lunes, 6 de julio de 2015

El Westin inaugura el verano

El jueves la terraza del Westin estaba más concurrida que el balcón del ayuntamiento desde que Joan Ribó es alcalde. Allí estaba lo más chic de Valencia, pisando las mismas baldosas por las que ha paseado lo más conspicuo del glamour internacional: George Clooney, Kevin Costner, Bruce Springsteen, Claudia Schiffer o Elle Macpherson.
En el centro de la terraza, una gran escultura que reproduce un enorme osito de gominola. Alrededor, camareros sirviendo exquisiteces como sushi de Komori, saquitos de marisco, ceviche de corvina o mini croquetas de boletus. Todo presentado con ese estilo ya típico de los cocteles elegantes, en los que ya ni siquiera te dan una tapa, sino un bocadito de la tapa; cualquiera de nuestros abuelos hubiese creído que le estaban tomando el pelo. Claro que la gente, por muy elegante que sea, hace tiempo que perdió la vergüenza y aborda al camarero hasta arramblar con la bandeja. En definitiva, lo que popularmente se conoce como un ambiente fino y elegante a la par que discreto.
Entre los asistentes, debía de haber pocos votantes del PSPV, casi ninguno de Compromís, y de Podemos ya ni hablamos. Cuando el PP era el PP y no la sombra de lo que fue, en una de estas fiestas te encontrabas a medio gobierno y siete docenas de aspirantes a ser amigos suyos; iban allí, a hacerse el encontradizo, a ver si con suerte el conseller de turno le daba tres minutos de conversación.
Ahora el cuento ha cambiado, y ardo en deseos de encontrarme con Mónica Oltra en alguno de estas fiestas. Antes o después tendrá que ir, porque seguro que la invitan, y no podrá negarse eternamente.
¡Ay!, me cambiaría por ella sin dudarlo un segundo: allí entraría yo, con mis sandalias planas, mi vestido con un aire hippy, y mi porte rebelde.
Entraría por la puerta, dejándome agasajar por el anfitrión de turno, con más cara de pepero que el mismísimo Aznar; y esculpiría en mis labios esa sonrisa suya contagiosa, que no sabes si se está riendo de ti, porque ha enviado a los tuyos a las mazmorras de la oposición, o es que es simplemente es una mujer feliz.
Todo llegará, quién sabe, a lo mejor entre toda esa gente fina y elegante hay más votantes de Mónica de lo que nos creemos. Bueno, el caso es que el Westin celebró el jueves su ya tradicional fiesta de inauguración de la terraza, que viene a ser al verano, lo que la Cridá a las Fallas, y encima con mucho, pero que mucho, “caloret”.
Entre los invitados, Alejandro Solvay e Iñigo Parra, de APD; Juan Grima, de Cuatrecasas; Ricardo Díaz, de Deloitte; Pedro Novella, de Everis; Carlos Serrano, de Cárnicas Serrano; Enrique Belenguer, de la Fundación ÉTNOR; Andreu Miquel, del IVI, Gonzalo Trénor de Ramafrut o Fidel García-Guzman, del grupo Guzmán. Mucho ejecutivo y empresario y ningún político. Entre las mujeres, mucho estilo, como el de Paula Sánchez de León, monísima con un vestidito lencero de seda, o Verónica Montijano, que estuvo con su madre Ana García, y su marido José Luis Vilanova, que pronto dejará Valencia para pasar los meses de verano en las Rías Baixas, ¡qué envidia!
También estaba Pedro García Mocholí, que descubrió una barra de champagne Perrier Jouët abandonada en medio del jardín a la que hacían menos caso que a Alberto Fabra en una convención de nuevas promesas de la política.
El mismo jueves, los dueños de Lotelito, la cafetería de moda en Valencia, abrían un nuevo restaurante en la Malvarrosa. Se llama Portolito y está decorado en blanco y madera con suelo de barro cocido que le da un toque valenciano que a Carolina Punset (Caroline Punto Siete como la llama Xavi Castillo) le hubiera parecido propio de L’Alquería Blanca. Por allí se dejó ver Teresa Badía, Nati Altarriba, el estilista Rafa Moreno, Carmen Martínez y las periodistas Elvira Graullera, Eva Montesinos, Mariola Cubells e Isabel Goyanes.

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