Perdido entre La Font de la Figuera y Ontinyent, discurre el valle dels Alforins; uno de esos valles bucólicos, cubierto por girasoles y viñedos en el que hasta las moscas parecen animalitos encantadores que juguetean entre mis pies atraídas por el dulce olor del esmalte de mis uñas: ¡que ideales estos animalitos, otrora moscas pegajosas, pero aquí alegres pajarillos!
Aquí estoy yo, en el Valle dels Alforins, siguiendo mi periplo veraniego en busca de los rincones de nuestra geografía en los que descansan las más conspicuas familias valencianas. Mientras desayuno en el Mas de Monserrat tostadas de pan horneado por el propio mesonero, diviso en lontananza más de una casona en la que probablemente anda desperezándose alguna niña bien envuelta en sábanas de hilo y camisones de algodón, mientras la nurse se pelea con los niños para que tomen el desayuno.
En Fontanrs dels Alforins, como en Jávea, los veraneantes valencianos y alicantinos presumen de ser de aquí de toda la vida, y hay quien llega a datar sus ancestros del valle en la mismísima revolución francesa: ¡Toma ya!, eso es abolengo y lo demás tonterías.
En cualquier caso, lo cierto es que familias como los Puigmoltó, Dupy de Lôme, Garrigues, Trenor, Prats, Serratosa y demás tienen casas centenarias en este valle. Dicen por aquí que el inicio del esplendor del valle data de cuando el Conde de Torrefiel, un Puigmoltó, alegró más de una noche a la mismísima Isabel II y, claro quieras que no, eso da caché, que no es cualquier cosa codearse con quien protagonizó semejante azaña, porque la vieja Isabel sería muy reina, pero las virtudes por debajo de su corona eran pocas tirando a ninguna. La Reina agradeció los servicios prestados al Conde ampliando su finca. Y hoy, la vieja casona se ha reconvertido en una sala para bodas, banquetes y comuniones.
Pero no es esa la única finca solariega. En una de las dos carreteras que une Fontanars con Ontinyent, yerguen hermosas y poderosas decenas de casas solariegas rodeadas de viñedos y girasoles. Más de una pertenece a la familia de los Serratosa: Pepe Serratosa, el viejo patriarca, se enamoró de esas tierras y compró una finca a cada uno de sus muchos vástagos.
Pero ojo, chicas, no vengáis aquí buscando una alternativa a la vida social javeanense porque aquí cada uno se lo monta en su casa, con sus amigos, que dicho sea de paso, suelen ser primos y hermanos porque están todos emparentados: los Puigmoltó con los Dupuy, que a su vez emparentaron con los Caturla, que a su vez, emparentaron con los Serratosa. Vamos que todo pitiminí tiene un pariente pitiminá.
Así es que, descartada la posibilidad de integrarte en la vida social dels Alforins, que sólo conseguirías camelándote al hijo de uno de los condes, marqueses o vizcondes, no te queda otra que conformarte con dormir en el Mas de Monserrat y cenar en Casa Julio –una estrella Michelín- con la gente del pueblo.
Eso y la visita a una bodega es lo más cerca que los mundanos de a pie podemos estar de la vida social dels Alforins. Lo de las bodegas tiene su aquel. Aquí, como en otras zonas de Valencia, las uvas se vendían a la cooperativa y de allí se llevaban a Dios sabe qué bodega. Pero eso dejó de ser rentable y quedaron dos opciones: arrancar viñedo y plantar girasoles o montarse una bodega y hacer vinos de cierta calidad, de esos que llaman de autor y te cuesta encontrar en las cartas de los restaurantes más allá de Contreras.
Jesús Terrés, que de esto sabe más que la Pantoja de coplas, me dice que hay un grupo de bodegueros encabezados por Daniel Belda, Pablo Calatayud y Rafa Cambra, que están recuperando la tradición de producir vino, pero esta vez de calidad. Ahí están los vinazos de Les Alcusses, Torrevellisca, Celler del Roure…
En definitiva, que Fontanars tiene mucho más abolengo que Jávea pero es mucho más aburrido. Aquí no hay forma de codearse con la gente bien; ni cenas, ni copas, ni baños ni na de na. Ante la frustración sólo queda el sempiterno bálsamo de las compras, que forzosamente ha de ser de vinos y demás exquisiteces. Daniel Belda tiene una de las mejores vinotecas de la zona. Allí puedes encontrar no sólo vino, sino también aceite de autor y el tomate frito estilo Kiki, que es lo más sabroso que madres han parido en el mundo del tomate frito.
Bueno, chicas, os dejo, que el final del verano llegó y los ricos y yo nos volvemos a casa.
1 comentario:
Hola:
Deberias haberte informado mas y disfrutado muchisimo mas de Fontanars dels Alforins.
Existen mas casas rurales en la zona donde puedes pasar un maravilloso fin de semana o una estancia mas larga, y que no son de las familias que nombras. Tambien con muchisimo encanto y mucha historia sobre sus cimientos.
Yo suelo ir a menudo por alli, tanto en verano como en invierno. Es un lugar para disfrutar del entorno y dejarse llevar por el tiempo aunque tambien hay tiempo para cenar y salir a tomar copas; Villena esta muy cerquita...
No es tan aburrido como lo dices.
Y como bien dices, no es javea. Hay que saber a donde vas antes de ir y no poner a Fontanrs dels Alforins como el sitio mas aburrido y donde no puedes ligar ni salir a cenar a otro sitio que no sea Casa julio
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