En el mundillo de la moda abunda eso que ahora llaman postureo y que se podría traducir por aparentar lo que uno no es para dárselas de importante. Por el ejemplo, directoras de revistas de moda famélicas que posan como modelos cada vez que llegan a un desfile o se enfadan como actrices de Hollywood si no las sientas en un lugar privilegiado frente a la pasarela; diseñadores que van de artistas incomprendidos, auto elevados a la categoría de lo divino, que hablan con voz engolada; blogueros de tres al cuarto que alcanzan la fama por calzar tacones mejor que la Reina Letizia; jovencitos espabilados que entienden que por estudiar en Saint Martins y ligarse a un famoso ya pueden ir dando lecciones de estilismo como si fueran la mismísima Coco Chanel … Mucho, mucho posturero.
Pero no todo es tan fatuo. Quien realmente se ha ganado su posición con el esfuerzo y el trabajo bien hecho no necesita aparentar lo que no es, sino más bien al contrario lo que quiere es rodearse de gente que ha andado su mismo camino. La directora de la revista Telva, Olga Ruiz, en la entrega de los Premios en el Palau de les Arts, dijo que ya llevan cinco años de vida reconociendo a “15 auténticos números uno en su profesión, personas con tantos reconocimientos que es imposible nombrarlos, pero que además tienen la humildad de las personas realmente excepcionales.” Vamos que Raphael, Enrique Ponce, Ainhona Arteta, el doctor Baselga, Valentín Fuster o Sara Baras son como los bolsos de Prada o Vuitton, no necesitan aparentar cosa distinta de lo que son.
Telva no premia el postureo ni la impostura, sino el valor de Enrique Ponce, la generosidad del Doctor Matesanz y el esfuerzo del equipo femenino de baloncesto. “Gracias a vuestra valentía y determinación nuestra vida es más digna, más hermosa y emocionante”, dijo Olga.
La gala de los Premios Telva fue lo que cualquier “postureista” quisiera que fuese su fiesta: una gala bien hecha, en la que la suma de las partes (decoración, música, invitados, catering, puesta en escena…) dan un todo perfecto. Había clase, estilo, saber estar, la gente estaba a gusto porque todo estaba en su sitio.
La decoración de las hermanas Rosana y Lorena Oliver de Araventum fue un regalo para los sentidos: el hall del Palau de les Arts apareció ante nuestros ojos como un invernadero del siglo XIX, romántico y exótico, lleno de plantas tropicales, arcos cubiertos de verde, sillas de forja y candelabros blancos como los de un jardín vintage... hasta los manteles eran de hojas y flores en tonos verdes y blancos.
La cena servida por Cocotte fue una delicia, el buffet de postres una perdición, y los gintonics de NGin VLC el remate perfecto.
Nos fuimos a casa con un par de regalos y esa sensación de gratitud por lo bien que Telva y todo su equipo nos había tratado.
Los invitados, como podéis imaginar, iban niquelados, pero si no queréis perderos detalle os recomiendo ver la galería de fotos de Telva en su web, ¡hay mucho que cotillear! De todos los vestidos, hay que fijarse en el impresionante Naeem Khan de Paloma Cuevas, cuajado de pedrería y bordados, los negros estilosos de Nuria March, Olga Ruiz o Bárbara Jiménez de la Iglesia, el rojo Valentino de Marta de Diego que llevó María Cosín, el Armani de Rocío Bacharach, el verde de Cristina Blanch, el blanco y negro de Mamen Puchades, el kaftan de Carolina Merino o el Alejandro Resta que llevó Encarna Roig. Alejandro Resta acaba de firmar un contrato para exportar una colección de alta costura a Qatar. Otros, con mucho menos, ya lo hubieran proclamado a los cuatro vientos. Alejandro Resta es otro ejemplo de esfuerzo y trabajo bien hecho, sin postureo.
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