En la vida de nuestras madres había un momento crucial, era
el día en que por fin tenía un abrigo de pieles. La mayoría tenía que esperar
años: primero había que pagar el Seiscientos, luego el Ochocientos Cincuenta; y
cuando por fin se había comprado el Ciento Venticuatro, le tocaba el turno al
abrigo de pieles. Entonces, ella esperaba ansiosa al estreno del Principal para
lucir su pellejo, sin importar que el termómetro marcase 25 grados.
En la España de los ochenta, las pieles eran el símbolo más
palpable de poderío. Actrices, presentadoras y cantantes lucían espectaculares
abrigos de visión con enormes hombreras o estolas de zorro. Si las pieles eran
la prenda estrella del armario, el peletero era el hombre capaz de hacerte
sentir como una diva. Amado fue un ejemplo de la fama que alcanzaron los peleteros
en aquellos años. Empezó en Castellón, pero pronto se hizo famoso por sus
diseños que nada envidiaban a los italianos. En sus años de gloria, tuvo en sus
probadores a Marujita Díaz, Marisa Medina, Conchita Bautista, Analia Gade,
Concha Márquez Piquer y Mónica Randal. Sara Montiel solo llevaba pieles de
Amado.
Amado siempre ha colaborado con causas benéficas, ya sea con
las famosas galas de Unicef cuando era presidenta Mayrén Beneyto, como a otras
organizaciones como la Cruz Roja, que le entregó una medalla en 1989 de manos
de la princesa Tessa de Baviera.
Esta semana celebró en el Ateneo Mercantil su desfile a
favor de Fuvane, Fundación para la Neurorehabilitación. Entre el público, la
presidenta del Ateneo Carmen de Rosa, Mayrén Beneyto, que al día siguiente
cogía un avión para Sicilia, las hermanas Blanca y Laura Fitera, Mª Angeles
Fayos, del Teatro Olympia; Amparo Lacomba, Nieves Donat, Piedad Pardo, Eva
Marcellán, la galerista Sara Joudí, Paloma Tárrega, Marieli Albert, Ana Vilar y
Pilar Pons. Estuvieron también las mujeres que colaboran con Fuvane: Mayayo
Gómez Lechón, Susana Pérez Manglano, Santi Aguilar, María José Albert, Toya
Marco, Beli Botella y Begoña Císcar.