martes, 17 de noviembre de 2015

Entre Vuittones y cuellos Mao

Admitámoslo, Vicent Marzà se está saliendo con la suya y está creando tendencia. El look informal se ha convertido en un mensaje político, ni el mismísimo Carrillo se atrevía a ir a actos oficiales con una camisa arremangada. El traje de chaqueta y corbata se asocian a la vieja política mimetizada con el poder económico y financiero, a la casta que ahora toca derribar. Y ahí está Marzá, desafiando con su mera presencia a esa élite encorsetada en su look de traje oscuro y camisa. “Yo soy la nueva política, el futuro. Estoy cerca de la gente de a pie, de los movimientos sociales, de la gente comprometida. Y a esos, como a mí, las corbatas le provocan urticaria”. Claro que todo eso hace con unas camisas cuello mao, que toma su nombre de Mao Zedong; ¡vaya futuro!
Marzá es el líder estilístico de la parte más izquierdosa de nuestro Consell. Pero la gente del PSPV no parece dispuesta a dejarse arrastrar por esa tendencia. Las tres conselleras del PSOE no renuncian a los cánones de la elegancia más tradicional. Ahí está la estilosísima Gabriela Bravo con su colección de bolsos Vuitton (neverfull, Speedy), los Prada (ay qué monos) la melena con mechas siempre perfectas, el pañuelito de Hermès y los vestidos de corte impecable combinados con rebequitas o chaquetas estilo Chanel. Coqueta y femenina, Gabriela tiene un estilo parecido al de la Reina Letizia, depurado y clásico, chic y sin estridencias.
La Consellera de Vivienda, María José Salvador, también da juego. Ella sí es femenina, tanto que se planta un traje chaqueta rosa bebé con minifalda con vuelo de esos que rozan lo cursi sin ningún tipo de complejo. Carmen Montón, consellera de Sanidad, debe de estar abonada al Vogue y a Telva porque lleva unos modelitos propios de un posado de revista. Se atreve con minivestidos y escotes sobrios que sólo pueden permitirse las que tienen tipazo.
Las chicas de Compromis, con Mónica Oltra a la cabeza, parecen admirar a Marzà pero no se atreven a ser tan rompedoras. Al final la coquetería femenina se impone a la revolución proletaria. La consellera Elena Cebrián, de Compromís, está más cerca de las chicas del PSPV en esto del estilismo.
Y Mónica Oltra ha dejado en el cajón de su cómoda las camisetas reivindicativas y ha refinado su estilo: faldas, vestidos, blusas de seda, hasta encajes y estampados que recuerdan los vestiditos que nos ponían nuestras abuelas a los nueve años para vernos guapas.
Por su parte, nuestro Presidente, Ximo Puig, igual que su correligionario Vicent Soler, se mantiene fiel al estilo más tradicional de traje oscuro y corbata. Una se imagina una reunión del Consell con Marzà mirando a su jefe y pensando: “así no hay manera de cambiar las cosas”. En cuanto al PP, nunca han tenido mejor referente estilístico que Eduardo Zaplana, con esos trajes cortados a medida por las tijeras perfectas de Antonio Puebla. Ricardo Costa intentó superarle, pero al pobre le pasó lo que le pasó y nadie quiere parecerse a él. Ahora, Jose Juan Zaplana, que no es familia de Eduardo, quiere devolver a su apellido la gloria perdida.
Entre las mujeres peperas, Isabel Bonig, estilísticamente hablando, está más cerca de Mónica Oltra que de María José Catalá o Dolores de Cospedal, y mucho más que de Soraya Sáenz de Santamaría. La vallisoletana no quiere deslucir junto a la toledana (Cospedal) y eso le ha convertido en una maestra del estilismo para mujeres que no destacan por su altura. La otra pepera con mando en Valencia, Eva Ortiz, es muy coqueta, aunque le falta el refinamiento propio de sus compañeras de la calle Génova y Elena Bastidas va camino de encontrar el punto justo entre discreción y feminidad.

No hay comentarios: