Valencia ha cambiado más en los últimos cuarenta años que en los trescientos anteriores. Algunos cuarentones, tirando a cincuentones, todavía retenemos en la memoria, como una nebulosa, escenas de una vida rural que se ha perdido. El éxito de la Alquería Blanca ha sido precisamente retratar con gracia y acierto esas escenas. Ves al tio Pep y te parece estar viendo al padre de tu abuela, al que ella y tu madre hablaban de usted y que tenía a gala hacer callar a los niños con una sola mirada.
Perdidas por la geografía valenciana, persisten algunas casas que evocan a aquellos años. Dos de ellas están a cinco minutos de Valencia, entre Picanya y Paiporta. Son Villa Amparo y Villa Delia, dos palacetes del siglo XIX actualmente propiedad de los hermanos Barral, Juanjo y Delia. Allí, entre aparejos de labranza, naranjos y árboles centenarios, te sientes como en la casa del Falcó, el rico burgués de la Alquería Blanca, sólo falta que aparezca por allí algún carro tirado por caballos y unos jornaleros cargando sacos de abono.
Durante años esas casas han estado reservadas a las familias propietarias y a sus amigos, normalmente gente fina de alcurnia y saneada cuenta bancaria. Vamos, los niños bien de toda la vida que moran en los alrededores de Cirilo Amorós y que veranean, como no, en Denia o Benicassim.
Bueno, el caso es que estamos en el siglo XXI, el Falcó ya no tiene un ejército de jornaleros y los naranjos ya no desbordan las cuentas bancarias de sus propietarios. Así es que la única forma de rentabilizar las viejas casas solariegas es cederlas para que los descendientes de aquellos jornaleros vayamos de boda y nos sintamos por un rato como Asun Falcó.
Y aquí entra en escena la familia Aliño, Fernando y Nacho, capitaneados por su madre Isabel Alfaro. Son los descendientes directos de la familia Lassala, una familia francesa que se instaló en Valencia a mediados del siglo XVIII, donde cuentan las crónicas que alcanzaron gran fortuna y poder. Una de sus propiedades fue el Castillo de Alacuás, que compró Isabel González de Lassala en 1940 y fue expropiado por el ayuntamiento en 1993, en la época de Lerma, una espinita que los Aliño llevan clavada en noble alma.
Se quedaron sin el Castillo de Alacuás, pero ahora gestionan varios palacetes como el, la Masía de Aldamar, Casa Santonja (en Beniarbeig), y el Palacio de los Lassala, junto a la plaza del negrito, la casa de su abuela materna.
Villa Amparo, también llamado el Huerto Barral Boluda ha sido una de las últimas incorporaciones a su oferta de casas señoriales. Los Aliño, Fernando y Nacho, dejaron la casa hecha un pincel para la inauguración. Llenaron el jardín de mesas decoradas como si se celebrase una boda, con manteles de distintos estampados, y La Tartana se ocupó de las flores y de detalles de ambiente, con un montón de recipientes de cristal y latón, bicicletas antiguas, cajas de madera para naranjas y macetas por todas partes. Una monada.
Junto a los Aliño, estuvo su madre, Isabel Alfaro Lassala, el arquitecto Rafael Alcón, la abogada María Gómez-Polo, super bronceada, contrastando con la tez pálida y perfecta de Esperanza Vila, el alcalde de Castelló de Rugat José Miguel Barranca con sus amigos el periodista Fernando Ferrando, Angel Villanueva y Laura Gallego, la estilosa dueña de Belgravia, Jaime Girona, de los Girona de toda la vida, Rafael Aleixandre, Julio Simón y Delia Barral… Como anfitriones, los dueños de la finca, Juanjo Barral y Josita Boluda, con un collar de perlas por el que más de una daríamos nuestro reino.
Foto: Quique Villanueva (www.ardemagazine.com)
3 comentarios:
Hola Begoña,
¿ va a visitar este fin de semana Feria y Boda?
Me gustaría que te pasaras por nuestro mini stand de LLelle, que son unos protectores para tacones para que no se te hundan en el jardín.
Si no, ya te haré llegar la información, gracias
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