Una conocida señora de la alta sociedad valenciana, excesiva en su forma de vestir, le decía en una ocasión a una amiga: “Mira, Mª Paz, si yo me vistiera igual de mona que tú, parecería la cocinera”. Quería decir que con su físico, o era excesiva o nadie se fijaría en ella. Y esa máxima la cumple a rajatabla, vamos, que tan pronto se pone un floripondio en la cabeza que se planta un pedrusco de brillantes de quitar el hipo. ¡Sin complejos!
Me acordé de esa anécdota la semana pasada, en una tertulia en Radio 9 con Agatha Ruiz de la Prada y Dolores Cortés. Agatha vino el jueves a Valencia invitada por Dimova, la asociación donde están Francis Montesinos, Presen Rodríguez, Miquel Suay, Juan Andrés Mompó, Javier Villajos o la propia Cortés.
Agatha habló de sus recuerdos de Valencia en los años ochenta, una ciudad muy creativa, llena de gente que se atrevía con todo y con mucho ambientazo. No lo dijo, pero dio a entender que Valencia hoy estaba más sosa y de aquella movida apenas quedaba Montesinos.
En un momento de la conversación, alguien preguntó si a los sesenta años se podía vestir con corazones y tocados de flores, y ella respondió que precisamente a esa edad era cuando había que vestir así, porque –dijo- la vida es una conquista de la libertad y a medida que cumples años eres más libre para hacer lo que te de la gana. ¡Toma ya! Vamos, que todavía tengo que esperar veinte años más para ponerme una maceta en la cabeza y perder el miedo al ridículo.
El exceso y la falta de contención siempre han sido algo muy de aquí, algo muy valenciano y a la vez criticado. Siempre se ha dicho que la buena educación consistía en no molestar ni llamar excesivamente la atención. Y en más de un ocasión se ha comparado a las valencianas, poco elegantes por vestir como árboles de navidad, frente a la distinción de las señoras del norte, que visten con abrigos oscuros, zapatos de salón y se maquillan con discreción.
Y mira tú por dónde llega alguien que dice precisamente lo contrario, que pasar desapercibida es un rollo y lo que hay que hacer es expresar tu creatividad, vamos, algo así como lo que hace la Duquesa de Alba o Lucía Dominguín, ¡ellas sí son únicas!
Cuando Agatha se fue de la radio, Dolores Cortés comentó que lo mejor de la diseñadora es que es muy accesible, no como otros, con menos talento pero que van de divinos y para hablar con ellos tienes que pedir audiencia, vamos, que se creen más importantes que la Alcaldesa de Valencia.
En su conferencia en el Corte Inglés, Agatha dijo que estaba muy orgullosa de la actividad de Dimova, la asociación crítica con la gestión de la Semana de la Moda. “Es una asociación que se está moviendo mucho y eso es necesario para el sector”.
Después de la conferencia, Agatha visitó la nueva tienda The Lab en Grabador Esteve; allí venden parte de su colección y también la de Elio Fiorucci, el italiano que fundó “love therapy”, una marca cuyo planteamiento es que en la vida, con energía y optimismo se pueden alcanzar todos los sueños, de ahí que sus colecciones sean brillantes, coloristas y con mucha dosis de fantasía y libertad. Normal que Agatha y Elio sean amigos y normal que su ropa esté en The Lab. ¡Dios los cría y ellos se juntan!
Más noticias de Dimova: Miquel Suay se ha traído a sus tiendas las colecciones de ceremonia de Aghata Ruiz de la Prada, Francis Montesinos y Javier Larrainzar.
Ah, y Luís Bodes acaba de abrir su nueva tienda Hannover en Hernán Cortés, 800 metros cuadrados decorados por el Mercader de Indias y con las colecciones más pijas y elegantes para los chicos ¡qué envidia! Según Luís Bodes, por ahora no habrá fiesta de inauguración, eso sí, todos los que se acerquen durante estas semanas serán invitados a champagne.
1 comentario:
pues sere rara pero a mi me encanta agatha y sus corazones, un besito
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