Tres
premios bien dados; cinco discursos breves, de un par de minutos cada uno; una
foto de grupo, y ¡ale!, a cenar. Eso es una entrega de premios como Dios manda y
no esas maratonianas jornadas de aplausos en las que sube uno, otro y otro y
otro más, hasta que acabas con las palmas de las mano enrojecidas de tanto
aplaudir. Tampoco es bueno que haya un exceso de autoridades y de faranduleo que
condicionan demasiado el protocolo y forman corrillos entre ellos, mientras el
resto de la concurrencia está más pendiente de ver si alguno de ellos le saluda
y consigue meterse en uno de esos corrillos, que de hacer cuchipandi con los
demás.
Telva
lo hizo así el viernes por la noche en el Palau de les Arts y le quedó bordado.
La directora de la revista nos había dicho que con ganas de trabajar, una
sonrisa y soñando a lo grande se puede conseguir cualquier cosa. Y ahí estábamos
los asistentes meditando sobre esa reflexión cuando subió al escenario Raphael
con esas sonrisa suya tan pegadiza nos dijo que él sigue soñando porque todavía
le quedan sueños por cumplir. Y ahí nos quedamos más de uno perplejo, pensando:
¡toma, ya!, este hombre, que ha conseguido uno de los cinco únicos discos de
uranio que se han dado en la historia, todavía tiene sueños, y tú a veces, en
casa, te pones tristona porque crees que ya no te queda nada en lo que
soñar.
Valentín
Fuster, el segundo premiado, nos dijo que la forma de dar a los jóvenes un mundo
mejor era hacer precisamente lo que estaba haciendo Telva, valorar el arte, la
ciencia y el deporte. El Tercero en subir fue Marc Márquez, un sol de chaval,
que con una humildad admirable reconoció abiertamente que todo aquello le
quedaba un poco grande. Y acabó la ronda de discursos Alberto Fabra que clausuró
su discurso emulando a Raphael: “...Digan lo que digan España va bien y está
llena de talento”.
Toda
la ceremonia no duró más de cuarenta y cinco minutos, cosa muy de agradecer en
este tipo de eventos. Luego una cena ligera y para acabar la noche, unas copas
en el ático del palau de les Arts bajo la luna de Valencia. Allí, el presidente
Fabra y sus conselleres de educación y sanidad, María José Catalá y Manu
Llombart, se mimetizaron con el resto de invitados, algo que por fin los
políticos han empezado a hacer.
La
presentadora de la gala fue, Nuria Roca, vestida de Jorge Vazquez. Entre
invitados, ellos de riguroso esmoquin estaba Jaime de Marichalar, Fiona Ferrer,
Paloma Segrelles y toda la familia de Raphael, su mujer Natalia Figeroa. También
el vicepresidente de Sha Wellness, Alejandro Bataller, el diseñador Francis
Montesinos, recién llegado de la Madrid Fashion Week, la presidenta del Palau de
la Música, Mayrén Beneyto, elegantísima con un vestido negro de Marta de Diego,
encolado y con las mangas y la espalda transparentes y bordadas, y un clutch en
forma de gato con incrustaciones de cristal de Judit Leiber -”lo compré en los
años 70 en NY, muchas preferían comprar abrigos de piel, pero a mí me emocionó
esa pequeña obra de arte”-, la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana,
Paula Sánchez de León, Alfonso Roig con la estilosa Patricia Bonilla, el
arquitecto Ramón Esteve, el tenista Juan Carlos Ferrero, el torero Vicente
Barrera, Jorge Martínez Aspar, Albelda con su mujer Vicen
Fernández...
A
la cita no faltaron los empresarios Héctor y Manuel Colonques, con su hija María
que se casa dentro de poco con Andrés Benet; Juana Roig, la hija pequeña de
Juan, con su marido Álvaro Otero, Juan Carlos Pantoja con su mujer Cristina
Blanch; Iñigo Parra y Henar Molinero, Silvino Navarro y Lucía Morales, Julio de
Miguel y Andrea Pascual, Carlos Pascual con su mujer Elena Ravelo,
Bárbara Jiménez de la Iglesia y Chimo Iborra, Joaquín Maldonado, Verónica
Montijano y José Luis Vilanova, Alfonso Manglano y Eva Marcellán, Sonsoles Gómez
Torres y Fernando Cervero, Paloma del Portillo Martínez Medina y Lucas Noguera,
el doctor José María Ricart y Carolina Merino, el joyero Arguimiro Aguilar, José Tamarit, Ana Valero y Maite
Sebastiá, la redactora jefe de moda de Telva, que llevaba un espectacular
vestido de crepé rojo de corte años 20 de Marta de Diego. He perdido el par de
zapatos de Prada que aposté la semana pasada.
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