lunes, 2 de febrero de 2015

Nosotras sí que podemos

Estamos en el ecuador de este invierno soso hasta con el frío y que para postre nos castiga con este odioso viento que es el peor contra el glamour: a ver qué te pones para salir a la calle con esta ponentá y no parecer una loca conteniendo su ataque de histeria. Los únicos que rompen la soporífera monotonía invernal son los políticos, esos sí que están histéricos. Mayo lo tienen a la vuelta de la esquina y los chicos de Podemos amenazan con ponerles a todos de patitas en la calle.
A cada uno lo suyo, y reconozcamos que Pablo Iglesias y sus amigos tienen cierto sex-appeal, que nadie sabe muy bien lo que es, pero que el diccionario define como “atractivo físico y sexual de una persona”. Se suben los tíos al atril, con esas miradas desafiantes y aire chulesco un propio de guaperas de Cánovas de los años ochenta. Él sabía que todas le mirábamos pero hacía como que pasaba de todas nosotras, aquello nos cabreaba y a veces nos obsesionaba. Luego descubrías que era un pavo que no tenía dos dedos de materia gris, no digo que sea el caso de los chicos de Podemos, pero la verdad es que me recuerdan mucho a aquellos pijitos de Lacoste blanco, Levi’s etiqueta roja y Adidas Stand Smith. Ya llegará mayo y sabremos si pueden o no pueden.
Ya me estoy imaginando la próxima celebración del Nueve de Octubre en el Palau con la gente de Podemos alzando sus copas de cerveza, que el champán suena mucho a casta. De canapés nada, que eso son vicios de la casta, y prometiendo una quita de la deuda de la Generalitat. Y nosotras allí gritando, “Sí, sí y de mi hipoteca también”, a ¡ala, viva la Pepa! Luego la recepción de Navidad, ahora llamada del “Nacimiento del pueblo”.
Mira que si al final pueden, ¿qué pasará entonces con las fiestas de sociedad en las que se sirve champán caro y canapés de diseño?, ¿serían consideradas un privilegio de la casta y por tanto prohibidas? ¿Cómo sería la vida glamurosa en un gobierno de Podemos? Las fiestas de sociedad no se organizarían en el Westin o en las Arenas sino en el Teatre Micalet y en lugar de trajes de cóctel, las chicas llevaríamos pañuelo palestino, camiseta con mensaje y bolso con chapas reivindicativas. Buff, antes de que nuestro fondo de armario se quede obsoleto, todavía nos quedan algunas citas peperas.
El lunes, el señorial Caro Hotel, antigua residencia del Marqués de Caro (no creo que los de Podemos celebrasen allí la victoria electoral) invitó un cóctel de lo más pijito para enseñar a los novios cómo podían organizar su boda. Macarena Gea, bloguera, arquitecta y wedding planner del hotelito, decoró un par de salones con dos estilos opuestos: una sala vintage, con detalles de madera, piezas con efecto envejecido, y otra para los que prefieren el estilo minimalista, mucho blanco y hasta globos con las iniciales de los novios. En el cóctel estuvo Mª Dolores Enguix, de Ópticas Climent, Totón Barberá y su hija Rita, Ximo Ros del Banco Medialanum, Jaime Mequita de Noguera Abogados, Ana Albiol, maquilladora de NARS, Mavi de Trapos, Ana Martinez Bigudies y Estefanía de “Soft & Grey”, entre otros.
Mayo es el mes de las elecciones y también de las comuniones. El próximo fin de semana, en el espacio de Ricard Camarena en el Mercado de Colón, abre un mercadillo especializado en comuniones. Podremos cotillear trajes de comunión, vestidos de fiesta para las mamás, flores y todo tipo de accesorios, entre otros los tocados de El Jardín de Papel, los pijamas de la firma Nonos, los elementos de alquiler de La Guinda de tu Fiesta, los arreglos florales de Conchita Cañamás para La Tartana, las joyas de Sally Corell y los vestidos de Hortensia Maeso. Las comuniones se están sofisticando tanto que ya parecen bodas. ¡Al paso que van, vamos a necesitar una “comunión planner”! Venga, chicas, que nosotras sí que podemos.

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