lunes, 1 de abril de 2013

Bistrós y gastrobares


Aviso para hombres que quieran deslumbrar a una mujer: mirad, chicos, lo de llevarnos a un restaurante de lujo, con camarero de almidonado vestido de negro y pajarita, está un poco desfasado.  Ahora lo que toca es que os gastéis la pasta en un  bistró o a un gastrobar. Ojo, que lo de que pagáis vosotros sigue en plena vigencia, porque la revolución feminista es otra cosa que no tiene nada que ver con la cuenta de la cena. Dad gracias porque los gastrobares son más baratos, en realidad son la versión asequible del restaurante de autor. Con la crisis, a los grandes chefs les ha pasado como a los diseñadores de moda, han tenido que abrir líneas más asequibles con menús más sencillos. El éxito ha sido tal, que más de un cocinero puede mantener el restaurante de lujo con lo que saca de los gastrobares. Lo mismito que las firmas de moda.
Dice Cuchita Lluch, que de esto sabe un rato porque para algo es presidenta de la Academia Valenciana de Gastronomía, que estos nuevos formatos han hecho que los grandes cocineros pongan los pies en el suelo, “utilizan todo su saber hacer aplicando técnicas nuevas a cocina sencilla y tradicional, a las tapas, a platos menos sofisticados”. Es como el punto intermedio entre un restaurante y un bar, producto de mucha calidad pero menos elaborado, puedes tomarte unas sencillas croquetas, un plato de pescado o carne pero con las técnicas más novedosas.
Los gastrobares también se adaptan a un nuevo estilo de vida. Eso de ir a un restaurante fisno donde tienes que ir elegante y apenas puedes levantar el tono de voz resulta cada vez más aburrido, es como un plan de nuestros padres. Lo que apetece es ponerse vaqueros e ir a un restaurante informal, donde puedes contar un par de chistes con tus amigos sin que se escandalice la mesa de al lado. Ricard Camarena le llamó “Canalla Bistro” precisamente por eso, porque son sitios con un punto canalla más juvenil, pero con comida para adultos.
Uno de los pioneros en esto del gastrobar fue Quique Dacosta, que abrió vuelve Carolina para tomar tapas de las buenas; luego vino Canalla Bistró, de Ricard Camarena, y el último en abrir ha sido Valen&Cia, de Valentín Sánchez  Arrieta, el chef de Leisuri.
La inauguración de Valen&cía reunió a más de cuatrocientos invitados, entre ellos Cuchita Lluch, Alfredo Esteve, Javier Monedero, Bea Pechuán, el director general de Llanera, Kako de Pachá, Alfred Garcia de Torremar, Tonino, Juana Camps, Gabí Marí, Bernardo y Mónica de la joyería Rabat, Merche Brandez de Arrocería Duna, Toni Testón, Carmina Baraja, de Unidad Editorial, Natalia Segrelles con Pablo Olmo, Coté Soler y Juan Carlos Ferrero, que estos días anda con líos en su hotel porque se le va el cocinero Paco Morales.
En la fiesta hubo música de jazz y barra de cócteles con Ivan Talens preparando gin tonics con Ginebra N Gin Vlc, mojitos y champagne Moet Rosé de Dicoval. La noche acabó con Manu Sánchez pinchando música de la época de Distrito 10
En el menú de Valen&Cía, decorado por Gerardo Almenar, hay platos de atún rojo de almadraba, verduras ecológicas traídas directamente del campo, hamburguesas de carne vacuna gallega y una selección de arroces a mediodía. “Cocina sincera, producto esmerado y las mejores materias primas”, dice Valentín.
El último paso en la democratización de la alta gastronomía es la barra de bar de diseño. Quique Dacosta ha abierto El Mercat, donde puedes comer un menú de lo más apañadito por 15 euros, y Ricard Camarena ha abierto Central Bar en el Mercado Central, donde puedes tomar gambas, ostras, esgarraet y otros productos del mercado con el sello de un gran cocinero, vamos, la sofisticación barata. Y el no va más son las hamburguesas de autor. El dueño de Café Alameda, Tico Corrons, acaba de abrir Valenburguer en la calla Guardia Civil con hamburguesas gourmet hechas de la mejor carne gallega.