Valencia está cambiando, chicas,
y el cambio es más rápido de lo que tarda Zara en copiar una nueva colección. El
jueves, Ángela Pla celebró como cada
año la fiesta de verano de su revista, esa que reúne, en el IVAM, a lo más
granado de la sociedad valenciana: arquitectos, diseñadores de postín,
artistas, directores de comercios de lujo, políticos, periodistas…
Para dar un toque de color y
cosmopolitismo a la cita, Ángela suele traer a cuatro o cinco famosos de Madrid.
En otras ocasiones, las invitadas tenían un lustre aristocrático como Naty Abascal, Eugenia Silva –pareja de Alfonso de Borbón- o Carla Royo-Villanova. Esta vez vinieron
Loles León, Massiel y Pastora Vega. Faltó Rosy de Palma y Bibiana Fernández para convertir la noche en un remake de la movida
madrileña de los ochenta con Almodóvar
y su troupe.
La ex de Imanol Arias estaba tan mona como siempre, alta, delgada, guapa y estilosa. Subió al escenario con Loles León,
mucho más de andar por casa, pero con un desparpajo que eclipsa a la más
pintada. Las dos dieron el premio al diseñador Manu Fernández, que recogió el premio con bermudas y calcetines
negros largos, bajo una chaqueta de traje. Vamos, con un estilismo que sólo puede
llevar un genio del diseño y que si se lo pone tu marido, antes de salir de
casa le pides el divorcio; pero si se lo pone él, dices: ¡Jo, pe, qué arte
tiene este hombre!
La gala nos dejó algunos detalles
más de revival ochentero, como el champagne servido en copas Pompadour,
aquellas con las que brindábamos en las noches de fin de año de nuestra
adolescencia. Cuenta la leyenda que esa copa fue modelada sobre el pecho
perfecto de Madame Pompadour. Sea o no cierto, los invitados bebieron champagne
porque el evento tampoco se prestaba para tirar de litrona mientras escuchas canción
protesta.
Por lo demás la cena fue un
compendio de buen gusto: la decoración de Paloma
Tárrega convirtió el hall del IVAM en un frondoso jardín botánico; el menú
de Javier Andrés, de la Sucursal, tomate
en rama relleno y merluza al horno, fue comedido y nada esnobista y las flores
de Conchita Cañamás pusieron el
toque romántico.
Entre los invitados, muchos
nombres habituales en este tipo de cenas: el doctor Murgui, Laura Fitera, Ivan Martínez Colomer y Ana García, de
Moddos, las hermanas Alicia y Paloma de
Miguel, las periodistas Laura
Grande, Elena Menéndez, Maribel Vilaplana y Susana Golf, el joyero Vicente Gracia, la diseñadora Amparo Chordá, Rocío Bacharach, Antonio
Jordán, José Tamarit y Ana Valero, de Chapeau; Lourdes Verdeguer de Patos, Carlos
Serra y Víctor Nebot, la mujer del
cantante Francisco, Paca Ribes, Josep
Lozano, los periodistas Juan
Lagardera y Cruz Sierra; el peluquero Tono
Sanmartín, Encarna Roig, de Acosta…
La política también tuvo su
representación: estuvo Fernando Giner,
de Ciudadanos, la diputada del PSPV María
José Mira y la todavía Consellera María
José Catalá, que como no podía ser de otra forma pasó más desapercibida que
otros años. Faltó alguien de Compromís. Todo se andará.
Entre los premiados con una pieza
del artista JARR, una emocionada María
Dolores Enguix, de la Óptica Climent; la empresaria Celia Valiente, el interiorista Antonio Salinas, el cocinero de Master Chef Pepe Rodríguez, el doctor José
Remohí de la clínica IVI, la blogger Mar
Flores, los diseñadores Ángel
Schlesser y Manu Fernández, los
modelos Teresa Baca y Fran Martínez
y el arquitecto Antonio Escario.
La nota discordante la puso el
humorista Angel Garó, que estuvo
poco fino al decir, micrófono en mano, que iba a hacer pipí, justo cuando Leticia Valera explicaba la labor de su
ONG Kassumay en África.
Lo mejor, la puesta en escena de Angela,
que es una artista leyendo discursos. Alguno de nuestros partidos debería
ficharla para elevar el nivel de la retórica en Les Corts. Me quedo con su cita
de Borges: “Al cabo de los años, he observado que la belleza, como la
felicidad, es frecuente. No pasa un día que no estemos, un instante, en el
paraíso”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario