Imagínate que estás en la India, en Rajasthan, sentada a la
sombra de templos milenarios; atardece y tú allí, escuchando el sonido de una
fuente cercana y pidiéndole al cielo que haga callar al plasta de tu marido que
te está contando no sé qué demonios sobre la Ruta de la Seda. A tí eso te suena
a Marco Polo, un tipo del que lo único que sabes es que viajó más que el baúl
de la Piquer. Mientras tu chico sigue dale que te pego, tú decides ocultar tus
ojos tras tus gafas de sol y jugar a imaginar tu vida habiendo nacido en
Rajasthan; serías la hija de un Rajah y por supuesto guapísima de la muerte, te
habría llevado a estudiar a Londres, allí habrías conocido al guapísimo hijo de
otro príncipe….
Media hora después vuelves a la realidad, tu marido sigue con lo de Marco Polo… ¡qué
pesado, Dios mío! Abres los ojos para hacerle un poco de caso y mira tú por
donde en la mesa de al lado acaba de sentarse una joven india que lleva unos
pendientes idénticos a los que lleva tu abuela en la foto del día de su boda.
¡Uy, qué curioso!
Probablemente, tú no le dieses más importancia a lo de los
pendientes de tu abuela, pero Vicente Gracia, joyero, valenciano y apasionado
del arte, la historia y el folklore, le dió vueltas y más vueltas hasta que
encontró un vínculo entre los pendientes de la chica india y los de tu abuela.
En un viaje a Rajasthan, investigó el parecido entre los pendientes
tradicionales indios y los valencianos. “Eran de racimo, como los pendientes de
fallera, con perlas, balconcillos, diseños florales y filigranas. Pense que no
podía ser casualidad. En Valencia la joyería tradicional no se parece a la de
ninguna otra región de España y empecé a preguntarme por qué.”
La respuesta la encontró en la ruta de la seda y en el
comercio con piedras preciosas, sedas y perfumes. “Rajastán, Samarcanda,
Damasco… todos los lugares por donde pasa la ruta de la seda tienen la misma
iconografía. Como el comercio lo mueve todo y es muy abierto, -cuando vas a
hacer negocios con alguien no preguntas su religión, le aceptas con sus
diferencias- la influencia era evidente.”
Mucha de nuestra iconografía proviene de Asia central, de
Afganistán, de Persia....Dice Gracia que el espolín del traje de valenciana le
debe mucho a Damasco, ciudad en donde nació el famoso adamascado, la técnica
para tejer con hilos de oro y plata. Otros elementos de la cultura valenciana
también llegaron a través de la ruta de la seda: pólvora, arroz, cerámica,
joyería, seda.... A Vicente Gracia le fascinó tanto este descubrimiento, que
gran parte de su obra está dedicada a la relación entre oriente y occidente
Su última exposición ahonda en las influencias artísticas
entre ambas culturas. “En busca del origen” es una colección de siete piezas de
joyería inspiradas en la iconografía que llegó a Valencia desde oriente,
acompañadas por piezas de cerámica medieval que han inspirado las joyas y un
texto de un poeta místico.
El marco de la exposición es la planta noble del Palacio del
Marqués de Dos Aguas. Allí, entre salones lujosos, porcelanas finas y
decoraciones suntuosas, las piezas de cerámica y joyería reposan con los poemas
místicos dentro siete vitrinas, un número sagrado para algunas religiones.“Sin
ala y sin pluma, detrás de tí vuelo”, dice uno de los poemas caligrafiados a
mano por Vicente Gracia. “Eres mi doctrina y mi fé; eres mi hierba y mi jardín,
eres mi paraíso”, reza otro de los poemas escritos por Runi y Ibn Yubair, este
último nacido en Valencia en la edad media y uno de los viajeros y poetas hispanoárabes
más destacados.
“Hemos intentado que la relación entre poemas, cerámica y
joyas sea sutil. Los poemas de los místicos inspiran toda una concepción del
mundo que refleja la cerámica y la joya”, dice Gracia.
En la inauguración de la muestra, el pasado jueves, el
joyero estuvo acompañado por el empresario Juan Roig y toda su familia, la
presidenta de Unicef Nidita Guerrero, la presidenta del Palau de la Música,
Mayrén Beneyto, y la CEO de ArtinGroup, Sara Pérez Roselló, organizadora de la
exposición, entre otros invitados.
(Foto David Poliakoff)
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