La mundanidad no goza de muy buena fama. Los mundanos suelen
ser calificados de frívolos y vividores, contraponiéndose a los hombres más espirituales
y alejados de los placeres terrenales, de carácter superior. Sin embargo, la
mundanidad es todo un arte. Saber disfrutar de una comida, de un buen puro, ser
divertido, tener conversación y dominar el escenario de la vida social es todo
un oficio. Hay una película italiana que refleja bien este perfil mundano. Se
llama La Gran Belleza y está protagonizada por un periodista de 64 años, Jep
Gambardella, el rey de la vida social en Roma, un entorno algo decadente con
aristócratas arruinados, intelectuales descreídos y políticos corruptos. La
película comienza con una confesión del protagonista: “Cuando llegué a Roma, a
los 26 años, me precipité muy pronto en lo que podría llamarse ‘la espiral de
la mundanidad’. Yo no quería ser simplemente un mundano. Quería convertirme en
el rey de los mundanos.”
Todo esto viene a cuento porque el miércoles Javier Monedero
organizó una cena en un pequeño y discreto restaurante de Valencia. No digo lo
que costaba el menú porque alguno se escandalizará, pero la factura estaba más
que justificada con champán añada de 2008 y diez platos que eran un homenaje al
mar: ortiga de mar, gambas, kokotxas, atún, salazón de foie y un plato llamado
La anchoa, así, sin más adornos. Claro que no era cualquier anchoa. José Vicente Pérez,
el cocinero, explicó que se pesca en primavera, cuando acaba de soltar la hueva
y tiene mucha agua, y que una vez pescada se deja durante dos años hasta que
pierde todo el jugo. Disfrutaron de la anchoa y del resto del festín los joyeros
Argimiro Aguilar y Guillermo Martorell, que fue con su mujer Mamen Puchades, Julia
Pérez Broseta, Manuel Igual, Sergio Terol, Cesar Claramonte, Vicente Monzó,
Carlos Pujadas, Cristiano Bartolini, el crítico Pedro García Mocholí y el
enólogo Pablo Ossorio. La velada fue un ejercicio de mundanidad, una de esas
noches que refleja la filosofía del carpe diem, disfrutar del ahora sin más
preocupación que no se agote el champán.
El casino de agricultura también podría ser uno de los
escenarios de la película La Gran Belleza. Entras en el casino y parece que
estás en otra época y perteneces a una de esas familias que no tenían que
trabajar para vivir. El Casino celebró esta semana su asamblea general antes de
vacaciones. Estuvo su presidente Manuel Sánchez Luengo, Mario Mariner Monleón,
Juan Valero de Palma Manglano, Carlos de Vargas y Gómez Pantoja y toda la
directiva.
El casino es uno de los pocos templos que quedan de las
buenas costumbres. Allí no se cuela nadie con chancletas o bermudas. A Mayrén
Beneyto o Blanca Fitera tampoco es fácil pillarlas en un renuncio. Siempre van
estupendas, da igual que sea para comprar el pan o tomar el aperitivo en el Mercado
de Colón. Allí se encontraron hace unos días y las dos iban tan estilosas de
negro que inmortalizaron el momento con una foto que sacó Yolanda Fitera. El
Mercado de Colón es la segunda casa de Ángela Valero de Palma, que queda allí
con amigas tan estilosas como Teté García.
La empresaria Mónica Duart ya pasa los fines de semana en su
casa de Altea; Vicen Fernández viajó a Niza para celebrar la graduación de su
amiga Hemmy Hupays ¡qué planazo! y el joyero Vicente Gracia está preparando sus
vacaciones. Gracia está participando en un proyecto solidario, The Shine On,
que donará parte de las ventas de joyas a Unicef.
Ah, se me olvidaba, entre los aprendices de mundanidad está
el banquero Ximo Ros, el hombre que toma champán como agua y que esta semana,
como todas, salió a cenar con sus amigos Montse Salamanca, Javier
Blesa y Arantxa Regalado.