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lunes, 1 de junio de 2020

Reencuentros


Encontrar sitio en una buena terraza se ha convertido en una misión imposible, casi tanto como conseguir unos zapatos monos de tu talla en las segundas rebajas. Llegas a la cafetería de turno, todas las mesas están ocupadas, echas una mirada discreta a ver por dónde va cada uno. Este ya ha pedido la cuenta, la otra ya se ha acabado el café, la de más allá ha cogido el bolso y parece que ya se va. Pero no se levanta ni Blas. Son como tu Pepe cuando se está comiendo un plato de bravas, mientras tú haces un esfuerzo inhumano para no tocarlas. Desde hace media hora, parece que él ya ha terminado, pero siempre le queda una sucaeta más; el camarero amenaza con llevarse el plato y él alarmado y le dice “ni se te ocurra”.

Cuando por fin consigues sentarte, entiendes a quienes te precedían. De ahí no te mueve ni un aguacero. Sobre todo se has quedado con las amigas a tomar un vinito, reíros un rato y ponerse al día, que había mucho de qué hablar y las amigas son la mejor terapia para hacer frente a las crisis de todo tipo. Por eso no es extraño que esta semana más de una haya aprovechado para compartir terraza y vinito con amigas.

La interiorista Tatiana Monsonís, Eva Marcellán y Leticia Valera, fundadora de la ONG Vaya Tela Leticia, quedaron en la plaza del Patriarca. Eva se llevó a su perrita Bibi, que es una monada y tan pequeña que cabe en el cesto de la bici.

Mayrén Beneyto también aprovechó estos días para reunirse con sus amigas María Teresa Monsonís, Carmen Tope y Charo Font de Mora en casa de la artista Blanca Martí en la urbanización Santa Bárbara. Compartieron comida y confidencias y pudieron ver en el taller las últimas obras de la pintora.
Otro grupo de amigas: Juana Camps, Begoña Camps, María Gómez-Polo, Verónica Jordá, Adriana Blay y Pati de la Viña comieron juntas en casa de Isa Aliño para celebrar el cumpleaños de Eva Alapont.

Apetece tanto estar en las terrazas que algunas tiendas, como la de Alejandra Montaner, han puesto una mesa con sillas en la puerta para que sus clientas se tomen algo mientras esperan turno si hay exceso de aforo. Por la terraza de Alejandra han pasado María Luisa Tormo o Daniela Carrillo.
Las tiendas de barrio pequeñas tienen un encanto especial. Bastan dos o tres visitas para que acabes siendo amiga de la dueña. Un día entras a por unas zapatillas y en cuanto te descuidas, te quedas una hora de charreta hablando sobre el trabajo, los hijos o tu Pepe. Si las tiendas son de ropa de mujer, como la de Laura Cernicharo o Bea Aguinaco, entonces sabes cuando entras pero nunca cuando sales, porque el probador es como un confesionario y entre vestido y vestido te cuentas media vida.

Hemos echado de menos las pequeñas tiendas y también las grandes como el Corte Inglés, que abre por fin mañana. “Lo tenemos todo preparado para abrir en cuanto pasemos de fase”, contaba el director de comunicación Pau Pérez Rico y la personal shopper de Pintor Sorolla Inés Alonso.


martes, 17 de abril de 2018

Menos es más

El arquitecto Mies Van der Rohe dijo aquello de “menos es más” y sembró las bases del minimalismo. Obviamente Mies no era valenciano, ni fallero, ni maestro paellero. El minimalismo casa mal con la valencianía. De alguna forma identificamos la escasez con la penuria. Amamos los excesos; “quant mes sucre, mes dolçs”, “quan mes, millor”. Preferimos que sobre a que falte, ahí están las fallas para demostrarlo, ni un solo hueco sin ninot, ni un espacio libre, todo bien atiborrado.
Nos gusta lo recargado. Te presentas a una boda sin tres kilos pintura en los labios, máscara de pestañas, maquillaje, ni sombra de ojos, y sientes como se clavan en ti los ojos inquisitoriales de las amigas de tu madre: “Veges tu, no arreglar-se per a anar de boda”.
En los cócteles y cenas sociales eso se traduce tropecientos invitados y en bandejas y más bandejas con toneladas de canapés, ríos de vino y mares de champán…“Tira-li, que no falte de res”. Y a última hora, cuando ya no te cabe en el cuerpo una aceituna, a alguien se le ocurre que puede haber quien se haya quedado con hambre. Entonces llega el resopón: bocadillos de morcillas con habas. Y el anfitrión, ufano, mira a sus invitados y dice para sus adentros: “Què vos ha paregut?, morruts?
Pero algo está cambiando. No sabemos si es una moda pasajera, el último estertor de la crisis, o un repentino amor por el minimalismo que ha venido para quedarse. El caso es que han quedado atrás aquellos eventos en los que salías con tres tallas más de falda. Ahora todo es más escaso, un vino por aquí, un canapé de tarde en tarde y cuando crees que va a empezar la cena, te sacan los postres. No sólo eso, es que además las convocatorias son más reducidas, cada vez hay menos bodas con quinientos invitados.
El pequeño formato ha dominado la vida social esta semana. El jueves, varias galerías de arte inauguraron exposición y lo hicieron con invitaciones reducidas, casi en familia.
La Galería Pizarro inauguró exposición de Jesús Barranco. El artista estuvo acompañado por Clara Ortiz, Pilar Crespo, Ana Crespo, Pura Rubio, el artista Vicente Colom, Gracia Rubio, Javier Irlan, Borja Boluda, Juan Bautista Soler, Clara Ortiz, Alejandro de Pomes, Pablo Blay, Nacho Boix, Jose Vicente Cascales, el artista Oscar Borrás (padre de la médico-bloguera de moda Greta Borrás), Marta Soler, María Jose Segrelles, Ana Llestín y Jose Vicente Casacales.
Otra galería, Mr Pink, reunía a un pequeño grupo de aficionados al arte alrededor de la exposición de Javier Pastor, titulada “En blanco”. Allí estuvo la directora de la galería María Tinoco, el director de Ideo Carlos Pinazo, los directores de EspaiTactel Ismael Chappaz y Juanma Menero, el director de Papel Engomado Joaquín Artime y el director del departamento de arte de la UMH, Daniel Tejero.
La más glamourosa de las citas fue la de Ana Serratosa, que tiene su galería de arte en un coqueto ático de Pascual y Genís. Tan chulas son las piezas de arte que trae como la terraza de su galería, uno de esos espacios acogedores y silenciosos donde uno podría pasar las horas muertas sin más ocupación que escuchar el sonido de una fuente de agua.
El jueves inauguraba muestra de Françoise Vanneraud, una artista francesa afincada en Madrid, joven pero con una trayectoria consolidada. La galerista la presentó con una de esas frases que guardas en el bloc de notas, por si tienes ocasión de repetirla alguna vez: Arte es lo que hace el artista y la generosidad de quien lo contempla.
Entre el reducido grupo de invitados, estuvo su hermano Pablo Serratosa, María Dolores Enguix y Marcelo Soto, la estilosa Nela Gómez Villalonga, el artista Lu Gorritz, Pablo Cervigón, Covadonga Méndez, Pilar Vidal, Javier Vela, Dolores Méndez, Alfonso Pascual y Socorro Maldonado y el gallego David Barro, comisario de la muestra, que dio una clase de arte contemporáneo explicando las referencias de la artista y también dejó alguna frase para guardar, como la cita de María Zambrano: “El dibujo es la soledad de la imagen, el trazo que deja la vida en su discurrir”.
La interiorista Tatiana Monsonís estuvo con su marido José de Miguel. Sus hermanas Carmen, Alicia y Paloma de Miguel, que no se pierden una inauguración, faltaron esta vez a la inauguración porque estaban en el concierto de Café Quijano en el Palau de les Arts.
No faltó el doctor Murgui, que acababa de llegar de la inauguración de la exposición de Zuloaga en la Fundación Bancaja. Esta sí que fue multitudinaria. Además de las autoridades y familiares del pintor, estuvieron Bárbara Breva, Emilia Valls, Rosario Montemayor, Antonio Lo Arcos, Pepa Martínez, María Gómez-Polo, Patricia Laviña, Nacho Guerra, Adriana Blay, Maribel Vaño, Javier Molins, el artista Paco Sebastiá, Coté Soler y Javier Martínez Rubio, Tola Clérigues e Isabel María Lasala, entre otros.
La inauguración más transgresora, también en petit comité, fue la que reunió a artistas urbanos en la sala de exposiciones de Algemesí. Casi todos los autores de este estilo prefieren mantener su identidad oculta, no salen en las fotos y a veces se ponen máscaras para no ser reconocidos. Hay obra de Eduardo Bermejo, Diego Cuesta o Alejandra de la Torre. Entre los asistentes y artistas estuvieron los coleccionistas Luis Salvador y Teresa Villanueva, los arquitectos Xavier Laumain y Ángela López, Encarna Folch, Alberto Girbés, los artistas Esteve Adam, autor del último retrato oficial de Felipe VI para el Colegio de Notarios de Valencia, Juan Vilches, Juan Carlos Forner, Antonio Roig, y los fotógrafos Víctor Berenguer y Esteban Roca. Muchas de las pinturas son fácilmente reconocibles, como los guerreros ninja de David de Limón, que se pueden ver en muchas calles de Valencia. Como anfitriones, estuvieron los comisarios de la muestra Alex Vilar y Lluis Salvador.

lunes, 15 de enero de 2018

Esencia valenciana

La valencianía es como el amor. Difícil de definir pero fácil de reconocer. Es hielo abrasador, fuego helado, diría el poeta del amor. De la valencianía…qué se yo qué diría un poeta de la valencianía. Para unos luz, color, fuego y arte. Para otros, paella, pólvora, all i pebre, buñuelos y fallas. Habrá para quienes sea orgullo de un pueblo laborioso y dos veces leal. Otros para quienes Valencia sean los cabezudos, les dolçaines y les espardenyes de esparto. Probablemente sea un poco de todo eso, como el amor: hielo abrasador, fuego helado…
En cualquier caso, si hubiese que explicarle a un esquimal qué es la valencianía, bien podría haberle tomado el pulso, al menos en lo que a su vida social se refiere, en la entrega de los premios de Archival, una asociación que defiende la recuperación de los centros históricos.
Allí estaba tota València: los altares de San Vicente, las hermandades y cofradías, las Damas de San Vicente, el Ateneo…
Fue en el salón de actos de la Beneficencia, con las fuerzas vivas de la ciudad, entre ellos el presidente de la asociación José Lluis Lliso y los premiados: el empresario Vicente Aguilar con su mujer Toña Játiva, el coordinador  de las Cruces del Canyamelar José Ángel Crespo, la Presidenta de las Damas de San Vicente Conchita Chofré Ferri, la fundadora del Colegio IALE Marisa Marín, que subió a recoger el premio emocionada; la fundadora del Colegio Esclavas, Juana María Condesa Lluch, la presidenta del Club de Encuentro Manuel Broseta Amparo Matíes y su vicepresidente Juan Valero de Palma, el locutor Vicente Sanz, el Colegio de Notarios, el Mercado de Colón, la Estación del Norte y Capitanía General.
No faltaron las integrantes de la Orden del Querer Saber, que acompañaron a su presidenta Marisa Marín: las hermanas Blanca y Laura Fitera, Amparo Lacomba, Mayte Montagut, Marisa Torrijos, Mª José Navarro, Carmen Pocovi, Pura Olmos, Maribel Molins, Amelia Guich, Mónica Duart, Carmen de Rosa, Amparo Chordá, Mercedes Fillol, Mª José García Padilla, Mercedes Hermosilla, Paz Olmos, Paqui Saury, Pilar Millán, May Pérez, Encarna Mestre, Alicia Marín, Maribel Soriano, Loli Marco y Laura Amorós.
La sociedad valenciana, como el valencianismo, es inabarcable y rica en matices. Hay una alta sociedad, heredera de títulos y linajes, que rara vez se deja ver. Prefieren la discreción al protagonismo, pero ellos se reconocen, saben quiénes son porque conocen sus cunas. Tienen mucho orgullo valenciano y hacen un esfuerzo por mantener las tradiciones y ensalzar ese extraño sentimiento que es la valencianía allá donde van.
Buena parte de ellos estuvieron el jueves en la inauguración de la exposición de la pintora Blanca Martí, de la que es comisario Vicente Colom. El artista confesó que había aceptado coordinar la muestra por su amiga Menchu Trénor: “siempre que Menchu me llama tengo la sensación de que me pone a prueba para emprender juntos una nueva andanza. Así ocurrió cuando vi la obra de Blanca. Comprendí que estaba dispuesta a luchar y convencerme”.
La exposición se inauguró en el Palacio de Colomina y Blanca estuvo acompañada por Carmen Topete, María Teresa Monsonís, Isabel Aliño con su madre Isabel María Alfaro, Carmen Girona, Nuria y Flor Villarrasa, Enma Cuñat, Liana Navarro, Rafa Aznar y Magui Alonso, Jaime Ollero, Jorge Martí, Carlos Pérez Marsa y Lourdes Millet, Tatiana Monsonís, Esther Barrera con su madre Esther Simó y Mayrén Beneyto, que venía del concierto de Martha Argerich. “Ramón quiso que le acompañase porque es una magnífica pianista muy difícil de oír. Me salí en la segunda parte para llegar a la exposición de Blanca, no podía dejar de venir”.
De Madrid vino Alicia Gómez-Trénor, que nos dio a todas un truco para salir bien en las fotos: apoyar la lengua en el paladar y mirar siempre por encima la cabeza del fotógrafo, nunca a sus ojos. También estuvo Isabel Estapé, hija del economista Fabián Estapé y la segunda mujer que obtuvo en España la licencia de agente de bolsa. Isabel pertenece a los círculos más selectos de la sociedad madrileña y catalana y está casada con el psiquiatra Enrique Rojas