Una de las películas más deprimentes de Woody Allen se llama
Septiembre; un filme en tonos ocres, con personajes al borde del suicidio,
amores no correspondidos, traumas familiares y dramones dignos de telenovela de
sobremesa. Y es que septiembre es el mes más triste de año: los días se
acortan; la báscula te recuerda cada mañana que este verano te has pasado de la
raya; el pelo se cae más porque está cambiando el ciclo piloso (no sé qué
demonios es eso, pero suena fatal); los uniformes y los libros del colegios
arruinan nuestras cuentas corrientes; el jefe ha llegado al trabajo con aires
renovados y está empeñado en que trabajemos más que nunca; tu marido no hace
más que hablar de fútbol y de lo que haría él con la plantilla del Valencia;
los niños están insoportables después de dos meses de no hacer nada; tu suegra
amenaza con una comida familiar para que nos veamos todos después del verano;
tu cuñada está pesadísima porque dice que sus hijos tienen piojos por culpa de
los tuyos; Rajoy dijo ayer que la bajada de impuestos no llegará hasta dentro
de un año; Belén Esteban ha engordado quince kilos; Clint Eastwood se ha
separado y, lo peor de todo, la hija de Isabel Preysler, Tamara Falcó, amenaza
con darnos la murga este año contándonos su vida en un personality show
restragándonos por la narices que ella es una niña muy buena que se preocupa
mucho por los demás y que por eso se va de misionera a Mozambique.
Pero bueno, no nos hundamos en la depresión, que para eso ya
están Alberto Fabra y sus conselleres. Busquemos el lado bueno de la vida.
Septiembre también tiene su punto. Aunque no podamos comprar nada, las tiendas
ya han sacado las colecciones de invierno, monísimas de la muerte: mucho cuadro
inglés, nuevos colores como el rosa palo, abrigos envolventes, vestidos de
flores y lenceros, combinaciones clásicas como el blanco y negro y el viejo
traje chaqueta que triunfó en los noventa, feminizado y suavizado sin aquellas
espantosas hombreras, que por algo las ejecutivas de ahora son más modositas y
menos agresivas que las de antaño, que no está la cosa para ir de chulas por la
vida.
Más alegrías de septiembre: las pasarelas. Este año, Juan
Vidal, ese joven diseñador de Elda que promete regalarnos grandes momentos,
desfilará por primera en el calendario oficial de la Mercedes Benz Fashion Week
de Madrid. Ayer estaba preparando en el estudio del DJ la música del desfile.
Será el día 16 y su colección “Marguerite” estará en el punto de mira de muchos
críticos después de haber ganado el último premio Vogue. También lo harán
Dolores Cortés, Hannibal Laguna y Francis Montesinos, ya veteranos de la
pasarela madrileña.
Además, Josep Lozano ha tomado la dirección del club Moddos
cogiendo el testigo de su fundador, Ivan Martinez Colomer, de los Martínez
Colomer de toda la vida. Lozano conoce bien a lo más granado de la sociedad
valenciana y es la persona idónea para sacar el poco glamour que todavía nos
queda.
Más alegrías. Otra gran diseñadora, Presen Rodríguez, acaba
de abrir su nuevo estudio en la calle Pizarro 14, justo debajo de uno de los
estudios de Pilates más conocidos de Valencia, el de Camino Bañon y Rebeca de
la Iglesia. Allí se ponen en forma señoras tan estupendas como Rosa Morera, de
Max Mara, Amparo Martínez Medina, María Angeles Miguel, de Salvatore Ferragamo,
Piluca Bertolin, la estilosa mujer de Esteban Gonzalez Pons y Marta Pons, la no
menos estilosa mujer de Fernando Aliño, entre otras. Además, la presidenta del Palau de la Música de Valencia, Mayrén Beneyto se ha casado con Ramón Almazán,
después de varios años de novios. Un triunfo más del amor.
Venga, que septiembre no es tan malo.
2 comentarios:
Jope al principio del post la cosa sonaba mal. Muy mal! Cuando has mencionado el reality de Tamara ya han empezado a entrarme arcadas... Pero menos mal que todo ha mejorado con el desfile de Juan Vidal, septiembre también tiene cosas buenas.
Un beso!
Hola guapísima! gracias por comentar, desde luego que los desfiles hacen septiembre más llevadero, besos!
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