lunes, 11 de febrero de 2019

Un lobby para el glamour valenciano


Lo que pasa en la sociedad valenciana se queda en Valencia. Lo mismo que lo que pasa en Zaragoza, Oviedo, Bilbao o cualquier otra provincia española. Es como se más allá de la M-30 todo fuese un páramo desde el punto de vista del glamur. Sólo se salva Sevilla, que de vez en cuando se deja notar en la vida rosa española. Eso está feo, muy feo.
Necesitamos algo así como un lobby de la vida rosa. Un grupo de presión que se plante en Madrid a reivindicar el glamur provinciano, que no es menos glamuroso que el de la Villa y Corte. Es cierto que allí tienen casa y hacen vida duquesas, marquesas, baronesas, actrices, modelos y demás celebrities. Pero está feo desatender al resto. Es como si no invitases a una amiga a tu fiesta de cumpleaños porque no tuviese casa en Xàbia o Benicassim.

El lobby podría llamarse Plataforma cívica por la defensa del glamour valenciano. La presidenta podría ser Mayrén Beneyto, capaz de reunir en su salón a lo más granado de la alta sociedad y apellidos ilustres. De portavoz, Laura Fitera, ya me la veo en las tertulias del corazón explicándole a Carmen Lomana cómo se organiza una fiesta. Habría que integrar a Cuchita Lluch, que se ocuparía de las relaciones públicas. Ya se encargaría ella de poner en el lugar que les corresponde no sólo a los cocineros valencianos, sino también a los actores, diseñadores y hasta peluqueros. También podríamos incluir a algún hombre, aunque solo sea para que no se sientan discriminados en su cuota de participación.
La idea  me ha venido a la cabeza porque esta semana un grupo de fotógrafos, diseñadores y gente del mundillo creativo ha montado un lobby para intentar que su trabajo tenga proyección fuera de Valencia. Hace falta, porque desde los ochenta, cuando Valencia rivalizó en la movida con Madrid y Montesinos llenó la plaza de toros de las ventas en 1985, no hemos tenido más que una presencia testimonial.

Si nuestro glamour estuviera bien posicionado, los cronistas de los Goya habrían explicado que el vestido que llevaba Rosalía es del diseñador valenciano Juan Vidal, una de las eternas promesas de la moda española. Y que otra actriz, Eva Marciel, iba espectacular con un vestido de la diseñadora Isabel Sanchís. Y que Lorenzo Remohí, pareja de la influencer Marta Lozano, llevaba un esmoquin de Blackcape, una firma valenciana. Y que una de nuestras peluqueras, Amparo Sánchez, ha ganado el goya al mejor maquillaje y peluquería, ¡toma ya!
Por lo pronto, los creativos ya han montado su lobby. Lo presentaron el jueves y lo han bautizado como “Creative Mafia”. Entre sus filas, están las diseñadoras Anaïs Vauxcelles, Marta Llorens e Isabel Casilda Rincón de Arellano; las fotógrafas Sonia Sabnani y Beatriz Tafaner; los periodistas Eduardo Jayricovich, Marta Handrich, Guillermo Arazo y Ángela Valero de Palma; los influencers Amparo Angoso, Didi de Diego, Enol Blasco y Nuel Puig; la modelo Tamara Caravaca, los maquilladores Wild Van Dijk y Gala Phillipe y artistas como Guillem Chanzá o Nacho Errando.

En la mafia creativa podrían entrar muchos más valencianos. Por ejemplo las profesionales del grupo de mujeres “Entre nosotras”, que celebró esta semana uno de sus encuentros. O el relaciones públicas Jota que estuvo estos días en NY acompañando a Palomo en el desfile que abrió la semana de la moda. O el ilustrador Paco Roca, que el viernes participó en el festival solidario organizado por la Fundación Infantil Ronald, donde actuó además el cantante de Seguridad Social José Manuel Casañ, el cantante de Revolver Carlos Goñi y presentó el diseñador Diego Ruiz de la Torre, MacDiego.
Por lo demás, la vida social valenciana anda todavía medio dormida. Menos mal que ya empiezan a llegar las invitaciones para ver la mascletá. Mientras, nos queda la vida cultural. El miércoles se estrenó en el Olympia la obra de teatro Todas las noches de un día. Sólo por ver a Carmelo Gómez ya vale la pena, ¡qué guapo, encantador e interesante es este actor! Normal que al finalizar la obra se agolpasen en la puerta un montón de señoras para sacarse una foto con él.