domingo, 21 de febrero de 2016

El Mediterráneo en Madrid

Francis Montesinos es un tipo genial; mil veces abatido y otras tantas levantado. Eterna sonrisa bonachona, siempre rodeado de gente que parece dispuesta a dar la vida por él sin pestañear. Año tras año, Francis se planta en Madrid, en esa meca de la sobriedad castellana, en la que todo es más seco que un pan de anteayer, y despliega la esencia más mediterránea de Valencia. Ese punto de exceso y misticismo que nos acerca más a Nápoles o a Sicilia que a Soria o Cuenca. Sobre la pasarela un arco de rosas, orquídeas y boas de claveles rojos que recuerda a las carrozas de las batalla de les flors. Empieza el desfile con Amador Rojas y Eduardo Guerrero, dos bailaores gitanos, que dan la bienvenida al universo Francis. De alguna forma, vienen a decir: este no es un desfile más al uso. Aquí hemos venido a ver ropa y a algo más, a bañarnos en lo más profundo del mediterráneo, en ese punto en el que se guardan los relicarios y se saca al Corpus en Procesión. El estampado de la colección son imágenes de reliquias de la iconografía católica, con el rojo burdeos de fondo. Y Sara de Antonio, la modelo que cerró el desfile vestida de novia, llevaba la cara tapada con un velo blanco y un gorro y bailaba dando vueltas sobre sí misma emulando a La Moma del Corpus. Los diseñadores Dolce y Gabbana hubieran disfrutado de lo lindo.
Entre los bailarines del inicio y la novia del cierre, Francis homenajeó a los diseñadores que más admira y sacó al escenario los clásicos suéters y rebecas de punto tejido a mano de Manuel Piña; elegantes vestidos de terciopelo y raso como le gustaban a Jesús del Pozo; abriguitos sesenteros de color azul que recordaban a los uniformes para Iberia del maestro Elio Berhanyer, sentado en primera fila sin perderse detalle. Hubo vestidos de raso de seda en homenaje a Pertegaz y otros con drapeados de lo más delicados que recordaban a los plisados de Fortuny. Montesinos también dedico un par de vestidos de lurex con anillas de metal a Paco Rabanne y acabó la serie con un homenaje a Balenciaga, con “su rendición incondicional a la belleza femenina, el corte perfecto, la costura exquisita, su investigación sobre tejidos, colores y siluetas”.
La puesta en escena de Montesinos fue exactamente la opuesta al desfile anterior, el de Angel Schlesser, con su pasarela blanca y desnuda, modelos lánguidas y pálidas y un minimalismo impoluto. Vamos, que detrás vino Montesinos como si una mascletá hubiese irrumpido en la última reunión del Eurogrupo”.
Entre el público, chicos vestidos con falda, excéntricos tipo Rappel, con abrigo de piel blanca, calva decorada con gemas y mucho temple para llevar eso con maestría, que no es fácil; valencianos como la periodista Inés Ballester, Javier García Alberni, los periodistas Fernando Ferrando y Lluís Motes, Miguel Zorío, Josevi Plaza e incondicionales como la fotógrafa Silvia Poliakoff. Entre los famosos (pocos), la actriz Norma Ruiz y el joyero Emiliano Suárez.
En la MBFW desfiló otro valenciano, Juan Vidal, el Prada alicantino. Su colección es para llevársela enterita: plumíferos de lo más estilosos, en versión canguro y extragrandes, vestidos híper mega femeninos y un par de abrigos de paño ideales de la muerte. En el desfile estuvo Laura Fitera, acompañada por un equipo de Comando Actualidad de TVE. Llevan grabándola todo el fin de semana: en su casa, en el AVE a Madrid… “Lo pensé mucho y al final dije que sí, sólo pretendo ser yo misma y acepto con la misma naturalidad elogios que críticas.” Laura Fitera es una gallega muy valencianizada, enamorada de la ropa de Juan Vidal, que es una sabia combinación entre el exceso mediterráneo y la sobriedad cantábrica.

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