domingo, 21 de octubre de 2007

¡Jo, Raquel!


Hubo un tiempo, no hace mucho, en el que Valencia tenía dos grandes eventos glamorosos al año: uno la Mostra de Cinema y del otro no me acuerdo. Por aquel entonces, la presencia de Sofia Loren, Faye Dunaway, Ornella Muti o Lauren Bacall, nos hacía creer que en algo nos parecíamos a ciudades como París, Venecia o Londres.

Para bien para mal, las cosas han cambiado y ahora los valencianos nos hemos acostumbrado a codearnos con lo más “in” del glamour internacional; Miuccia Prada por aquí, Demi Moore por alla, Michel Douglas y Caterine Zeta-Jones paseando por el puerto como si estuviesen en Saint Tropez, Marichalar que viene un día sí y otro también: barcos de lujo, ricos riquísimos, guapas guapísimas a diestro y siniestro… En fin, que Valencia ha pasado del ostracismo en mundo del famoseo a esta larga orgía de glamour que hemos vivido en el último año y medio… Y lo que te rondaré morena.

Por eso resulta, permítanme decirlo así, un tanto cómico que la Mostra se quede un tanto descolgada y nos traiga como grandes estrellas del glamour a Raquel Welch (su verdadero nombre es Jo Raquel) y Don Johnson; ¡Por el amor de Dios, que bochorno! ¿A quien se le ocurre a estas alturas traer a Valencia a una actriz cuyo único talento ha sido lucir bikini y tipazo en los años 60? Uff, qué mal... en lugar de dar imagen al festival, estos actores lo dejan a la altura del betún.

Lo de Raquel Welch es tan fuerte que hasta dio para un rato de cotilleo en Pilates (A las mujeres siempre nos salen las conversaciones más interesantes en el cuarto de baño o en el vestidor del gimnasio). ¿Os habéis fijado cómo está de joven a los 70 años? –dijo una. Para muchas, Raquel Welch lucía fantástica. Para otras, se había convertido en un ninot de falla, decadente y patética, tratando de mantener el físico que tenía a los 25, lo que le ha dado la fama, dicho de paso, porque como actriz tiene una carrera más bien floja.

En apenas unos minutos, la conversación pasó de Raquel Welch a la cirugía y de ahí a lo difícil que lo tenemos las mujeres para envejecer. No les pasa lo mismo a los hombres, pensamos la mayoría. Un hombre, con la edad, gana en atractivo, en conversación inteligente, en seguridad y saber estar. Ahí tienes a Don Johnson, también invitado a la Mostra (lo de invitado es un decir, porque todos vienen previo pago…). El actor de Corrupción en Miami, ex marido de Melanie Griffith y mucho más simpático que la Welch –dicen que se comportó como una auténtica bruja-, tiene los rasgos más serenos, ha perdido el nervio tontorrón de la juventud y las canas le han dado un aire interesante ¿qué más se puede pedir? Pero ella…mejor no hablar. La conclusión, si analizas la evolución de estos dos actores, resulta trágica para las mujeres.

Los hombres ¡qué cara más dura! no tienen la misma presión de mantenerse jóvenes que las mujeres, quizá es otro tipo de presión, tienen que seguir en buena forma física, de ahí que los líderes políticos, desde Putin a Sarkozy (por cierto, qué estilo tiene su ex mujer Cécilia, ella sí que sabe envejecer), pasando por Zaplana, Zapatero o Aznar, hagan esfuerzo en mantener los kilos a raya y los abdominales en su sitio. Pero, claro, para la mujer mantenerse joven es mucho más difícil que para el hombre fijar el abdominal en su sitio. Y el remedio es a veces mucho peor. Ahí tienes a la pobre Raquel, ridícula a sus 67 años, tan estirada y artificial, vestida para matar y enseñando canalillo como en sus tiempos del biquini ¡penoso! Total, que si la Mostra no sirve para dar glamour, por lo menos sirve para discusiones profundas en el gimnasio, que ya es algo…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿que te parece como esta S.Loren?
UMA

Anónimo dijo...

No tiene nada que ver con Raquel Welch, es una señora...
Begoña

Anónimo dijo...

Me parece lógico si nos fijamos en lo evidente, que la Loren ES actriz. Menudos peliculones tiene en su carrera! Se puede permitir envejecer con dignidad porque ha sido una diva de verdad. Pero claro, si lo único que se ha dicho de ti es lo bien que luces el bikini, no puedes llevar bien nunca lo de hacerte mayor.