Hay empresas que parecen imposibles hasta que alguien se lanza a hacerlas y hace las cosas bien hechas. Entonces, a poco que le acompañe la suerte, tiene éxito y se descubre que lo imposible era sólo una excusa para embarcarse en una aventura arriesgada. Por ejemplo, que a alguien se le ocurra crear una firma de zapatos para adolescentes: “¡a dónde vas, loco!, como piensas competir con Nike, Adidas y demás!. Anda, anda, déjate de tonterías, los experimentos con gaseosa, si quieres ser empresario móntate una franquicia”
Pero hay gente que se lanza y algunos lo consiguen. ¿Os acordáis de Privata?, aquella firma de suéteres que nos volvió a todos locos a mediados de los ochenta. Le dio un revolcón a Lacoste, Fred Perry, Burbery y demás. Las grandes tiendas de Valencia, ¿os acordáis de Still West, en la Calle Xativa? Los colocaban en sus mejores escaparates y toda Cánovas se llenó de Privatas.
Ahora, treinta años después, está pasando algo parecido con las zapatillas Satorisan. Los chavales se vuelven locos con ellas, nos llevan a las madres arrastras hasta la tienda que ha abierto en la calle Sorní 25.
Las zapatillas son una chulada: suelas de color verde patentadas, plantillas megacómodas, diseños trabajados hasta el detalle, cordones de rafia y trenzados, pieles hiper mega suaves de antílope, lonetas de algodón desteñido y campañas de publicidad en sitios ideales como la cala de los tambores de Ibiza (con el sello inconfundible de Begoña Buqué, la que fuera alma de Siete Mares). Lo mejor de todo es que la firma no viene de Estados Unidos, sino de un valenciano que se llama Alejandro Monzó y que ha convertido el estilo de vida mediterráneo en objeto de deseo para adolescentes.
Esta semana también se inauguró el restaurante Sra. Cook, en la calle Alboraya 72, un sitio ideal para comer o cenar estas fallas con buena cocina de mercado, es decir con buena materia prima, y eso nunca falla. El local está decorado con cariño, tiene hasta un sofá de lo más hogareño, y lo mejor es la terraza interior perfecta para tomar gintonics. En las paredes, fotos de Cuba de la última exposición de Flaco García Poveda, que estuvo en la inauguración con el fotógrafo José Alberto Figueroa, uno de los grandes discípulos cubanos de Korda, fotógrafo del Che. Inma estuvo rodeada de un montón de amigos periodistas: Eugenio Mallol, Amparo Tórtola, Xavier Ribera, Pedro Muelas, Willy Montesinos, Ana Portacelli y Alejandra Montaner, que está celebrando el cumpleaños de su tienda, ¡12 años hace ya que abrió!Buena parte de ellos volvimos a encontrarnos al día siguiente en el estudio del pintor Vicente Peris, buen amigo de Juan Carlos Gómez Pantoja, que fue quien nos convocó para ver la mascletà desde la torreta que hay en el edificio que hace esquina entre la calle San Vicente y la Plaza del Ayuntamiento. Una maravilla de sitio. Ya sabéis que a partir de cierta edad lo ideal para ver la mascletà es encontrar a un amigo que tenga una terraza con vistas a la plaza, que eso de los apretujones y de los codazos está bien para los adolescentes y sus Satorisan pero no para nosotras, que le damos más importancia a la cervecita y al picoteo que a las carcasas.
Como somos chicas elegantes y finas, lo suyo es continuar el plan tomando champagne y ostras en sitios de moda como Ostras Pedrín, detrás del Parterre, o comer en alguno de los 37 restaurantes que participan este año en la ruta Moët de fallas, entre ellos Valen&Cia, Raussell, Sausalito, el Canyar, Moltto, Leixuri, Saiti y también en Marina Beach Club, donde Javier Monedero presentó la ruta con el último invento de Moët: un champagne que se toma con hielo, fresas y menta como si fuera un gintonic.
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