miércoles, 11 de febrero de 2015

Amores platónicos

Semana de San Valentín; o sea, semana cursilona de corazoncitos, lacitos y demás. El día da para hacer balance de la vida, para recordar viejos amores, celebrar los presentes y llorar los perdidos. Pero lo mejor de todo es revivir los amores platónicos, que son los que nunca se han vivido. En Ciudadano Kane, el protagonista principal, Charles Foster Kane (Orson Welles) ya anciano le cuenta a un chaval que un día siendo joven se cruzó en el metro con una chica rubia, cruzaron las miradas durante un breve instante: “(…) Desde entonces no ha habido una sola semana en vida que no me haya acordado de ella.” Ese el verdadero amor platónico, el que nunca se ha consumado, el que no tiene mácula porque no ha habido convivencia. Es sólo una idea, un sueño que se personifica en una cara que puede o no tener nombre. Es aquel chico que te cautivó en la adolescencia. Si llegaste a salir con él, te quedaste sin amor platónico para el resto de tu vida. Pero si no lo hiciste, si nunca hablaste con él más de diez minutos seguidos, lo utilizaste para verter sobre él todo tu amor adolescente, para crear una fábula de amor perfecto, sin reproches y sin desengaños. Ya no te acuerdas de su cara, ni falta que te hace. Es más, no te gustaría cruzarte con él por la calle porque desvirtuaría tu recuerdo a cambio de nada. No tienes ningún interés por saber cómo le ha ido en la vida, porque en realidad a él nunca le quisiste, todo fue una ilusión que perdura en tu memoria y a veces en tus sueños. Y ahora te das cuenta de que fue una suerte no salir nunca con él, si lo hubieses, no tendrías amor platónico y eso es una faena.
Hay muchos tipos de amor. El platónico es el que media España siente hacia Pablo Iglesias, le ven guapo y creen que satisfará todos sus deseos. Como nunca ha mandado, no hay nada que reprocharle; el despechado, que es el de Rajoy hacia Bárcenas: le deja tirado y le dice “se fuerte Luis”; el no correspondido, que es el de Tsipras hacia Merkel: le pide cariño y ella le grita “¡nein, nein!”. Pero el peor de todos es el incierto, el que no sabes a qué atenerte, vamos el de Fabra hacia Rajoy, “Dime de una puñetera vez si me quieres o no me quieres”. Y el auténtico, que es el de tu Pepe, que ya está otra vez protestando porque ha reservado mesa a la diez, para celebrar San Valentín, son menos cuarto y tú todavía no te has vestido. Así que llegado ese momento, lo mejor será volver a vida real y darle un beso a tu chico. Habrá varias cenas especiales en Valencia. El hotel Westin ha preparado para la ocasión una cena de gala con música en vivo. En el menú, muchos ingredientes del color del corazón: frambuesa, frutos rojos, fresas.
La cena del Vinatea, en el Hotel Astoria, también lleva sorbete de fresa “con liofilizado de fruta de la pasión Romeo y Julieta”. Claro que el que se lleva la palma es el menú especial del restaurante Cicerone, que consiste básicamente en concentrar la máxima cantidad de alimentos afrodisiacos en una cena: ostras, moluscos, curry rojo picante y para rematar presa ibérica con ¡canela, nabo y fresas calientes! Ah, y de regalo, una entrada para ver la película Cincuenta sobras de Grey ¡Si con eso no se levanta la libido…! Fernando Aliño ha huido de los tópicos románticos y en su cena de San Valentín en el Palacio del Negrito no hay ningún plato rojo. Para compensar, ha metido guiños exóticos, como la flor de loto o la mahonesa oriental. Pero chicas, el súper plan del día de los enamorados es el concierto de Sergio Dalma en el Palau de les Arts. ¡Las que no tengan entradas, ya pueden ir a la reventa porque están agotadísimas! Ya me estoy imaginando con mi chico, cogidos de la manita, mientras escuchamos “Bailar pegados” o “Esa chica es mía”, ¡ay el amor!

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