lunes, 29 de diciembre de 2014
El discurso del Rey
La vida va pasando, hay cosas que sabemos que ocurrirán cualquier día. No las esperamos en ninguna fecha concreta, pero sabemos que ese día llegará porque está escrito en nuestro futuro. De pronto ese día llega, ocurre lo que tenía que ocurrir y poco después te das cuenta que se acaba de cerrar otro capítulo de tu vida, cada vez quedan menos capítulos por cerrar y te da un repentino bajón: te has hecho mayor, ¡uff, que agobio!
El discurso del Rey Felipe VI fue uno de esos capítulos. Hasta ahora lo hacía su padre, era como si lo hiciese el nuestro, como si nuestro padre hiciese el brindis de la cena. Ahora, el brindis ya no lo hace Papá, lo hacemos nosotras o nuestros maridos, que para el caso es lo mismo: somos nosotros, nuestra generación, la de Felipe VI, la que lleva ahora la voz cantante, ya no hay una generación anterior, ya quedan menos cosas que esperar, menos etapas que cerrar, ¡qué agobio!
Bueno, ya está bien de nostalgias, ¡qué porras!, estamos estupendas y monísimas de la muerte, como el Rey que está hecho un chaval y mucho más atractivo que hace veinte años. Jorge Manrique debía de ser un amargado, aquella cantinela suya de que “Cualquier tiempo pasado fue mejor” es una milonga.
¿Quién quiere volver a tener veinte años? Con la edad aprendes lo que quieres. El Rey de hoy no es aquel principito que leía los discursos con poca convicción y nosotros no somos aquellas niñatas que deambulaban por Carlos Moltó, Trinuca Larraz o Guayquemola en busca de esas chaquetas con hombreras gigantescas.
Con la edad, todo se vuelve más equilibrado, tienes criterio y ya no caes en brazos de cualquier moda pasajera. También es verdad que estos años son poco dados a los excesos. La comida es sana, la moda ecológica y hay una vuelta a lo artesanal y al diseño básico. No hay más que pasarse por el showroom que han montado María Marí y Belén Vitoria, de Diseño al cubo, en Pizarro 29. La tienda efímera se llama Jul Konstruktion porque el denominador común es el diseño nórdico. A diferencia de otros mercadillos, donde cada uno trae ropa de su padre y de su madre, aquí todo guarda una cierta armonía. Hay muebles de diseño hechos con maderas nobles, diseños simples con materiales naturales, cerámica artesanal, camisetas de algodón de Mimmëko, ropa para niños cosida en talleres de Valencia, tarjetas y complementos con papeles bonitos de Lovely Paper, bisutería artesanal de Susana Calabuig, maceteros de madera y cemento de Eliseo Pausá, piezas de artistas de la galería Mr. Pink, la ropa de Nancy Tarrasó con su firma Uke y los vestiditos de By Anina, la firma de Ana de Miguel, sobrina de Carlos Llobet, el empresario que llevó Distrito 10 a la fama en los ochenta y noventa. Las colecciones de Ana son muy chulas, sientan bien y además tienen un estilo sesentero juvenil que rejuvenece un montón. Junto a la ropa de Anina se puede comprar el libro que ha escrito su padre Luis de Miguel Aynat, “El secreto está en la R”.
Jul Konstruktion estará abierto hasta el 31 de diciembre. No es el único mercadillo navideño. Muy cerca, en la Gran Vía, ha abierto GV34, del estilo al Cool Market de Paula Alcón en la calle del Mar, y además está el Mercado navideño de Tapinería.¬¬
La vida pasa, chicas, nos hacemos mayores, los mercadillos se sofistican, pero hay tradiciones que se mantienen, como el aperitivo del día de Nochebuena en Aquarium. Este año Cuchita Lluch ha sido infiel a Aquarium y se ha llevado la fiesta al Mercado Central, al bar de Ricard Camarena. Allí reunió a su grupo de amigos, entre ellos Lourdes Reyna, Olga y Sergio Adelantado, Nanda Botella y Alfredo Montoro, Amparo López y Germán Ros, Trini Gracia y José Maldonado, Esperanza Villa y Carmen Jofre y Ferche Forcada.
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