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lunes, 19 de septiembre de 2016

Renacimiento valenciano

Esto es un horror. Ahora nos dicen que todo fue mentira, que aquellos años de esplendor valenciano fueron una farsa, que nos engañaron como a chinos porque detrás de todo aquello sólo había mangantes, y hasta el pintor de cámara del campismo, Antonio de Felipe, está en entredicho porque una colaboradora suya dice que él nunca cogió un pincel. ¡Qué bajón! es como si una buena mañana alguien te dice que el Vuitton que te regaló tu suegra el día de la boda, lo compró en el top manta y ella lleva años alardeando de lo generosa que fue contigo. Nada es lo que parecía, o al menos eso es lo que ahora nos quieren hacer creer. Ya no sabes con quien enfadarte, si con tu suegra o con quien te ha dicho que el bolso es falso, con lo feliz que estabas tú luciéndolo. Así es que coges el bolso y lo miras y remiras por un lado y por otro buscando las pruebas de su falsedad, pero por ahora, y hasta que los jueces hablen, sólo sabes lo que dicen quienes quieren mal a tu suegra. ¿Y si luego resulta que el bolso es auténtico?, es decir; ¿y si luego Rita sale indemne de todas estas acusaciones y Antonio de Felipe demuestra que su colaboradora es una mentirosa y su denuncia es una venganza por haberla despedido?
Mientras tanto, la ciudad atisba un resurgimiento cultural y social. Ximo Puig habla de un renacimiento, como si esto fuese la Valencia del S. XV. Claro que ese resurgimiento está muy lejos de ser tan fastuoso como lo fue el campismo. Hemos cambiado las fiestas con Miuccia Prada por los mercados callejeros; y la Fórmula 1 por el BonicaFest que se celebró ayer en los mercados de la ciudad. A decir del mundo podemita esto es más auténtico porque es para la gente y aquello era sólo para los clientes de Antonio de Felipe, es decir los amigos de Paco Camps y Rita. Bueno, mientras nos autentifican el Vuitton, no nos vamos a quedar en casa. Así es que, ¡ale!, a renacer. Saquemos lo más auténtico de nosotras mismas y vayamos a imbuirnos del espíritu renacentista en esta nueva Valencia, mucho más cultural y menos espectacular que la de antaño. Donde fueres haz lo que vieres, y si en los dos mil fuimos las reinas del glamur lujoso, seámoslo ahora del arte y la cultura. Si antaño tomábamos canapés de foie con reducción de puerro sobre una capa de sardina humeada, tomemos hamburguesas y birras de autor en el Mercado Central.
Para empezar, en la Fundación Bancaja hay una exposición de los pintores abstractos Sean Scully y Liliane Tomasko. Se inauguró el viernes y allí estuvieron los artistas que habían venido de Nueva York, el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, el comisario de la exposición Javier Molins, el presidente de la Cámara de Comercio José Vicente Morata, la periodista Angela Valero de Palma, María José Navarro, Mayrén Beneyto, Carlos Pascual, el Conseller de Hacienda Vicent Soler y la Consellera de justifica Gabriela Bravo, el director territorial de Bankia Miquel Capdevila y el presidente de la CEV, Salvador Navarro, entre otros.
Esta semana también inauguró temporada la galería Shiras con una exposición del pintor y poeta José Saborit. La galerista Sara Joudí estuvo acompañada por el coleccionista Pedro Martínez, Teresa Nuez, Carmen Margarit, Manola Lisa, Ana Peris, María Amparo Turégano, el presidente de la Academia de San Carlos Manuel Muñoz, el decano de Bellas Artes José Luís Cueto y su mujer Nuria Rodríguez, Ana Joudí (Instituto Zaharawi) y los artistas de la galería Horacio Silva, Javier Chapa, el fotógrafo Antonio Girbes, Rafa Calduch y Sebastián Nicolau. Y en la galería Pepita Lumier hay otra expo de Javier Mariscal con 170 piezas que hasta se pueden comprar porque son series limitadas a precios asequibles.

lunes, 30 de mayo de 2016

Palo Alto Market

Palo Alto Market es un mercadillo de estos que están tan de moda en las ciudades cosmopolitas, los street markets, versión evolucionada del mercadillo de toda la vida con sus puestos de ropa, comida y bisutería hecha a mano. Todo muy alternativo, con un toque hippy-comprometido-ecológico-meencantamonicaoltraynoaguantoarajoy. Está en Viveros, abrió el viernes y cierra esta tarde. Cobran una entrada de tres euros (niños gratis).
Una vez dentro la imaginación viaja en el tiempo y se vuelve medio loca porque no sabe si va hacia el futuro o es un retorno a la edad media. Tenderetes con ropa marca “el que lo ha hecho”, verduras ecológicas, miel, bares alternativos, artesanía… Y es entonces cuando te preguntas ¿y si fuese verdad que otro mundo es posible? Vivimos una vida basada en la competitividad, hay que ser el mejor, siempre el mejor, trabajar más, producir más, ser más eficaz, currar, currar y currar. Pero, ¿de verdad no hay alternativa?, ¿Y si todo esto fuese solo una estrategia de las grandes compañías multinacionales para tenernos subyugados?, ¿Sería posible volver a un modelo en el que cada uno produjese de forma artesanal aquello que sabe hacer?, ¿Es necesario que para hacer un par de zapatos haya que montar una cadena de producción con cientos de trabajadores, en la que cada uno aporta sólo una doceava parte del trabajo que se necesita para hacer el zapato? Eso, como decía Marx, deshumaniza el trabajo porque tú no eres un zapatero, sino un clava clavos.
¿Tenemos que estrenar ropa nueva cada semana y por eso buscamos prendas baratas producidas en la chimbaba por gente a la que nunca conoceremos?, ¿Necesitamos tantas cosas para ser felices, lo que nos obliga a producir más para poder pagarlas?
¡Buaa! ¡qué comida de tarro!, que vengan Joan Ribó y Mónica Oltra a echarme una mano que me estoy volviendo loca, no sé si me ha sentado mal el desayuno o si realmente he encontrado por fin la luz, he salido de las tinieblas capitalistas y me encamino definitivamente a la felicidad. Dice Paula Mariscal, sobrina de Javier Mariscal y directora de Palo Alto, que la idea del mercadillo es dar cabida a un nuevo modelo comercial alejado de las grandes marcas. Los que quieran exponer tienen que ser productores locales, artesanos que producen lo que venden en pequeñas cantidades y con criterios de calidad. Ni qué decir tiene que el Alcalde Joan Ribó, que visitó el mercado el viernes, estaba encantado con la iniciativa, que se ajusta como un guante a su planteamiento de un mundo distinto en el que el pequeño comercio pueda hacer frente a las grandes multinacionales. Palo Alto Market nació en Barcelona y fue una idea de Pedrín Mariscal el hermano de Javier Mariscal, que montó un mercadillo alternativo en los jardines junto a su estudio en Palo Alto. La idea tuvo tanto éxito que abre el primer fin de semana de cada mes y ahora ha probado suerte en Valencia. A Pedrín los viejos del lugar lo recordarán por la firma Tráfico de Modas, que tenía tienda en Valencia en los años noventa en la calle Sorní y vendía ropa de lo más moderna. El mercado está muy bien montado. Hay música en directo, fruta ecológica, food trucks (comida en furgonetas), teatro, diseño, bolsos y mochilas artesanales, ropa confeccionada en pequeños talleres, piezas vintage, arte (expo de Paula Bonet), exposiciones de moda, cerámica y editores independientes de cómics, libros de arte, moda y música…
No hay que perderse el espacio de Sonia Carrasco, una diseñadora valenciana que trabaja con el equipo de Alexander Mcqueen, ni tampoco las gafas de sol y relojes de Komoro, una firma con un diseño súper chulo a precios muy ajustados que también tiene Alejandra Montaner en su tienda.