Bueno, chicas ya estamos otra vez en Javea como todos los años. Unos cuantos carteles de “se vende” más de lo normal y por lo demás pocas novedades; aquí estamos los de siempre, claro que unos más “de siempre” que otros, porque ya sabéis que aquí la antigüedad es un grado, y no es lo mismo ser unos de los tropocientos recién llegados a cargo de una hipoteca y un apartamento de setenta metros, que poder presentar tus avales diciendo que tu primera borrachera la cogiste en el Molí. Sigue siendo una incógnita cómo puede ser que haya tanta gente que veraneaba aquí hace treinta años, cuando según ellos mismos dicen, aquí no veraneaba casi nadie… un misterio tan indescifrable como el de el éxito de Paquirrín con las mujeres.
Y allí precisamente, en la discoteca El Molí Blanc, fue donde se reunió el viernes por la noche el todo Javea, en una de esas fiestas para cuarentañeros que últimamente nos montan por doquier los hermanos Aliño.
Se corrió la voz por Jávea que allí iba a estar todo el mundo y esa vieja técnica de marketing les funcionó: el viernes por la tarde media Javea andaba como loca buscando una entrada para no perderse la fiesta del verano. Decían que la mismísima Rita Barberá se iba a pasar por el viejo Molí, y aunque más de uno de la espero, ella no apareció. Sí que estuvieron algunos peperos de pro, como el Diputado José Marí Olano, el director general de deporte, Mateo Castellá con Sandra, su estilosísima novia. Más nombres de la política valenciana: Cristina Albamonte, directora general de Relaciones Informativas, y Pablo Landecho, el hasta hace poco hombre de confianza de nuestro ya expresidente, Francisco Camps.
Por lo demás, muchos cuarentones veraneantes de aquí desde que en televisión emitían los Mazinguer Z. Como Cuchita Lluch, Susana Lozano y Carlos Serra, de El Mercader de Indias, Manuel Quintanero, de la feria gastronómica Millesime, Maribel Cosme, de Cecoval, con su marido Fernando Rodríguez.
La Hacienda, otra de las discotecas de la época, celebrará su fiesta remember en un par de semanas, el 18 de agosto. La Hacienda y la Siesta fueron famosas en los años dorados de Javea, cuando vascos, madrileños y hasta italianos llegaron aquí atraídos por sus calas. Luego estaba la Sal, un sitio de copas llamado así por la ruta de la Sal de Javea a Ibiza, que montaron una pandilla de amigos de familias bien de Bilbao. Champagne y Achill están en manos de Edgard Slama, un francés dueño también de La Boheme y la Siesta. La noche de Javea es suya.
Javea es animada, dentro de un orden, por la noche y tranquila por el día. La verdad es que es difícil encontrar en toda España sitios más agradables para hacer un plan de barco que las costas de Javea, si exceptuamos, claro está, Ibiza y Formentera. Quizás por eso empezó a venir aquí la gente bien de Valencia y unos atrajeron a los otros, y al final lo que tenemos hoy es una playa en la que cuesta encontrar la vulgaridad que abunda en otras.
La estética del verano se presta mucho a arrinconar el buen gusto, a preferir la comodidad y a abandonar las normas más básicas de la urbanidad; y eso es lo que no pasa en Javea y lo que la convierte en un sitio especial.
Cuando te acostumbras a esto, te cuesta aclimatarte a otros ambientes menos fisnos, porque el rollito de hacer una paella en el complejo, con todos esos hombres oliendo a humo y hartándose de tomar cervezas, mientras cuentan chistes más o menos verdes, puede ser divertido, pero no pega en un ambiente distinguido como el de Javea. Aquí, la paella no se hace en el paellero del complejo, sino que se encarga en el Tenis, que las hace de película y te ahorras los olores y el riesgo de que se tizne el polo de Hackett.
Juana Muylaer, dueña de la tienda Nakuti, una francesa que cambió París por Javea, cuenta que lo primero que le sorprendió de esta playa fue ver cómo las jovencitas evitaban los tangas o las trasparencias. El topless y el tanga brasileño no están ni estarán nunca de moda en Javea.
1 comentario:
PIJA Y PAVA DE NARICES¡¡¡¡¡¡¡
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