lunes, 13 de agosto de 2012

…¡GUIRILANDIA!


Entre Calpe y Finestrat se extiende la tierra más cosmopolita de la Península. Demasiado valenciana para los alicantinos y demasiado alicantina para los valencianos. Estamos en  tierra de noruegos, alemanes, británicos, rusos… y ricos, muchos ricos y algún que otro famoso que viene “destrangis” a descansar en los mejores hoteles de Europa.  Bienvenidos a…¡Guirilandia!



Hay que ver lo que ha cambiado este país. Los años del boom económico han servido para que los españoles nos familiaricemos con el lujo y la buena vida. Hace veinte años, cuando hacíamos escapaditas con nuestros novios, el sumun del lujo era encontrarnos un albornoz en la habitación y una chocolatina antes de dormir en la mesita de noche. Lo más de lo más era bajar a la piscina y encontrarte un suelo de teca y unas hamacas que no chirriasen cada vez que dejábamos caer sobre ellas nuestros estilizados pompis.
Ahora, en Benidorm y sus alrededores, hay hoteles que ya los quisieran para sí en el mismísimo Saint Tropez. El Villa Gadea, el Asia Gardens, el Altea Hills o el Sha Wellness son lo más de lo más. En sus piscinas han mojado sus bronceadas pieles gente como Bruce Willis, Bruce Springsteen, Naomi Campbell, Kylie Minogue, Carine Rotfield, la que fuera directora de Vogue Paris, Francois Pinault, el suegro o marido que todas querríamos tener (propietario de Gucci, Balenciaga, Yves Saint Laurent…), Alejandro Sanz, Elsa Pataky, la primera dama rusa y un montón de famosos y royals, expresión muy de Carlos García Calvo, que esta semana está en Valencia con su familia y la que viene, como buen sibarita, pasará un par de días en Sha.
Allí el lujo va más allá del albornoz y la chocolatina. Es un lujo discreto, todo está pensado para que tú no tengas la más mínima molestia, para que no eches nada de menos, para que te sientas en el mejor de los mundos terrenales posibles. El albornoz ya no es uno cualquiera, sino uno esponjoso y mullido que parecen sacados del anuncio de Mimosín.
Lo malo es que cuando has conocido las mieles de la gloria, cualquier otra cosa te parece poco para ti. Así es que ahora tienes tres opciones. Una: que encuentres una vacuna contra la celulitis y te forres vendiéndola. Dos: que de la noche a la mañana heredes una fortuna. Y tres, quedarte en tu casa y consolarte con el viejo dicho de que como en casa en ningún sitio.
La verdad es que la costa alicantina se está convirtiendo en la nueva Costa Azul. Estos días, ha estado por aquí la Jequesa de Qatar, alojada en Sha Wellness, que es mucho más que un hotel de lujo, una clínica de bienestar en la que te dejan como nueva por dentro y por fuera. Vamos, si pasar unos días en esta clínica te garantiza el cutis de la jequesa, valdrá la pena hipotecar las cuatro próximas pagas extras, si no nos las quitan antes.
Dice Alejandro Bataller, el estiloso hijo del dueño del hotel, que cada vez les visitan más chefs famosos, como Ferrán Adriá, o los chefs franceses Joël Robuchon y Guy Savoy, que tiene su restaurante en el Hotel Cesar Palace de Las Vegas y se marchó del Sha la semana pasada. En fin, que algo bueno deben de tener las semillas de mijo y soja, base de la dieta macrobiótica.
Otro referente de la buena vida es el Asia Gardens, en Benidorm, concretamente en la  Avenida del Alcalde Eduardo Zaplana -¡qué cosas!-. Aquí se han alojado mogollón de famosos en busca de unos días de paz y relax, como Bruce Springsteen y Bruce Willis, que se sepa, y otros muchos más que ni hemos sabido ni sabremos.
Paseando por sus jardines una se siente una réplica de Isabel Preysler: lagos, flores, masajes tailandeses, baños, perfumes exóticos, almohadas de plumas… llamadme Isabel.
Cada semana, en torno a la fuente del hall principal se celebra la ceremonia de los deseos, una tradición asiática que consiste en depositar simbólicamente nuestros deseos con una vela encendida sobre el agua. Yo me pido que en mi próxima vida un esbelto Maharaja quede prendido por mis huesos, que ya me encargaré yo de decirle lo que tiene que hacer con su dinero.
Bueno, chicas, os dejo que esta vida, aunque está hecha para mí, no es la mía.