lunes, 5 de septiembre de 2016

Las cosas como son

Vaya rapapolvo le ha echado Mónica Oltra a los fabricantes de los clicks por sacar una colección sobre la historia de la humanidad sin un sola mujer. Como es sabido, cuando Mónica se pone sería, hay que echarse a temblar; y esta vez le habían dado donde más le duele. La verdad es que hay que ser muy zote para, en los tiempos que corren, contar la historia como si nuestras abuelas nunca hubieran existido. Porque la colección es de personajes vulgares, no aparecen representados nombres propios, sino gente de a pie de cada época. Y claro, si sale un cazador de mamuts, por qué no ha de aparecer la mujer del susodicho. Si sale un mosquetero, que no es D’Artagnan, Athos, Porthos ni Aramis, sino que es un muñequito con capa y espada, por qué no ha de salir la cortesana emperifollada que urdía planes inteligentes para hacerse con el poder en los salones de París.
Los responsables de la colección han reculado ¡Esa es nuestra Mónica, levantemos la copa de nuestro último gintonic veraniego a su salud. Nuestras abuelas, desde donde estén harán lo mismo con una copa de mistela, que a ellas esto del gintonic les parecerá algo pernicioso!
Claro que hay que tener cuidado, porque esto del feminismo es como el maquillaje de la cara; si te pasas, lo estropeas. Por ejemplo, hace unos días alguna tuitera se escandalizó porque en un supermercado vio que las tartas de cumpleaños se diferenciaban según su género: unas eran exclusivas para niñas y otras para niños. Entendió la mujer que eso era una marginación sexista que podía condenar a las niñas a una sumisión vitalicia y una vulneración del derecho de los niños a disfrutar de su tarta independientemente de su género. La cosa no tenía más misterio que la tarta para niñas tiene un dibujo de niña con fondo rosa, distinta a la de los niños. Por esa misma regla de tres, los grandes almacenes deberían eliminar la división de secciones “joven él”, “joven ella” por sexista. El siguiente paso será verles a ellos con falda y tacones; y a nosotras con uno de esos trajes aburridos, de color azul marino, que son los mismos ahora que hace treinta años, y las piernas sin depilar. No sé vosotras, pero yo paso. No soy hombre ni quiero ser igual que los hombres. Es más, sugiero que Mónica cambie el nombre de su Conselleria, no debería ser de igualdad, sino de inteligencia; y perseguir a los lerdos de uno y otro lado del feminismo. Al patriarcado no lo venceremos consiguiendo que ellos pidan una tarta rosa para su cumple o que jueguen con las barbies, sino recordándoles que sólo un idiota puede despreciar el papel de las mujeres en la sociedad.
La vida social valenciana ha dado poco de sí esta semana, salvo por la cuota femenina. El viernes, la interiorista Belinda Duart celebró su fiesta de cumpleaños por todo alto en la terraza del Oceanográfico. Al cumpleaños fue Juan Torres, de Gourmet Catering, Mónica Cruz, Payo Más, Belén Herrera, Rafa Toledo, Fernando Aliño (del grupo El Alto), la periodista Juana Camps, María Gómez-Polo (Mala Malísima), Begoña Camps, Carmina Baraja (TELVA), José Manglano, Silvia Kelle y Miguel de Vicente, entre otros. Belinda decora las bodas más glamurosas de Valencia y su cumple fue un despliegue de luces, velas, mobiliario, mesas altas, arbolitos con las bolas, todo ideal.


Por lo demás, la semana nos ha dejado una foto impagable de Maria José (Mako) Mira, la anterior Secretaria Autonómica de Empleo, empapada de tomate en la fiesta de la tomatina de su pueblo con el Delegado de Gobierno Juan Carlos Moragues, que aparece en la foto con una camiseta blanca sin un solo tomatazo encima: ¿tendría miedo a mancharse o es que la política le ha enseñado a nadar y guardar la ropa?