Todas sabéis que Vicente Gracia es un joyero, pero eso dicho así es una verdad a medias. Entras en su joyería, atravesando un portal alicatado con azulejo hidráulico valenciano. Te recibe él, si no te conoce, se hace amigo tuyo en un plis plas. Dentro huele a incienso. Subes por unas escaleras de madera enmoquetada y entras en el mundo de Gracia: dibujos, esculturas, vitrinas llenas de joyas, libros, cortinas de terciopelo, monedas antiguas estratégicamente situadas porque según él atraen riqueza… Te olvidas de que estás en la calle la Paz, aquello parece el palacio de Sherezade, de un momento a otro aparecerá el sultán, que por supuesto es guapísimo de la muerte. Mientras tanto, Vicente, sin que tú te des cuenta, ya sabe lo que quieres: le dices tú presupuesto y él te coge un sobre y escribe tu nombre con caligrafía arábiga. Debajo escribe la cantidad que estás dispuesta a gastar, da lo mismo que sea el equivalente a tu sueldo de cinco años, que las cuatro perras que queden de tu paga extra después de haber tapado los cuarenta agujeros que arrastras desde Navidad.
Gracia es un paradigma de eso que ahora los chicos de marketing, siempre tan snobs, llaman storytelling. Por cierto, alguien debería obligar a estos chicos a recibir clases de español para aprender a traducir esos palabros que tanto les gusta soltar, vengan o no a cuento, en cualquier insignificante reunión de trabajo. Pero a lo que íbamos: Vicente crea un vínculo emocional entre tú y la joya que le compras. Sales de allí con tu sortijita y piensas que algún día, cuando seas una abuelita y se la enseñes a tu nieta, le contarás la historia que hay detrás de ella: eso es storytelling, o como dice Gracia, eso es: “Ser un romancer, que es lo que soy yo”.
Estos días, en el restaurante Alma del Temple –calle Almirante- hay una exposición de dibujos suyos. Él dice que es la parte más íntima del trabajo, donde nacen las ideas inspiradas en los poemas místicos de los sufís, que en sus raptos místicos veían el jardín como si fueran piedras preciosas.
Son dibujos y originales de sus diseños de joyas pintados a mano junto a poemas e inscripciones que reflejan toda su influencia creativa, desde la cultura islámica, cristiana y hebrea, hasta los cuentos de las mil y una noches.
La exposición se podrá ver hasta el miércoles, así es que no os durmáis en los laureles que vuestro Paco está más pendiente del fútbol que los versos sufíes, así es que si queréis un poco de poesía en vuestras vidas tendréis que buscarla vosotras solitas en el restaurante de Caro Hotel.
En la inauguración estuvo Juana Roig, que está trabajando en el equipo de Vicente, y su hermana Amparo; el diseñador Valentín Herráiz, Alicia López, Mónica Jareño, que está a punto de abrir nuevo local en el Mercado de Colón, la diseñadora Presen Rodríguez y Maribel Cosme, María José Navarro, Maite Aparici, Alexander Herold, Delia barral, Borja Trénor, Vicente Lluch, la pintora Nanda botella, Nandita Manglano Trénor, Cuqui Sánchez Moncada, Laura y Blanca Fitera, el interiorista Carlos Serra, el cantante Javier Botella y José Vivó, de la tienda de niños, que este fin de semana participa en el Mercado de Tapinería en el mercadillo “baby boom”.
Esta semana también abrió en la calle Hernán Cortes la tienda de decoración Ampasi, que han montado Amparo López y Silvia Escola, mujeres de Germán Ros (Ros Casares) y Pablo Serratosa. Ni que decir tiene que allí estuvo lo más granado de la burguesía valenciana: Cuchita Lluch, que se ha hecho novia de Juan Echanove, ¡toma ya!; Jose Vicente Morata, Silvia Ordiñaga, Jose María Laínez, Inmaculada Lladró, Paco Roig y Magdalena, Andrés Llobell, Luis Lluch, Olga adelantado, Lourdes Reyna, Trini y Vicente Gracia, Nanda Botella, Verónica Montijano, Lucía de Miguel, Isabel aliño, María Gómez-Polo, Lorenzo Pérez, Ramón Esteve y Mayte Sebastiá, Jose Tamarit y Ana Varela, Nacho Gómez Trénor y Carolina, Josita Boluda y Juanjo, Sally Corell, Javier Monedero y Rosa, Lucas Zaragosí, Rocío Andrés y María González, Chimo Maldonado y Sofía Carpi, Juan Luís Serratosa y Belén Aliaga, Iván Martínez Colomer y Ana García.
No hay comentarios:
Publicar un comentario