miércoles, 17 de abril de 2013

Colón ya no es lo que era

Un bolso es a la mujer lo que un coche al hombre. Es una seña de identidad, un fin en sí mismo, la mejor forma de gastar el dinero que no se necesita para lo más básico. Ellos, cuando van a comprar el coche, hacen sus números: consumo, precio de combustible, años de vida y unos cuántos rollos más con los que tratan de atraer nuestra atención para que les ayudemos a elegir modelo. Y ahí estamos nosotras, tratando de interesarnos por la diferencia entre los cilindros en “uve” o en línea. A ellos les pasa lo mismo con nuestros bolsos, son incapaces de diferenciar un “neverfull” de un bolso de playa. Los años de matrimonio sirven, entre otras cosas, para que al final ellos compren el coche y nosotras los bolsos sin consultarlo el uno con la otra y viceversa.


El caso es que nosotras, cuando vamos a comprar, también hacemos nuestros cálculos. Nos cuesta menos achicharrar la tarjeta de crédito comprando un bolso que comprando un vestido; ¿por qué?, pues porque nos lo ponemos más veces, cada puesta nos sale más barata. Es una verdad de Perogrullo que rara vez te dice un diseñador de moda. Ellos están más a las tendencias y a la inspiración. La única explicación que encuentran a la falta de venta de sus productos es que el público no les entiende o que no saben apreciar lo bueno.

Pero hay algún que otro diseñador que sabido complementar su alma creadora con ciertas dosis de visión empresarial. A ellos suele acompañarles el éxito. Un buen ejemplo es Javier Simorra, que vende su ropa por medio mundo y que estuvo el jueves en Valencia para inaugurar su tienda de Jorge Juan. Se ha ido de Colón porque dice que ésta es una calle muy de paso, muy tipo Oxford Street donde lo que funciona es un producto popular de venta rápida tipo Zara, HM, Mango y demás. Mientras que Jorge Juan es más tipo New Bond Street, con tiendas de firma, compras más relajadas y un público más fiel a la marca. Ese cambio, según Simorra, se ha producido en muy pocos años.

Conoce a su público tanto o más que el jefe de marketing de una firma de coches, por eso dice que el target femenino no depende de su edad, de su estilo ni de su interés por la moda, sino simple y llanamente del límite de la tarjeta de crédito.

Para inaugurar su tienda, Simorra montó una gran fiesta con más de trescientos invitadas, había algún que otro hombre que parecía tan arrastrado a la fiesta como si su chica estuviese en la presentación de un motor de seis cilindros en uve.

Entre las invitadas, Nuria March, que lleva la comunicación de la firma; Cristina Vivíancos, Loreto de Rojas, Esther Barrerá, Cristina Cisneros, Coté Maldonado, Marta López Ana Brujer, la estilosa Sonsoles Gómez-Torres, Elena Rabello, Salomé Corell, Marta Faunell, Tita Senent, Tina Rautenstrauch, Sara Giménez, Esther Barrera, las hermanas Rosa y Lorena Oliver, de Araventum, Laura Fitera, Amparo Giménez, Juana Roig y María Cosín. Suerte que la tienda es amplia y el catering de las hermanas Jiménez de la Iglesia fue abundante, porque trescientos invitados ya es cosa seria.

Estuvo también Verónica Montijano, que ha organizado para el jueves que viene un cóctel en el Hotel Hospes. Presentará la nueva colección de fiesta de Beatriz de la Cámara, las joyas de Rocío Porres, los tocados de Reyes Hellín y Philip Treacy y los zapatos de Manolo Blahnik. Vamos, las firmas top para vestir perfecta en la temporada de bodas y ceremonias que empieza desde ya.

A este ritmo, el Hospes Palau de la Mar va a reemplazar a otros ilustres hoteles en cócteles glamourosos. El fin de semana pasado, en la terraza del hotel se celebra el mercadillo benéfico de la Fundación Dasyc. Treinta puestos donde podías comprar desde gafas de sol, collares, cosméticos, ropa y complementos de Lexter, ropa infantil, collares, fulares… ¡y por una buena causa!