plan: “venga guapo, atrévete a hacernos algo”. Como la flota saldría de Xabia, podríamos llamarla la Osea, así el titular podría ser “la Royal Navy se rinde ante la Osea”.

Coñas aparte, el verano se presenta tranquilo. Fernando Aliño llenó su fiesta de bienvenida del veranos xabiense en La Hacienda. Las hermanas De Miguel también dieron la suya en su casa del centro histórico de Xabia. Esta semana hay poco más, la que viene puede que vuelva a animarse. Mientras tanto no hay más que recurrir al plan de siempre: vida familiar en la piscina o en la playa por la mañana, desidia por la tarde y unas copitas por la noche. De madrugada, en ayunas, la que se anime, ya sabe: veinte litros de agua por ahí y como si no hubiera pasado nada.

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