martes, 1 de septiembre de 2020

Final de verano

Septiembre es ese mes que transita entre la excepcionalidad y la cotidianidad. Y según cómo tengas montada la vida, quieres que se acelere o que se detenga; quieres volver a la normalidad lo antes posible o te aferras a tu tumbona y empiezas a soñar ya con el próximo agosto. En cualquier caso tiende a ser un mes tristón que se presta a la nostalgia.

Para postre, este año anda todo revuelto. No tenemos claro cuándo ni cómo volverán los niños al colegio y así no hay quien planifique nada. Podríamos habernos refugiado en los especiales de moda de las grandes revistas. ¡Ja, este año no hay especiales! La única revista que se ha animado, ha sustituido volumen gordo y en papel cuché por un folletito que parece de ofertas de supermercado.

Así las cosas, quizás lo más sensato sea apurar la desidia del estío y alargarlo lo más posible. “Que nos quiten lo bailado”, que dice el artista José Cosme. Quién más y quién menos disfruta con los placeres más básicos: quedar a almorzar o comer con amigos, darse un baño en el mar o disfrutar de un heladito en una de las terrazas de toda la vida.


Lo del almorsaret es una tradición muy valenciana, más de ellos que de nosotras; porque a ver quién es la guapa que a las diez de la mañana se mete en el cuerpo un bocadillo de longanizas con habas, dos cervezas y el carajillo. Nosotras somos más de la tostadita de tomate. Ellos van sucumbiendo poco a poco al  una costumbre que ya ha cambiado todos los bares de la ciudad, y hasta los más conspicuos “almorzadores” sucumben al hábito femenino de la tostada. Claro que en verano se hacen excepciones. Por ejemplo, Jorge Borrás, Sergio Ferrando Vicent y Jorge Iborra quedan a almorzar en el Mercado de Denia. “Los tres veraneamos en la playa Els Molins, almorzamos en el mercado y aprovechamos para comprar gambas.”

Los hombres, que en esto de modernizarse suelen ir tres pasos por detrás de nosotras, luchan contra su tendencia a pegarse “la fartá”, pero como la cabra tira al monte, para ellos cualquier excusa es buena para volver a la senda. La asociación Cuchara de Plata quedó esta semana a cenar en Ondara. Estuvieron Javier Vela, Alfredo Burguera, Vicente García, Manuel Peris, Juan Lagardera, Sergio Terol y Juan Valero de Palma. No faltó el sastre Antonio Puebla, que repitió cita gastronómica con los directores de hotel Pedro Soria, Pepe Barranqui, Nuria Montes, María López, Camila Gramberd y Daniel López.


Vicente Boluda y su mujer Esther Pastor estuvieron comiendo en casa de Mayrén Beneyto con Begoña Mortes y Vicente Garrido. Seguro que algo debió de comentarse de Enrique Ponce y del Rey Emérito. Las “lenguas anabolenas” (ay cuánto echamos de menos a García Calvo) dicen que Ponce se ha echado en los brazos de su joven novia buscando una vida más intensa que la que le ofrecía Paloma, de quien dicen quienes la conocen que es demasiado sosa y encorsetada.


Por lo demás, las playas valencianas han sido el destino preferido este verano: Alicia Marín sigue en El Perelló; la doctora Lucía Asensio en Cullera; Helena Calvillo en el Saler y el periodista Ferrán Cano en Benidorm. Ibiza ha sido otro de los destinos del verano. Allí han pasado unos días Julia Pérez Broseta y Ximo Ros.