Vaya rapapolvo le ha echado Mónica Oltra a los fabricantes de los clicks por sacar una
colección sobre la historia de la humanidad sin un sola mujer. Como es sabido,
cuando Mónica se pone sería, hay que echarse a temblar; y esta vez le habían
dado donde más le duele. La verdad es que hay que ser muy zote para, en los
tiempos que corren, contar la historia como si nuestras abuelas nunca hubieran
existido. Porque la colección es de personajes vulgares, no aparecen
representados nombres propios, sino gente de a pie de cada época. Y claro, si
sale un cazador de mamuts, por qué no ha de aparecer la mujer del susodicho. Si
sale un mosquetero, que no es D’Artagnan, Athos, Porthos ni Aramis, sino que es
un muñequito con capa y espada, por qué no ha de salir la cortesana
emperifollada que urdía planes inteligentes para hacerse con el poder en los
salones de París.
Los responsables de la colección han reculado ¡Esa es
nuestra Mónica, levantemos la copa de nuestro último gintonic veraniego a su
salud. Nuestras abuelas, desde donde estén harán lo mismo con una copa de
mistela, que a ellas esto del gintonic les parecerá algo pernicioso!
Claro que hay que tener cuidado, porque esto del feminismo
es como el maquillaje de la cara; si te pasas, lo estropeas. Por ejemplo, hace
unos días alguna tuitera se escandalizó porque en un supermercado vio que las
tartas de cumpleaños se diferenciaban según su género: unas eran exclusivas
para niñas y otras para niños. Entendió la mujer que eso era una marginación
sexista que podía condenar a las niñas a una sumisión vitalicia y una
vulneración del derecho de los niños a disfrutar de su tarta independientemente
de su género. La cosa no tenía más misterio que la tarta para niñas tiene un
dibujo de niña con fondo rosa, distinta a la de los niños. Por esa misma regla
de tres, los grandes almacenes deberían eliminar la división de secciones
“joven él”, “joven ella” por sexista. El siguiente paso será verles a ellos con
falda y tacones; y a nosotras con uno de esos trajes aburridos, de color azul
marino, que son los mismos ahora que hace treinta años, y las piernas sin
depilar. No sé vosotras, pero yo paso. No soy hombre ni quiero ser igual que
los hombres. Es más, sugiero que Mónica cambie el nombre de su Conselleria, no
debería ser de igualdad, sino de inteligencia; y perseguir a los lerdos de uno
y otro lado del feminismo. Al patriarcado no lo venceremos consiguiendo que
ellos pidan una tarta rosa para su cumple o que jueguen con las barbies, sino
recordándoles que sólo un idiota puede despreciar el papel de las mujeres en la
sociedad.
La vida social valenciana ha dado poco de sí esta semana,
salvo por la cuota femenina. El viernes, la interiorista Belinda Duart celebró su fiesta de cumpleaños por todo alto en la
terraza del Oceanográfico. Al cumpleaños fue Juan Torres, de Gourmet Catering, Mónica Cruz, Payo Más, Belén Herrera, Rafa Toledo, Fernando Aliño
(del grupo El Alto), la periodista Juana
Camps, María Gómez-Polo (Mala Malísima),
Begoña Camps, Carmina Baraja (TELVA), José
Manglano, Silvia Kelle y Miguel de
Vicente, entre otros. Belinda decora las bodas más glamurosas de Valencia y
su cumple fue un despliegue de luces, velas, mobiliario, mesas altas, arbolitos
con las bolas, todo ideal.
Por lo demás, la semana nos ha dejado una foto impagable de Maria José (Mako) Mira, la anterior
Secretaria Autonómica de Empleo, empapada de tomate en la fiesta de la tomatina
de su pueblo con el Delegado de Gobierno Juan
Carlos Moragues, que aparece en la foto con una camiseta blanca sin un solo
tomatazo encima: ¿tendría miedo a mancharse o es que la política le ha enseñado
a nadar y guardar la ropa?
2 comentarios:
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