martes, 17 de abril de 2018

Menos es más

El arquitecto Mies Van der Rohe dijo aquello de “menos es más” y sembró las bases del minimalismo. Obviamente Mies no era valenciano, ni fallero, ni maestro paellero. El minimalismo casa mal con la valencianía. De alguna forma identificamos la escasez con la penuria. Amamos los excesos; “quant mes sucre, mes dolçs”, “quan mes, millor”. Preferimos que sobre a que falte, ahí están las fallas para demostrarlo, ni un solo hueco sin ninot, ni un espacio libre, todo bien atiborrado.
Nos gusta lo recargado. Te presentas a una boda sin tres kilos pintura en los labios, máscara de pestañas, maquillaje, ni sombra de ojos, y sientes como se clavan en ti los ojos inquisitoriales de las amigas de tu madre: “Veges tu, no arreglar-se per a anar de boda”.
En los cócteles y cenas sociales eso se traduce tropecientos invitados y en bandejas y más bandejas con toneladas de canapés, ríos de vino y mares de champán…“Tira-li, que no falte de res”. Y a última hora, cuando ya no te cabe en el cuerpo una aceituna, a alguien se le ocurre que puede haber quien se haya quedado con hambre. Entonces llega el resopón: bocadillos de morcillas con habas. Y el anfitrión, ufano, mira a sus invitados y dice para sus adentros: “Què vos ha paregut?, morruts?
Pero algo está cambiando. No sabemos si es una moda pasajera, el último estertor de la crisis, o un repentino amor por el minimalismo que ha venido para quedarse. El caso es que han quedado atrás aquellos eventos en los que salías con tres tallas más de falda. Ahora todo es más escaso, un vino por aquí, un canapé de tarde en tarde y cuando crees que va a empezar la cena, te sacan los postres. No sólo eso, es que además las convocatorias son más reducidas, cada vez hay menos bodas con quinientos invitados.
El pequeño formato ha dominado la vida social esta semana. El jueves, varias galerías de arte inauguraron exposición y lo hicieron con invitaciones reducidas, casi en familia.
La Galería Pizarro inauguró exposición de Jesús Barranco. El artista estuvo acompañado por Clara Ortiz, Pilar Crespo, Ana Crespo, Pura Rubio, el artista Vicente Colom, Gracia Rubio, Javier Irlan, Borja Boluda, Juan Bautista Soler, Clara Ortiz, Alejandro de Pomes, Pablo Blay, Nacho Boix, Jose Vicente Cascales, el artista Oscar Borrás (padre de la médico-bloguera de moda Greta Borrás), Marta Soler, María Jose Segrelles, Ana Llestín y Jose Vicente Casacales.
Otra galería, Mr Pink, reunía a un pequeño grupo de aficionados al arte alrededor de la exposición de Javier Pastor, titulada “En blanco”. Allí estuvo la directora de la galería María Tinoco, el director de Ideo Carlos Pinazo, los directores de EspaiTactel Ismael Chappaz y Juanma Menero, el director de Papel Engomado Joaquín Artime y el director del departamento de arte de la UMH, Daniel Tejero.
La más glamourosa de las citas fue la de Ana Serratosa, que tiene su galería de arte en un coqueto ático de Pascual y Genís. Tan chulas son las piezas de arte que trae como la terraza de su galería, uno de esos espacios acogedores y silenciosos donde uno podría pasar las horas muertas sin más ocupación que escuchar el sonido de una fuente de agua.
El jueves inauguraba muestra de Françoise Vanneraud, una artista francesa afincada en Madrid, joven pero con una trayectoria consolidada. La galerista la presentó con una de esas frases que guardas en el bloc de notas, por si tienes ocasión de repetirla alguna vez: Arte es lo que hace el artista y la generosidad de quien lo contempla.
Entre el reducido grupo de invitados, estuvo su hermano Pablo Serratosa, María Dolores Enguix y Marcelo Soto, la estilosa Nela Gómez Villalonga, el artista Lu Gorritz, Pablo Cervigón, Covadonga Méndez, Pilar Vidal, Javier Vela, Dolores Méndez, Alfonso Pascual y Socorro Maldonado y el gallego David Barro, comisario de la muestra, que dio una clase de arte contemporáneo explicando las referencias de la artista y también dejó alguna frase para guardar, como la cita de María Zambrano: “El dibujo es la soledad de la imagen, el trazo que deja la vida en su discurrir”.
La interiorista Tatiana Monsonís estuvo con su marido José de Miguel. Sus hermanas Carmen, Alicia y Paloma de Miguel, que no se pierden una inauguración, faltaron esta vez a la inauguración porque estaban en el concierto de Café Quijano en el Palau de les Arts.
No faltó el doctor Murgui, que acababa de llegar de la inauguración de la exposición de Zuloaga en la Fundación Bancaja. Esta sí que fue multitudinaria. Además de las autoridades y familiares del pintor, estuvieron Bárbara Breva, Emilia Valls, Rosario Montemayor, Antonio Lo Arcos, Pepa Martínez, María Gómez-Polo, Patricia Laviña, Nacho Guerra, Adriana Blay, Maribel Vaño, Javier Molins, el artista Paco Sebastiá, Coté Soler y Javier Martínez Rubio, Tola Clérigues e Isabel María Lasala, entre otros.
La inauguración más transgresora, también en petit comité, fue la que reunió a artistas urbanos en la sala de exposiciones de Algemesí. Casi todos los autores de este estilo prefieren mantener su identidad oculta, no salen en las fotos y a veces se ponen máscaras para no ser reconocidos. Hay obra de Eduardo Bermejo, Diego Cuesta o Alejandra de la Torre. Entre los asistentes y artistas estuvieron los coleccionistas Luis Salvador y Teresa Villanueva, los arquitectos Xavier Laumain y Ángela López, Encarna Folch, Alberto Girbés, los artistas Esteve Adam, autor del último retrato oficial de Felipe VI para el Colegio de Notarios de Valencia, Juan Vilches, Juan Carlos Forner, Antonio Roig, y los fotógrafos Víctor Berenguer y Esteban Roca. Muchas de las pinturas son fácilmente reconocibles, como los guerreros ninja de David de Limón, que se pueden ver en muchas calles de Valencia. Como anfitriones, estuvieron los comisarios de la muestra Alex Vilar y Lluis Salvador.

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