lunes, 16 de febrero de 2015

Antropología de los primates

Uma Thurman ha salió esta semana en una foto con un maquillaje que le hacía parecer mucho más joven. Le armaron un lío casi tan gordo como el de Tomás Gómez y Juan Carlos Monedero juntos; que si vaya desastre de retoque, que si los ojos ya no parecen los suyos, que si de un perfil había pasado a uno redondo… Tanto le dijeron que al día siguiente tuvo que salir en televisión, con su aspecto de siempre, a desmentir que hubiera pasado por quirófano y demostrar que la ilusión era solo fruto del maquillaje. Nuestra batalla contra la arruga tiene una explicación antropológica según la cual el atractivo físico sólo responde al instinto de conservación de la especie. Así es que, en cuanto perdemos nuestra capacidad reproductiva, se desploma nuestro atractivo. Eso explicaría que los hombres mantengan más tiempo su sex-appeal; aquí es cuando toca recordar al padre de Julio Iglesias y aquella hazaña suya de ser padre a los setenta, ¿quién le iba a decir a ese señor que pasaría a los anales de la historia por semejante heroicidad? Sé que esta teoría nos retrotrae a las cavernas, pero lo cierto es que los cánones de belleza premian la juventud, como la delgadez y la altura. Afortunadamente hay síntomas de que algo empieza a cambiar en esta visión de la mujer.
La protagonista de la última campaña publicitaria de Celine, la nueva Prada, es Joan Didion, una novelista ¡de ochenta años! Y la francesa y glamurosa YSL tiene como musa a la cantante de folk Joni Mitchell, con setenta añitos muy bien llevados. Las canas y las caras con arrugas conquistadas a fuerza de vivir pueden ponerse de moda. Lo mismo pasa con la delgadez. Más de una firma de moda ha utilizado modelos con más de una talla 40 (manda narices que una talla 40 sea talla grande). Y hay modistos, como Valentín Herráiz o Enrique Lodares que presumen de tener como clientas a señoras tan elegantes como María Teresa Monsonís o Carmen Topete. A Francis Montesinos también le gusta vestir a señoras echas y derechas. De hecho, en su desfile del domingo pasado en la pasarela madrileña tenía en primera fila a Carmen Lomana y la incondicional Carmen Alborch. Claro que este cambio cultural va a requerir mucha sofisticación y, qué queréis que os diga, yo no acabo de ver a nuestros hombres babeando al paso de una sexagenaria que no haya pasado por el quirófano; pero sí creo que nosotras podemos ver atractivo a un hombre de esa edad. No sé si será porque la teoría antropológica es correcta o porque cuando hablamos de sofisticación, en el sexo contrario tenemos lo que tenemos. Perdonad que me haya liado yo también con todo esto y no os hable de la vida social valencia que, la verdad sea dicha, esta semana ha dado para poco. La feria del mueble, que fue rebautizada como Hábitat y ahora forma parte de una macro feria llamada “Nos vemos en Valencia” ya no es lo que era. Si antes ocupaba tropecientos pabellones, ahora se concentra en uno y las fiestas glamurosas brillan por su ausencia.
La inauguración de la nueva tienda de Mariner, con la actuación de Copa Ilustrada incluida, dio un poco de lustre y la asociación de diseñadores hizo lo propio con su Valencia Disseny Week. La vida social valenciana también acudió rauda a la llamada de Mayrén Beneyto para el concierto a favor de Manos Unidas en el Palau de la Música.
Allí estuvo Liana Navarro, el doctor Laínez y señora, la cónsul de Perú Lourdes Gilbert, Mayrén Girona, Iona Jiménez Iranzo, Salvador Alborch (mantenedor de la Fallera Mayor Infantil), Feli Alcántara, Nico Van den Brink y señora, Elena García del Moral, Marta Conesa, la encantadora María José Navarro, Rafael Aznar y su mujer Magui Alonso, Ana Stoffel, Pilar Devesa, Mimi Puigmoltó, Pilar Alonso y Amparo Sánchez.

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