Las cuarentonas valencianas somos hijas de nuestros padres, nuestro tiempo y de El Corte Inglés; crecimos en sus escaleras porque nuestras madres no salían de allí, cuando no tenían otra cosa mejor que hacer, simplemente se iban al Corte Inglés y nos llevaban a nosotras detrás. Así es que nos fuimos haciendo mayores; las regañinas de mamá porque nos estuviésemos quietas, se transformaron en broncas dentro del probador por el largo de la falda o el color de las medias. Y seguimos creciendo, hasta que un buen día nos vimos en la sección de caballeros; ¿qué hacíamos allí?, lo mismo que hizo mamá: comprar los pijamas de papá, ahora para nuestro chico.
En todo ese largo proceso, ha habido siempre un punto de descanso: la cafetería de El Corte Inglés: punto de encuentro con tus amigas de BUP y de avituallamiento en más de una tarde cansina de compras. Era ruidosa y la decoración muy de la época de María Jesús y su acordeón, aunque nunca habías reparado en ello, pero lo harás cuando vuelvas y veas lo que han hecho con ella. Ahora es un espacio más amable con maderas claras, diseños nórdicos, iluminación suave y ambientes distintos para romper el ruido de las conversaciones. Una monada.
Pero lo mejor es la terraza. En cuanto la ves, piensas, pero Dios mío, ¿dónde ha estado hasta ahora esta terraza?, ¿qué hacíamos nosotras ahí dentro, teniendo aquí estas vistas? Lo cierto es que era una zona de paso para acceder al comedor del persona. Ahora es una de las terrazas más agradables de la ciudad, con jardín y sillones blancos puedes desayunar del sol mediterráneo mientras tomas un café, comes con las amigas te tomas un gintonic, sin más ocupación que contemplar el cielo de la ciudad. Por no hablar de los días de fallas viendo la mascletá. La terraza estará abierta todo el año, en invierno tendrán placas de calor radiante, y todos los viernes habrá afterwork con actuaciones en directo.
Se inauguró el viernes con jamoncito, vino y música en directo de Nacho Mañó y Gisela Renes, del grupo Canto Rodado. No ha sido el único sarao del Corte Inglés esta semana. El miércoles abrió un espacio efímero dedicado a la decoración en la calle Caballeros 38 (como un Casadecor) y se trajo a un montón de periodistas de Madrid con el reclamo de Blanca Cuesta como madrina del evento.
Estuvo en la inauguración Hortensia Roig, el torero Vicente Barrera, la presidenta del Palau de la Música Mayren Beneyto, el Alcalde de Villamarxant, Vicente Betoret, y su mujer Cristina Aparici, Nacho Gómez-Trénor, la directora general de Comercio Silvia Ordiñaga, la presidenta de Unicef Valencia, Nidita Guerrero, la diseñadora Presen Rodríguez, y su hija, Isabel Cosme, el gerente de Bodegas Hispano-Suizas Pablo Ossorio, el director regional de El Corte Inglés Juan Sabater, la interiorista Verónica Montijano y el chef Ricard Camarena, que preparó el cóctel, con su mujer Mª Carmen Bañuls.
La semana dio para más saraos. El jueves se inauguró la exposición “Herederas de las majas de Goya” en la Fundación Bancaja, con su presidente Rafael Alcón como anfitrión. Asistió el president Fabra, Blanca Pons Sorolla, el presidente de las Cortes, Alejandro Font de Mora, Mayrén Beneyto, Felipe Garín, Paz Olmos, Vicente Colom, Paco Caparrós, David Lladró, Lucrecia Benlliure, Nathalie de Weerdt, Mar Casanova, Sedi Casanova, Carmen Girona, Maity Moroder, María Muñoz Peirats y Paula Alcón.
Y ese mismo día, con el termómetro marcando 30 grados a las diez de la noche, el Westin organizó un desfile de boda en su jardín con vestidos de Luis Rocamora y Valentín Herráiz, joyas de Argimiro Aguilar y ropa de ceremonia de Alfredo Esteve. Alfredo estaba empeñado en demostrar que el hombre también puede innovar, por eso sacó chaqués grises, pantalones con vuelta y chaquetas cortas y entalladas, camisas con pechera, capa española y hasta un chaqué blanco, que según el maestro Antonio Puebla no se puede llevar en una boda, salvo que sea una boda gay y lo lleve la novia.
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