¡Ayyyy, que ilusión!, siempre he querido ser como Mariñas y hacer crónica rosa de la gente vip, pero de los vip, vip, de verdad. Vamos, que siempre me ha chiflado la idea de hablar de Letizia y su santo esposo, Don Felipe, y contar a voz en grito chorradas intrascendentes del tipo “es una chica de lo más normal… fíjate, preguntó la hora por que se le había parado el reloj” o “…es majísima, de verdad, nunca imagine que fuese tan sencilla. “Me ha dado la mano como si me la hubiese dado, no sé, la farmacéutica de Picassent.”
Bueno, pues les cuento. Quiso la vida que el miércoles, durante su visita a Valencia, yo estuviese en el nuevo edificio de la Cámara de Comercio y allí les vi. Y ¿saben?, tengo una amiga que se llama Aita y que se había quedado un poco al margen de todo el mogollón de gente que fue a saludarles. Pues, fíjense que cuando ya se iban, el Príncipe se acercó y le dijo “… a ti no te he saludado ¿verdad?”. ¿Qué les parece, el memorión de Don Felipe? Vamos, Aita es una chica muy mona, pero no creo que Don Felipe estuviese esa mañana para coqueteos, así que más bien me parece que él sabe perfectamente a quién ha saludado y a quien no. Por cierto que mi amiga sólo acertó a contestar… “pues no”.
Pero, calla, calla, que aún sé más cosas. Resulta que Doña Leitizia se acercó a otra trabajadora de la Cámara de la Comercio y le preguntó dónde estaba antes la sede, a lo que la chica le dijo “En Poeta Querol”, y la Princesa, pásmense, le contesta… “más céntrico, ¿verdad?”. Fíjate, tú, ¿cómo sabría ella que Poeta Querol está más céntrico que la calle Jesús?
De verdad, gente de lo más normal. Estuvieron encantadores y vieron el nuevo edificio de la Cámara de arriba abajo, que por cierto es una pasada. En el vino de honor, los dos estuvieron de lo más integrados y a partir un piñón con Arturo Virosque y otros empresarios. Pero, no crean, no, que también se acercaban a los trabajadores y se dejaban hacer fotos con el móvil. Y la gente como loca por acercarse, no así la vicepresidenta Fernández de la Vega, ¡¡¡ayyy!!!!, será muy buena como vicepresidenta, pero sequita, mira que es seca esa mujer.
En cuanto a los modelitos, la Princesa se cambió de ropa un par de veces (el Príncipe también, pero sus cambios de corbata no interesan para nada). Por la mañana, en la inauguración de la sede de la Cámara, Letizia llevó un abrigo rojo granate de tejido rígido. Un poco serio, a pesar del color. Menos mal que la coleta le quedaba muy juvenil. ¡Como si se la hubiera peinado ella! -comentaban las mujeres. El maquillaje, suave, y muy pocos complementos, un bolsito de mano con cadena, de esos que suele llevar ella, y unos buenos taconazos.
Después de descansar en un hotelito del centro, los príncipes se cambiaron para la inauguración de la exposición de Sorolla y la Cena de Premios Cámara; ella eligió un vestido de cóctel negro con falda a flecos, medias negras y sandalias peep toe (o sea, con los deditos al aire). Como la noche era fría, llevó encima un chal de piel negro. Para compensar el escote cuadrado, se puso un pedazo de colgante que tenía toda la pinta de ser joya de la Familia Real. ¡Que suerte tener un fondo de joyas para elegir! La Princesa no tuvo tiempo de cambiarse para la cena de Premios. Lo mismo le pasó a la Alcaldesa, Rita Barberá, que repitió con un sastre de seda color champagne que le quedaba estupendo.
Bueno, y me queda por contar que los guardaespaldas de los Príncipes causaron sensación entre las mujeres. Hasta alguna se sacó foto de recuerdo con un armario de hombre. Vamos, que se lo pasaron pipa. ¡Esto de las visitas reales se tendrá que repetir más a menudo!
Bueno, pues les cuento. Quiso la vida que el miércoles, durante su visita a Valencia, yo estuviese en el nuevo edificio de la Cámara de Comercio y allí les vi. Y ¿saben?, tengo una amiga que se llama Aita y que se había quedado un poco al margen de todo el mogollón de gente que fue a saludarles. Pues, fíjense que cuando ya se iban, el Príncipe se acercó y le dijo “… a ti no te he saludado ¿verdad?”. ¿Qué les parece, el memorión de Don Felipe? Vamos, Aita es una chica muy mona, pero no creo que Don Felipe estuviese esa mañana para coqueteos, así que más bien me parece que él sabe perfectamente a quién ha saludado y a quien no. Por cierto que mi amiga sólo acertó a contestar… “pues no”.
Pero, calla, calla, que aún sé más cosas. Resulta que Doña Leitizia se acercó a otra trabajadora de la Cámara de la Comercio y le preguntó dónde estaba antes la sede, a lo que la chica le dijo “En Poeta Querol”, y la Princesa, pásmense, le contesta… “más céntrico, ¿verdad?”. Fíjate, tú, ¿cómo sabría ella que Poeta Querol está más céntrico que la calle Jesús?
De verdad, gente de lo más normal. Estuvieron encantadores y vieron el nuevo edificio de la Cámara de arriba abajo, que por cierto es una pasada. En el vino de honor, los dos estuvieron de lo más integrados y a partir un piñón con Arturo Virosque y otros empresarios. Pero, no crean, no, que también se acercaban a los trabajadores y se dejaban hacer fotos con el móvil. Y la gente como loca por acercarse, no así la vicepresidenta Fernández de la Vega, ¡¡¡ayyy!!!!, será muy buena como vicepresidenta, pero sequita, mira que es seca esa mujer.
En cuanto a los modelitos, la Princesa se cambió de ropa un par de veces (el Príncipe también, pero sus cambios de corbata no interesan para nada). Por la mañana, en la inauguración de la sede de la Cámara, Letizia llevó un abrigo rojo granate de tejido rígido. Un poco serio, a pesar del color. Menos mal que la coleta le quedaba muy juvenil. ¡Como si se la hubiera peinado ella! -comentaban las mujeres. El maquillaje, suave, y muy pocos complementos, un bolsito de mano con cadena, de esos que suele llevar ella, y unos buenos taconazos.
Después de descansar en un hotelito del centro, los príncipes se cambiaron para la inauguración de la exposición de Sorolla y la Cena de Premios Cámara; ella eligió un vestido de cóctel negro con falda a flecos, medias negras y sandalias peep toe (o sea, con los deditos al aire). Como la noche era fría, llevó encima un chal de piel negro. Para compensar el escote cuadrado, se puso un pedazo de colgante que tenía toda la pinta de ser joya de la Familia Real. ¡Que suerte tener un fondo de joyas para elegir! La Princesa no tuvo tiempo de cambiarse para la cena de Premios. Lo mismo le pasó a la Alcaldesa, Rita Barberá, que repitió con un sastre de seda color champagne que le quedaba estupendo.
Bueno, y me queda por contar que los guardaespaldas de los Príncipes causaron sensación entre las mujeres. Hasta alguna se sacó foto de recuerdo con un armario de hombre. Vamos, que se lo pasaron pipa. ¡Esto de las visitas reales se tendrá que repetir más a menudo!
4 comentarios:
Bego! Coincido con Uma en que eres mejor que Mariñas. Fantástica crónica, repleta de detalles e información impagable. Eres un filón, y te quiero agradecer tu nominación, MUCHÍSIMAS GRACIAS. En breve tendré un blogroll como Dios manda, con tu blog al frente (fácil porque empieza por la A...). Un beso fuerte y hasta pronto, Eva.
Gracias chicas!
Me encanta tu crónica! Y eso que no soy nada de prensa rosa; si fueran todos como tú, me enganchaba ya.
Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que dices, qué manía tiene la gente con lo de "es tan normal". Pues claaaro, qué se esperaban, que tuviera tres cabezas?
Espero que lo pasaras bien.
Gracias Loca. Lo pasé... bueno, sin más.
Besos!
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