lunes, 19 de agosto de 2013

Volvió la vida a La Hacienda

Vas en el coche con tus hijos adolescentes. Ellos se han aprovechado de que tú estás pensando en tus cosas para elegir la música. Ya es la quinta canción de electro latino que te tragas, con sus letras calentorras y su ritmo machacón: entre rapero y bakaladero duro. Te acuerdas de hace treinta años, cuando eras tú la que ponías a U2 o a los Simple Minds y tu madre te decía que ya estaba harta de oir a aquellos perros ladrando y ponía una cinta de Julio Iglesias o de Camilo Sexto. Tú entonces prometiste que a tí nunca te pasaría eso, que tú evolucionarías con tu tiempo y sabrías conectar con la música de tus hijos. Pero, ¡jo pe!, es que no hay quien aguante esta tortura, todas las canciones te suenan igual, con sus letras irreverentes y sus ritmos más o menos raperos. Llega la siguiente, y ya desistes, cambias la emisora y tu hija salta como trueno: “¡No!, no me quites esta que es buenísima”, callas y le das otra oportunidad, pero suena más de lo mismo. No hay quien lo aguante, tienes que admitirlo, eres una réplica de tu madre... ¡Vale, de acuerdo, lo admito soy una carca como mi madre, pero, por el amor de Dios, quitad a este Juan Magán de una puñetera vez!
Menos mal que siguen ahí las fiestas remember, que sirven para recordarte que no estás sola, que toda tu generación está como tú, ahíta del chunta-chunta latino y manteniendo las ganas de darle un meneo a nuestras todavía ágiles caderas. Esas fiestas tienen un chute de autoafirmación, la constatación de que seguimos ahí, de que nuestros todavía esbeltos tobillos son capaces de aguantar un par de saltos (no muchos más) cuando pinchan Don't You.
El viernes, buena parte de los desidiosos padres que veranean en Xàbia se corrieron una juerga a la vieja usanza en La Hacienda: la mítica discoteca que lleva ahí, en la carretera entre Xàbia y Denia, más de treinta años y que conoció las glorias de nuestro tiempo. Ahora está de capa caída por los vaivenes de las modas y porque somos más sensatos y preferimos ir a sitios en los que no tengamos que conducir para volver a casa, así podemos bebernos hasta el agua de los floreros. La fiesta la montó, por tercer año consecutivo, Caco Monsell, un histórico de la noche valenciana, con Menchu Roldán y Cristina Griñón. Caco la bautizaró como “satisfaction” en honor a los Rolling. No deja de ser una réplica de la que monta Pacha en Ibiza con el nombre de  flower-power con música de los sesenta y setenta. Pero hay una diferencia, en Ibiza hay más famoseo de photocall y gente de allende fronteras, y la de Xàbia, como todo lo que pasa por aquí, es mucho más local. Además, dice Monsell que hay otra diferencia: a la fiesta de Pachá va gente de la edad de nuestros hijos, a veces acompañando a sus padres, cosa que aquí no pasa. Claro, que no sé qué deciros, porque no me acabo de ver yo en una discoteca con mis hijos: hay cosas que es mejor no ver, y fráncamente ver a mi niña tonteando con un chaval de pantalones caídos, que enseña los gallumbos por la cintura, es un sufrimiento que me puedo ahorrar. Claro que el de los gallumbos bien podría ser mi hijo que mira que le ha dicho su padre veces que se suba el pantalón, pero el tío como quien oye llover, y en casa ya hemos desisitido. Y puestos a ahorrar sufrimientos, tampoco tiene porqué la niña ver a su padre haciendo el macarra simulando que toca la guitarra al ritmo de Sunday Bloody Sunday

Los Djs de la fiesta satisfaction no sólo pincharon U2, Depeche Mode o Simple Minds, también grupos de los setenta como los Doors, Janis Joplin o Nancy Sinatra, hasta acabar con los éxitos de Mecano.

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