Imagina que te invitan a una fiesta de gala en Nueva York; ¡uff, qué nervios, qué tensión! Tardes y tardes de tienda en tienda probando modelos y pidiendo consejo, buscando en internet otras fiestas similares en las que inspirarte para eliminar tus mil y una dudas sobre qué ponerte, cómo peinarte, si coges o no el collar de perlas de tu suegra, si te maquillas un poco, mucho o nada… Y noches y más noches en vela. Cuando ya has medio contralado tus nervios y superado tus ochocientos treinta y seis complejos, te enteras de que a la fiesta va a asistir Irina Shayk, la modelo que fue novia de Ronaldo, y Sarah Jessica Parker, la protagonista de sexo en Nueva York. Ahora sí que la hemos hecho buena, no será fácil acaparar algún alago con semejante competencia, así es que mejor optar por algo discreto.
Vale, ahora imagina que todo eso te pasa cuando ya tienes sesenta y cuatro años; entonces te tranquilizas, la batalla está perdida: “mira bonita, déjalo estar, ponte cualquier cosa porque nadie va a reparar en tu presencia”.
Eso es lo que me pasaría a mí, pero yo no soy Isabel Preysler. Isabel llegó a una fiesta en la Quinta Avenida con sus 64 añitos cumplidos y eclipsó a la modelo de moda, a la actriz y a toda la que se puso por delante. ¿Tiene o no tiene mérito lo de esta mujer?
Preysler y Vargas Llosa fueron sin duda el mayor atractivo de la mega fiesta de inauguración de la tienda de Porcelanosa en Nueva York. El arquitecto Ramón Esteve fue uno de los valencianos invitados. De Isabel dice que irradia un encanto único. “Tiene una habilidad social fuera de lo normal, estás hablando con ella y a los dos minutos estás cómodo y eso otra gente no lo tiene, hay modelos guapísimas que son intratables, y ella es amable, educada y muy agradable”.
La fiesta de Porcelanosa tuvo más atractivos además de ver a la pareja de moda. Los hermanos Colonques consiguieron que les cedieran el parque Madison Square para el evento, cosa nada fácil. “Tienes que estar muy bien considerado para poder usar un espacio público en el centro de Manhattan”, dice Esteve.
Allí, en el centro de la plaza, frente al flamante edificio Porcelanosa rehabilitado por Norman Foster, se levantaron unas carpas para la fiesta. “Eran transparentes, de forma que estabas protegido pero dentro del jardín, como si estuvieras cenando en una terraza. Los americanos dominan mucho la iluminación, tenue, perfecta para que la gente se encuentre favorecida”, cuenta Esteve.
Los invitados estaban citados a las 18:15 horas. No tenían ni que coger coche, porque habían sido alojados en uno de los tres hoteles cercanos a la plaza, entre ellos el Edition, de lo mejorcito de Nueva York.
Allí, bajo la carpa, les esperaba un cóctel con delicatessen, jamoncito del bueno, música de jazz, flamenco… Poco después llegaron los vips, Preysler y Vargas Llosa, Sarah Jessica Parker, Carolina Herrera, Chelsea Clinton y el mítico Bono, pero no el cantante de U2, me refería a nuestro mítico Pepe Bono, nacido en Albacete.
A las ocho comenzó a servirse la cena. Habló SJP, Richard Gere y también Silvestre Segarra, director general de Porcelanosa. A pesar de ello, la velada no se hizo pesada, dice Esteve, “parecía más una cena de celebración que de negocios".
Junto a la familia Colonques estuvo todo su equipo, entre ellos el director General de L´Antic Colonial, Mauricio Inglada, con su mujer Belén. También el arquitecto Fran Silvestre, el gerente de Vondom en EEUU, Toni Esteve, el interiorista Julio Guixeres (“nos trataron de una forma exquisita”, cuenta) y el cocinero Quique Dacosta, imagen de la firma.
A las 10:15 terminó la fiesta. Los invitados recibieron de regalo un ejemplar de la novela “Travesuras de una niña mala”, una novela de amor del Premio Nóbel.
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