Imagínate que días antes de tu boda, aparece tu padre en
casa y te dice: “toma, la lista de invitados que ya han confirmado”. Tú echas
una ojeada y ves: la Duquesa de Alba, con su marido, Isabel Preysler con tres
de sus hijos, Curro Romero con su señora, Cayetano Rivera Ordoñez, Tomás Terry,
Jaime Peñafiel, José Bono, Michael Fawcett (que de entrada no te dice nada,
pero en cuanto preguntas te dicen que es el secretario del Príncipe de Gales),
Carlos Baute… No sé, pero supongo que te
debe de entrar un no sé qué por todo el cuerpo. Miras a tu padre y le dices:
“Papá, ¿saldrá todo bien, verdad?”
Pues sí, salió todo bien. María Colonques y Andrés Benet se
casaron el viernes en la Iglesia de Vila-Real. El vestido de la novia fue obra
del libanés Elie Saab, el mismo que viste a Rania de Jordania en las grandes
ocasiones, un modisto que trabaja con
tejidos y bordados de lujo y defiende la elegancia sin estridencias. A Vila-Real asistieron seiscientos cincuenta
invitados que luego se trasladaron al Palau de Les Arts de Valencia. Los que
vinieron de fuera se alojaron en el hotel Las Arenas.
No quiero ni imaginar el esfuerzo de logística que supone
trasladar de Valencia a Vila-Real y vuelta a seiscientos cincuenta invitados,
entre ellos la Duquesa de Alba, Isabel Preysler o Michael Fawcett. Si para unos
novios la preparación ya supone un quebradero de cabeza, la de María Colonques y
Andrés Benet necesitaba de un ejército de colaboradores para que todo saliera a
la perfección. Solo para las flores
estuvieron trabajando 16 personas un día entero.
Para organizar todo este despliegue, los novios contaron con
la ayuda de las hermanas Lorena y Rosana Oliver, de Araventum. Ellas se
ocuparon de la decoración floral, el mobiliario, la iluminación, los centros de
mesa, las azafatas y hasta el protocolo y distribución de mesas, que ahí es
nada, a ver con quién sientas tú a Jaime Peñafiel, a Curro Romero y a José
Bono.
La elección del Palau de les Arts también tenía su riesgo.
El edificio es impresionante, pero el interior, por sus dimensiones, resulta
frío para una boda. Para hacerlo más acogedor, el recinto se llenó con olivos,
buganvilias, laureles, un montón de árboles situados estratégicamente dentro y
fuera de la sala donde cenaron. El Palau es tan grande y con esos pasillos tan
enormes que los árboles y las velas le dieron calidez.
Todo el edificio se cubrió de moqueta, incluso ascensores y
montacargas, y se iluminó en tonos azules y dorados, color tórtola. De la
decoración floral se ocupó Fernando Alfaro Cañamás, de La Tartana. El camino
hacia el Palau, atravesando los lagos, se delimitó con ochenta árboles en
maceteros forrados de tela de saco cruda y peceras de cristal con velas
flotando en agua. De cada árbol colgaban velas que daban una iluminación muy
especial. Otros maceteros se llenaron con grandes flores de follaje en tonos
oro y plata: magnolio, eucaliptus, prunus, sobre los que destacaban las hortensias.
Después del cóctel en el jardín, los invitados (ellas de
largo y muchos de chaqué) pasaron al vestíbulo principal del Palau para la cena.
Entre otros, Tamara Falcó, Ana Boyer y Julio José Iglesias, la actriz Amaia
Salamanca, con su novio Rosauro Varo, el guapísimo Andrés Velencoso, que vino
sin Kilye Minogue, el torero José María Manzanares, Tomás Terry con su mujer
Teresa Pyckman, y los empresarios Fernando Roig y Héctor Colonques, tío de la
novia, con su mujer Ana García Planas.
Mientras entraban, un cuarteto de música interpretaba piezas
clásicas. Sobre las mesas redondas, con nombres de óperas (homenaje al Palau de
les Arts), se dispusieron centros de tres tamaños distintos, entre uno y dos
metros, con follaje verde y blanco, hortensias y flores pin pón blancas, las
preferidas de María Colonques (son como crisantemos redondos) y bolitas blancas
con velas de cristal.
La cena, preparada por Gourmet Paradís, terminó con una
fiesta en la sala del restaurante los toros y la terraza de las palmeras del
Palau, donde actuaron Brequette Shane y el cantante Carlos Baute.
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