El presidente Puig lleva más de un año hablando del renacimiento valenciano. En cuanto tiene ocasión, lo dice. Es un viejo truco de la oratoria política: si quieres que una idea cale hondo, tienes que repetirla una y otra vez hasta aburrir. Hablar de renacimiento resulta muy atractivo. Fue una época en la que todo era nuevo. Una nueva forma de ver el arte, la política, una nueva concepción del hombre y una ruptura con la tenebrosa Edad Media. O igual nuestro nuestro president se refiere a la renaixença catalana. Lo mismo da. El caso es que Ximo Puig quiere convencernos de que Valencia ha salido de la época oscura y de pensamiento único hacia una sociedad más abierta, culta e intelectual.
El president hubiera disfrutado en la inauguración de la exposición de Miquel Navarro en la galería Shiras. Aquello parecía una recepción en el palacio de los Medicci: intelectuales y artistas codeándose con lo más granado de la burguesía acostumbrada a actuar de mecenas. Por fin un artista tan reconocido como Miquel Navarro exponía en su propia tierra, en una galería privada. Entre los asistentes, empresarios importantes (Juan Eloy Durá, José María Romeu), artistas reconocidos (Paco Sebastián, Horacio Silva, Josep Sanleón, Javier Calvo, Vicente Colom, Rafa Calduch, Antonio Girbés, Nuria Rodríguez, Ana Vernia, Rebeca Plana, José Saborit) y coleccionistas de nivel como Willy Caballero; Cuqui Guillen, del Equipo Límite, una de las coleccionistas de arte pop más importante de la Comunidad Valenciana, el mecenas Jose Pedro Martinez (Martínez Guerricabeitia). También intelectuales como el director de la revista Mètode Javier Domínguez, el periodista Xavier Ribera y el director de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, encantado de que por fin hubiese una exposición de nivel en Valencia, María José Navarro, presidenta de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes.
La galería de Sara Joudi se quedó pequeña para tanto público. Las hermanas Laura y Blanca Fitera, y Carmen y Paloma de Miguel, también aficionadas al arte, pusieron la nota glamurosa, junto con Mayrén Beneyto, quien recordó que en un par de meses vendrá a Valencia la exposición de esculturas de Manolo Valdés gracias a la Fundación Hortensia Herrero y que ella ya vio las cabezas gigantes en la plaza Vêndome de París, ¡eso sí que tiene glamour! Aquí se expondrán en uno de los lagos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. El sueño de Ximo Puig hecho realidad. Valencia codeándose con la intelectualidad parisina.
Más invitados: Gloria Tello, Maria Teresa Nuez, Ana Joudi e Ismael zahrawi (del Instituto Médico Zahrawi), Carlos LLobet, Regina Rebolleda, María José Meco, May Pérez, Jose A. Pérez Vercher, Juan Blasco, la diseñadora Presen Rodríguez y su hijo el artista José Cosme, Alejandro Betehcourt.
También estaba el productor audiovisual Borja Trénor Suárez de Lezo, que tiene una de las cuentas de Facebook más interesantes de Valencia. Tan pronto publica fotografías del París de finales del XIX como pinturas de la última exposición de Ramón Casas.
Allí, dentro de la Galería, mirando las esculturas de acero o piedra de Miquel Navarro, tan verticales e hipnóticas, una se siente imbuida por el espíritu renacentista; ¡quién fuera Maria Medici para poder enviar su carruaje a la puerta y llevárselas todas para luego distribuirlas por los salones de sus palacios!
Entre los artistas que fueron a la inauguración, estaba Vicente Colom, que está a punto de inaugurar una exposición de dibujos de capiteles a plumilla en el Monasterio de Silos. Será el viernes que viene y el pintor estará acompañado por una buena representación de amigos valencianos.
lunes, 27 de marzo de 2017
lunes, 20 de marzo de 2017
Innovar o conservar
¿Innovar o conservar?, hete aquí una de las eternas preguntas. Te plantas delante del espejo con la media melena que llevas desde que tuviste a tu primer hijo y te diste cuenta de que ya no eras unas jovencita. Llevas quince años igual, tu máxima innovación ha sido subir medio tono el color de las mechas, de un 6 a un 6,5. Nadie te pide que cambies, pero algo dentro de ti te dice que te quedaría mejor cortándolo a “lo chico”, como aquellas protagonistas del cine de la nouvelle vague. Todo viene porque has visto a una amiga que se ha atrevido a hacer la revolución capilar, ha declarado la guerra a los tintes y luce una melena blanca que le queda fenomenal y que le da una envidiable imagen de mujer con personalidad. Claro que hay otras a las que el cambio les ha sentado peor que la misa de la 2 a Pablo Iglesias.
Y ahí estás tú, pensando qué ha sido de aquella adolescente que una noche de Fallas, con el cuerpo un poco alegre y habiendo ido descaradamente a por el chico que le interesaba, juró que ella era así: una mujer rebelde, que nunca se dejaría llevar por los convencionalismos sociales. Tú ibas a ser una mujer atrevida, arriesgada; quien no suma no se equivoca, pero tampoco triunfa nunca, pensaste mientras ibas sola a tu casa imaginando qué diría de ti tu madre si te hubiese visto actuar aquella noche frente a aquel chico.
Conservadoras o rebeldes, esa es la vida. Por un lado piensas, para qué cambiar lo que funciona, así es que deja tu pelo como está, bonita, no la vayas a pifiar. Por otro, dices: ¡Jo pe, si todos hiciesen lo mismo todavía estaríamos subidas a los árboles!, así es que: dadme las tijeras, que voy a hacer una locura.
Las fallas son uno de esos reductos en los que cualquier innovación es cuestionada. Pero Joan Ribó y su gente están empeñados en cambiar alguna cosa, aunque sólo sea para que nadie diga que todo sigue igual. La fallas municipales no han gustado a casi nadie. ¿Por qué cambiar lo que funciona?, braman algunos. Hay que experimentar nuevos caminos, gritan otros. Toda una metáfora de la vida.
Por lo demás, pocos cambios. Las pasarelas que se han instalado en la calle San Vicente para la ofrenda y alguna que otra modificación en la indumentaria fallera; por ejemplo, los moños de valenciana, que antes eran tres, ahora es uno y se prescinde de los rodetes laterales en el traje del siglo XVIII. ¡Buah!, eso más que innovación es un arreglito, una modificación, una ligera reforma que hasta los más conspicuos conservadores estarían dispuestos a admitir.
Dos de los protagonistas de la serie Walking Dead, Norman Reedus y Jeffrey Dean Morgan, estuvieron con sus chupas de cuero en el balcón del Ayuntamiento y Pere Fuset dejó a uno de ellos su blusón de fallero, claro que Rita también invitó en su día a Bono el de U2, que lucía un look igual de anti pepero. También estuvo Zapatero, pero eso no cuenta como innovación. Innovar hubiese sido que Ribó invitase a Aznar y que éste hubiese aceptado. Entonces sí que habríamos dicho: ¡toma castaña, cómo ha cambiado el cuento!
Hoy es el día del padre. Ahí os quiero ver, queridas innovadoras mías. A ver cómo innovas ahí. Qué le regalas a tu Pepe o a tu padre, que no sean los típicos calcetines, la botella de vino o la corbata, sin que ellos te miren con cara de póker y se pregunten, pero qué le ha pasado este año a esta loca, cómo siga así cualquier día nos aparece con el pelo cortado a lo militar.
Foto: Biel Aliño para El Mundo.
Y ahí estás tú, pensando qué ha sido de aquella adolescente que una noche de Fallas, con el cuerpo un poco alegre y habiendo ido descaradamente a por el chico que le interesaba, juró que ella era así: una mujer rebelde, que nunca se dejaría llevar por los convencionalismos sociales. Tú ibas a ser una mujer atrevida, arriesgada; quien no suma no se equivoca, pero tampoco triunfa nunca, pensaste mientras ibas sola a tu casa imaginando qué diría de ti tu madre si te hubiese visto actuar aquella noche frente a aquel chico.
Conservadoras o rebeldes, esa es la vida. Por un lado piensas, para qué cambiar lo que funciona, así es que deja tu pelo como está, bonita, no la vayas a pifiar. Por otro, dices: ¡Jo pe, si todos hiciesen lo mismo todavía estaríamos subidas a los árboles!, así es que: dadme las tijeras, que voy a hacer una locura.
Las fallas son uno de esos reductos en los que cualquier innovación es cuestionada. Pero Joan Ribó y su gente están empeñados en cambiar alguna cosa, aunque sólo sea para que nadie diga que todo sigue igual. La fallas municipales no han gustado a casi nadie. ¿Por qué cambiar lo que funciona?, braman algunos. Hay que experimentar nuevos caminos, gritan otros. Toda una metáfora de la vida.
Por lo demás, pocos cambios. Las pasarelas que se han instalado en la calle San Vicente para la ofrenda y alguna que otra modificación en la indumentaria fallera; por ejemplo, los moños de valenciana, que antes eran tres, ahora es uno y se prescinde de los rodetes laterales en el traje del siglo XVIII. ¡Buah!, eso más que innovación es un arreglito, una modificación, una ligera reforma que hasta los más conspicuos conservadores estarían dispuestos a admitir.
Dos de los protagonistas de la serie Walking Dead, Norman Reedus y Jeffrey Dean Morgan, estuvieron con sus chupas de cuero en el balcón del Ayuntamiento y Pere Fuset dejó a uno de ellos su blusón de fallero, claro que Rita también invitó en su día a Bono el de U2, que lucía un look igual de anti pepero. También estuvo Zapatero, pero eso no cuenta como innovación. Innovar hubiese sido que Ribó invitase a Aznar y que éste hubiese aceptado. Entonces sí que habríamos dicho: ¡toma castaña, cómo ha cambiado el cuento!
Hoy es el día del padre. Ahí os quiero ver, queridas innovadoras mías. A ver cómo innovas ahí. Qué le regalas a tu Pepe o a tu padre, que no sean los típicos calcetines, la botella de vino o la corbata, sin que ellos te miren con cara de póker y se pregunten, pero qué le ha pasado este año a esta loca, cómo siga así cualquier día nos aparece con el pelo cortado a lo militar.
Foto: Biel Aliño para El Mundo.
lunes, 13 de marzo de 2017
Nostalgia fallera
Los meteorólogos dicen que estos días el tiempo se pondrá más feo
que unos guantes de fregar, pero que el miércoles a mediodía las cosas volverán
a su sitio y tendremos ese tiempo loco de fallas en el que por la mañana sales
con chaqueta, a mediodía te sobra todo y por la noche te pones una camiseta
thermolactyl.
Las fallas tienen siempre un toque melancólico; hay una
tendencia a recordar los años de la juventud perdida. De las primeras salidas
con amigas, sin padres. De las primeras mascletaes cruzando miraditas con algún
chico. De los castillos en la plaza del Ayuntamiento, con los pies helados, tu
suéter de Privata y los Levi’s etiqueta roja que alguien te había traído de
Irlanda. Cuando los chicos, para hacerse los guays, hacían guerras de borrachos
en la plaza de Cánovas y les salía ese machito protector de cogerte del hombro
para ayudarte a cruzarla.
La que quiera recrearse en esa nostalgia, este año tiene una
exposición que le vendrá como anillo al dedo. Francis Montesinos ha rescatado
de sus archivos sus estampados más representativos y los ha expuesto en laGalería Cuatro.
A muchas os resultarán familiares: la tela de banderitas de
finales de los ochenta, que utilizaba combinada en suéteres de ochos; el
estampado de la Virgen de los Desamparados con el que hacía camisas y faldas
que alguna se ponía para los exámenes, a ver si así la Virgen le ayudaba; las
faldas con el estampado de etiquetas de viaje y los dibujos mantón de Manila,
el de la nit del foc, el del rockodromo… Si por algo se reconoce al diseñador es
por sus dibujos en tela, que a más de una le traerá recuerdos de su más tierna
adolescencia.
A la inauguración fueron muchos de sus incondicionales, como
Jose Vicente Plaza, el doctor Murgui, la mujer de Ximo Puig, Amparo Panadero,
Javier García Alberni, Lucia Paola y Olfo Dominguín, Susi Torres, los
fotógrafos Eduardo Peris y José Luís Abad, la actriz Ada Ferrer, la modelo Sara
de Antonio, el comisario de la muestra Jose Lapasió y Miguel Castillo, de
la Galería Cuatro.
Otra exposición muy valenciana es la de Josita Boluda. La
pintora inauguró esta semana en el Mercado de Colón sus pinturas con falleras,
pasodobles, flores y toda la tradición valenciana en colores fuertes sobre pan
de oro. Allí estuvo su hermano Vicente Boluda, su
marido Juanjo Barral y sus hijas, sus cuñadas, Amparo y Delia Barral y amigos
como Lucía Gómez-Trénor, Melli Alonso, Silvia Pardo, Rosana Vento, Carolina
Gil, Sofía Carpi, María García de la Riva, Maribel Vañó, el Doctor Mira, Maca
Alegre, Pepa Guinot, Eva Marcellán, Manuel Bueno, Sonia Valero de Palma, Pablo
Jordán, Carmen Martínez, Mayoya Gómez Lechón o Lucía de Miguel. También estuvo el presidente de Casa Caridad, Luis Miralles, ya que los beneficios de la venta
de los cuadros se donarán a esta asociación.El restaurante La Moma también reunió esta semana a un buen grupo de amigos del diseñador gráfico Manuel Benlloch, para celebrar su nueva exposición, entre ellos José Ramón Alcalá, Fernando Puig, Javier Calduch, Arturo Albors, José Luis Mendoza, Antonio Andrés, los abogados Paco Ibor, Rosario Millán, Marga y María Soler, Nacho Martínez Medina, Elena Crespo, la estilista Reyes García Rambla, la orfebre Elena Santamaría, Cristina Perpiñá, Begoña Martinez, Concha Llosa y Ana Noguera.
lunes, 6 de marzo de 2017
La lucha continúa
La serie de entrevistas que EL MUNDO ha hecho a
mujeres valencianas con poder vuelve a poner de manifiesto que los círculos de
poder son masculinos. Todas coinciden, al final llegas a un estatus en el que
tu condición de mujer te hace sentir incómoda, cuestionada, fuera de lugar. En
las alturas, ellos son más y dominan el escenario. Como dice Mónica Oltra,
entre caña y caña hablan de fútbol y toman decisiones. Y ahí, en la barra del
bar nosotras estamos como un diseñador de bolsos en un ring de boxeo. Le faltó
decir que además de fútbol hablan de mujeres, o mejor dicho de tías, porque
cuando están solos alguna extraña fuerza sobrenatural les fuerza a ser
groseros, soeces, brutos…, en una palabra: trogloditas. La civilización ha
hecho en nosotras más mella que en ellos; controlamos más y mejor nuestros
instintos básicos, somos más refinadas, hemos evolucionado mejor. Lo paradójico
es que eso se vuelva en nuestra contra.
El futuro de la lucha feminista quizás pase por jugar más en
nuestro terreno y dejar de hacerlo en el suyo. Si ellos toman decisiones
importantes en la barra de un bar o en el palco de su equipo de fútbol,
hagámoslo nosotras en una tarde compras. Ahí les quiero ver yo a ellos, en el
probador de una tienda con un grupo de mujeres diseñando una estrategia para
aprobar un proyecto de ley. Y él, en la puerta del probador, con un montón de
bolsas en la mano, tratando de hacer valer su opinión, incapaz de meter baza.
Ellas hablan del largo de la falda, del
bolso tan mono que llevaba Mónica en la última comparecencia pública, y
él callado, no se acuerda del bolso, no sabe si ahora se llevan de bandolera o
de mano, no sabe nada, sólo intenta llevar la conversación al tema de la
reunión del Consell, pero ellas lo toca sólo de refilón, porque ahora lo importante
es donde encontrar unos zapatos a juego.
La tarde acabará, las decisiones estarán tomadas y el
infeliz todavía no habrá aportado ni una sola idea porque estaba más pendiente
de cómo sobrevivir en el entorno hostil, sin hacer el ridículo, que de lo que
se estaba hablando.

Pasa lo mismo en todas partes: en las comidas, en los viajes
del AVE, en los cócteles. Reconozcamos que tienen mucha más facilidad para
hacerse colegas que nosotras, siempre más preocupadas por calibrar a la otra.
Menos mal que siempre nos quedarán sitios donde ellos se
mueven como una ostra en un garaje. En cuanto te descuidas salen a fumar, o a
acompañar al que fuma. Son esas tiendas decoradas como a nosotras nos gustan,
con tonos suaves, materiales nobles y esa iluminación cálida que te quita diez
años de encima. Intropia es una de esas tiendas. El jueves abrió en la calle
Sorní con un cóctel muy femenino. Apenas un par de hombres entre mujeres de lo
más estilosas: Aíta Marín, Carolina Gil, Cruz Vicó, Silvia Lafuente, Silvia
Vilar, Bárbara de Prat, Laura Gallego, Reyes Trénor, Bea Reig, Bego Camps,
Isabel Bermejo, Loles Romero, Lucía Morales, Marta Handrich, Paula Albamonte,
Sandra Llorca o la escritora Gadea Fitera con su tía Blanca. lunes, 27 de febrero de 2017
Somos las jefas
Las grandes fortunas del mundo, los más ricos de entre los
ricos, están librando una guerra su cuartel. Luchan entre ellos, no por el
dinero ni el poder, sino por nosotras. Quieren seducirnos, engatusarnos,
enamorarnos. Andan pendientes de cualquier movimiento de su adversario, no vaya
a ser que tome la delantera. Y ahí están todos, con sus grandes cochazos, sus
megayates y aviones privados, perdiendo el sueño por si a nosotras nos gustarán
los zapatos con el tacón un poco más alto o medio centímetro más grueso. ¡Ja!,
es fantástico, te pones tú toda mona delante del espejo, das un par de giros a
tu cintura, y te quedas ahí, mirándote a ti misma por encima del hombro y
piensas: hete aquí la razón de los desvelos de Amancio Ortega e Isak Andic.
Vista así, nuestra sufrida vida de compradoras compulsivas
tiene más gracia. Ya estás lista para salir a Cirilo Amorós con cara de jefa:
aquí la que mandas eres tú. Como dice Juan
Roig, el jefe es el cliente; ergo tú eres la jefa.
La calle Colón es estos días una muestra de la batalla por
ganarse nuestro cariño. Amancio Ortega se ha quedado con el local que ocupaban
Cortefiel y Hoss Intropía, frente al Corte Inglés, y va a abrir un megatiendón,
lo que ellos llaman una flagship store, un buque insignia, un espacio en el que
no se regatean materiales nobles para que el producto luzca como en las tiendas
de Prada o Gucci.
Será la tienda mimada de Amancio Ortega en Valencia, aunque
no es la única que tiene en la ciudad. Colón está llena de sus marcas: Bershka,
Zara, Oysho o Pull and Bear, compiten a muerte con H&M y Mango.
Dice AlejandraMontaner que las tiendas low-cost trabajan muy bien el visual merchandising,
dominan la compra rápida, “es como el fast
food, te apetece llevártelo, es la compra en caliente. Las pequeñas firmas lo
tienen muy difícil para competir y se tienen que buscar la vida porque apenas
quedan tiendas multimarca a las que vender, de ahí que abran sus propios puntos
de venta, es lo que ha pasado con las firmas francesas como Maje o Sandro”.
Si el low-cost está dominado por dos o tres empresarios, con
el lujo pasa algo parecido. Bernard
Arnault, del grupo LVMH, tiene entre sus firmas a Loewe, Vuitton, Celine,
Pucci, Dior y Marc Jacobs. Vamos, que controla la mitad de Poeta Querol. La
otra mitad es de François-Henri Pinault,
con firmas como Gucci, Balenciaga, Yves Saint Laurent, Balenciaga y Stella
McCartney. Quedan algunas independientes, como Prada o Dolce Gabbana, y el
resto se lo reparten entre los dos gigantes. A ellos les compramos los
perfumes, laca de uñas, gafas de sol…
Entre los que dominan el low cost y los que dominan el lujo,
apenas queda sitio para los del medio. Las francesas Sandro, Maje y Claudie
Pierlot, Zadig et Voltaire, Comptoir des Cotonniers, Ba&sh y American
Vintange han conquistado parte del ensanche con su estilo parisino, coqueto y
roquero. Aun así, los italianos siguen haciéndonos suspirar por sus zapatos y
bolsos.
Lila Albanozzo,
de Il baco da seta, cree que Italia sigue siendo muy potente, entre otras cosas
porque la moda francesa está diseñada para una mujer joven y muy delgada, con
un físico más andrógino que la italiana. “Además, los italianos cuidan la
calidad del tejido, en eso son imbatibles, tienen mucha experiencia y un
patronaje y un saber hacer exquisito.”
Lo mismo opina Lourdes
Verdeguer, de Patos. “Francia le ha cogido terreno a Italia en moda pronta,
pero en el segmento medio alto Italia sigue siendo fuerte, tanto en creatividad
como en producción. En Italia están los grandes fabricantes. Las colecciones de
Alaïa y los bolsos de Chloé y Chanel se producen en Italia. Si las marcas
francesas producen en Italia, será por algo”.
lunes, 20 de febrero de 2017
Cotilleos de pasarela
Este fin de semana se celebró en Madrid la Mercedes Benz Fashion Week,
la primera edición dirigida por Charo
Izquierdo, directora de la revista Yo Dona durante muchos años. El primero
en desfilar fue el alicantino Juan Vidal.
Una pasada de colección. Vestidos de corte al bies con plumas y delicadas
cintas en chiffon de seda, estampados retro y abrigos batín en visón
rasado de lo más sofisticados.
Todas las miradas debían estar concentradas en los tejidos
lujosos de patchwork, pero otro foco de atención competía con los vestidos art
decó. Sentadas en primera fila, la novia de Ronaldo, Georgina Rodríguez,
y la actriz Michelle Calvó, las dos
vestidas de Vidal, acaparaban toda la atención de los fotógrafos. Por un
momento, se te iban los ojos hacia el front-row antes que a la pasarela.
Menos mal que me senté con Josep Lozano y se puso a comentar los cotilleos del desfile, más
interesantes que los de Ronaldo. “Para
empezar, hay que fijarse en el casting de modelos, se suele buscar un perfil de
chica parecido para que el desfile sea coherente”. En el de Juan Vidal,
todas eran rubias, de pelo largo y tez pálida, salvo Marta Ortiz, morena con el pelo corto y rizado. “Marta no encajaba con el perfil pero tuvo
que desfilar sustituyendo a una
brasileña que falló por un compromiso de última hora”.
Lozano fue desgranando otros secretos de la pasarela. Por
ejemplo, que las luces verdes del desfile de Vidal no eran las más
favorecedoras para las fotos, aunque daban la atmósfera teatral que buscaba el
diseñador. Y la música del desfile, machacona y con poca melodía, permitía que
te centrases en los vestidos y no te distrajeses tarareando un tema conocido.
También me enteré de que el turno de desfiles en Madrid se decide por sorteo y
que lo peor que le puede suceder a un diseñador es desfilar el último día
porque las modelos están agotadas y las bajas se tienen que reemplazar por
otras chicas con menos caché.
El desfile tenía que empezar a las 12:30 y ya pasaban diez
minutos de la hora. Y entonces Lozano me contó otro secreto: “Aquí comienza una batalla entre el diseñador
y el coordinador de la pasarela: el diseñador quiere que los fotógrafos y
cámaras estén el mayor tiempo posible porque eso se traduce en espacio que
ocupan en periódicos y televisiones, mientras que en el backstage se están
poniendo de los nervios porque el retraso afectará al resto de desfiles”.
El viernes desfiló también nuestro Francis Montesinos, con una colección dedicada a ¡¡¡Asturias!!! Se
le perdona porque el principado patrocinaba su colección y eso ayuda a remontar
la temporada, además que los estampados con hortensias son ideales. En primera
fila, Toñi Salazar de Azúcar Moreno,
Maribel Sanz, Rafael Amargo, Mónica
Hoyos y Makoke. El desfile se cerró con un vestido de novia negro que llevó
Lucía Bosé. Montesinos, muy amigo de
la familia, quiso rendir un homenaje a Bimba
Bosé.
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lunes, 13 de febrero de 2017
Déjà vu
Jueves noche. Palau de les Arts. Estreno de La Traviata. Sobre la alfombra roja desfila la Reina Sofía, el diseñador Valentino (productor de la ópera), la actriz Mónica Bellucci, la eterna Naty Abascal, Cary Lapique, Carlos Fitz-James Stuart, Luís Alfonso de Borbón con su mujer Margarita Vargas, Pia Miller, hermanísima de Marie Chantal Miller, la mujer de Pablo de Grecia, Giancarlo Giammetti, socio de Valentino. Todas ellas de largo y algunos de ellos de esmoquin, como corresponde a un gran estreno operístico.
La escena recordaba aquellos años gloriosos de la Copa América o la Fórmula 1. Más de un pepero debía estar revolviéndose en la silla pensando que le habían usurpado el sitio. El estreno de una ópera es la cita por excelencia de la burguesía y las clases pudientes, esas a las que el campismo sacó de casa antes de meterlas en los juzgados. Y el jueves, justo el día antes de que se dictase sentencia sobre una de las piezas del caso Gurtel, va y se estrena la Traviata en valencia: ¡hace falta tener mala leche!, debió pensar más de un conspicuo campista.
Y allí estaba nuestro querido alcalde, sin corbata pero esta vez con abrigo, como si alguien le hubiese dicho: “Joan, hui has d'anar guapo” y él hubiese rebuscado entre las fotos de Telva para encontrar una alternativa a su odiada corbata. Además de Naty y Cary, de Madrid vino el interiorista Pascua Ortega, la modelo Marta Ortiz, los relaciones públicas Carlos Martorell, María Fitz James, Eugenia Ortiz (hija de Bertín Osborne), Ana Gamazo, la directora adjunta de la revista Hola Belén Junco y Carmen Echevarría, mujer de Roberto Torretta y futura suegra de Marta Ortega (su hijo Carlos Torretta sale con la hija del dueño de Zara desde hace más de un año).
Entre el público valenciano, el presidente de Mercadona Juan Roig con su mujer Hortensia Herrero (con un vestido negro de Etro), el notario Carlos Pascual, Mayrén Beneyto (vestida de azul Klein de Marta de Diego) y Ramón Almazán, Lila Albanozzo (Il baco da setta), la relaciones públicas Rocío Bacharach, Emilia Segura, Menchu Trénor, Mayré Girona, Marisa Martín, José Tamarit y Ana Valero de Chapeau, Fernando Roig y Elena Negueroles, Pilar Trénor, María José Navarro, el doctor Murgui…
El despliegue político fue algo más austero que en los tiempos del PP. Además del Alcalde, el president Ximo Puig, que llegó al estreno acompañando a la Reina Sofía, algún que otro conseller y el delegado de Gobierno, Juan Carlos Moragues. Se echó en falta a Mónica Oltra. Ella representa ese nuevo glamour que no acaba de encontrar su sitio en estos saraos burgueses.
También estuvo la diseñadora Marta de Diego, contenta de que por fin un estreno de ópera tenga el rigor que corresponde a un estreno. “Por fin Valencia recupera un poco del glamour perdido durante estos años. Valentino con toda su comitiva le dio nivel al estreno y el hecho de que viniera la Reina todavía más”. Lo peor: que el Alcalde fuese sin corbata. “Me pareció una falta de respeto no solo a los invitados, sino a la orquesta, que está trabajando y van impecáblemente vestidos con traje y corbata”.
La dirección artística es de Sofía Coppola, una pena que no pudiera venir porque está terminando la producción de su última película, una versión de “El seductor” con un reparto femenino de lujo: Nicole Kidman, Kirsten Dunst y Elle Fanning.
La semana que viene el glamour valenciano cogerá el AVE a Madrid. Allí comienza el viernes la Mercedes Benz Fashion Week y el primero en desfilar será Juan Vidal. Ese día también lo hará Montesinos y el sábado Hannibal Laguna. Hasta aquí la representación valenciana en la pasarela madrileña. A ver si la próxima edición conseguimos alguno más.
Album de fotos de Biel Alino para El Mundo
La escena recordaba aquellos años gloriosos de la Copa América o la Fórmula 1. Más de un pepero debía estar revolviéndose en la silla pensando que le habían usurpado el sitio. El estreno de una ópera es la cita por excelencia de la burguesía y las clases pudientes, esas a las que el campismo sacó de casa antes de meterlas en los juzgados. Y el jueves, justo el día antes de que se dictase sentencia sobre una de las piezas del caso Gurtel, va y se estrena la Traviata en valencia: ¡hace falta tener mala leche!, debió pensar más de un conspicuo campista.
Y allí estaba nuestro querido alcalde, sin corbata pero esta vez con abrigo, como si alguien le hubiese dicho: “Joan, hui has d'anar guapo” y él hubiese rebuscado entre las fotos de Telva para encontrar una alternativa a su odiada corbata. Además de Naty y Cary, de Madrid vino el interiorista Pascua Ortega, la modelo Marta Ortiz, los relaciones públicas Carlos Martorell, María Fitz James, Eugenia Ortiz (hija de Bertín Osborne), Ana Gamazo, la directora adjunta de la revista Hola Belén Junco y Carmen Echevarría, mujer de Roberto Torretta y futura suegra de Marta Ortega (su hijo Carlos Torretta sale con la hija del dueño de Zara desde hace más de un año).
Entre el público valenciano, el presidente de Mercadona Juan Roig con su mujer Hortensia Herrero (con un vestido negro de Etro), el notario Carlos Pascual, Mayrén Beneyto (vestida de azul Klein de Marta de Diego) y Ramón Almazán, Lila Albanozzo (Il baco da setta), la relaciones públicas Rocío Bacharach, Emilia Segura, Menchu Trénor, Mayré Girona, Marisa Martín, José Tamarit y Ana Valero de Chapeau, Fernando Roig y Elena Negueroles, Pilar Trénor, María José Navarro, el doctor Murgui…
El despliegue político fue algo más austero que en los tiempos del PP. Además del Alcalde, el president Ximo Puig, que llegó al estreno acompañando a la Reina Sofía, algún que otro conseller y el delegado de Gobierno, Juan Carlos Moragues. Se echó en falta a Mónica Oltra. Ella representa ese nuevo glamour que no acaba de encontrar su sitio en estos saraos burgueses.
También estuvo la diseñadora Marta de Diego, contenta de que por fin un estreno de ópera tenga el rigor que corresponde a un estreno. “Por fin Valencia recupera un poco del glamour perdido durante estos años. Valentino con toda su comitiva le dio nivel al estreno y el hecho de que viniera la Reina todavía más”. Lo peor: que el Alcalde fuese sin corbata. “Me pareció una falta de respeto no solo a los invitados, sino a la orquesta, que está trabajando y van impecáblemente vestidos con traje y corbata”.
La dirección artística es de Sofía Coppola, una pena que no pudiera venir porque está terminando la producción de su última película, una versión de “El seductor” con un reparto femenino de lujo: Nicole Kidman, Kirsten Dunst y Elle Fanning.
La semana que viene el glamour valenciano cogerá el AVE a Madrid. Allí comienza el viernes la Mercedes Benz Fashion Week y el primero en desfilar será Juan Vidal. Ese día también lo hará Montesinos y el sábado Hannibal Laguna. Hasta aquí la representación valenciana en la pasarela madrileña. A ver si la próxima edición conseguimos alguno más.
Album de fotos de Biel Alino para El Mundo
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martes, 7 de febrero de 2017
Carolina y Alexis
Carolina Punset y Alexis Marí se casaron el domingo, en el Veles e Vents, ante lo más granado de la vida política valenciana. Joan Ribó ofició la ceremonia. No sonaron las campanas, porque no había; y si las hubiera, no procedía en una ceremonia civil; y si hubiera procedido, quizás se habrían enmudecido para no dañar con sus decibelios los delicados oídos de la corporación municipal valenciana.
Lo que le falta a Valencia es que la enmudezcan, que reine el silencio para mejor descanso de cuatro vecinos con mal dormir. Callan las campanas de San Nicolás porque superan la decibelios permitidos, es como si un vecino de Pelayo denunciase el ruido del mercadito de los martes: ¿cuántos decibelios hay en el grito de esa mujer que grita: a euro, a euro, guapa… bragas y calzoncillos a euro?
Ribó no ha calculado bien la reacción que puede provocar la medida. Ha herido el corazón de muchas mujeres de cierta edad, esas que nunca dicen nada, pero que cuando dicen no hay quien las silencie. Esas mujeres están firmando para pararle los pies a Ribó, veremos dónde acaba esto. Ni los desbarres de Pere Fuset con los vestidos de las falleras o los de Giuseppe Grezzi con el tráfico son comparables a este charco.
Pero sigamos con la boda. La novia monísima. Un vestido de encaje clásico de Pronovias. Y ese Alcalde, poco amigo de los ruidos estridentes, molesto con las campanas, le recitó sereno y calmado un verso de Benedetti: “Compañera, /usted sabe /que puede contar conmigo, /no hasta dos o hasta diez /sino contar conmigo…” El poema fue emotivo, bien elegido, dice en unos pocos versos, lo que habitualmente el cura dice en un sermón de media hora: que el matrimonio es estar ahí, siempre, en lo bueno y en lo malo, diría el cura; “es tan lindo/ saber que usted existe/ uno se siente vivo/ y cuando digo esto/ quiero decir contar/ aunque sea hasta dos/ aunque sea hasta cinco/ no ya para que acuda/ presurosa en mi auxilio/ sino para saber a ciencia cierta/ que usted sabe que puede/ contar conmigo”.
Entre los invitados, pocas sorpresas. Todo el elenco político valenciano: el Presidente Puig, el presidente de las Cortes Enric Morera, la vicepresidenta Mónica Oltra, el portavoz de Compromis Fran Ferri, Manolo Mata, el concejal del PP Eusebio Monzó, diputados, conselleres.
Mónica, tan coqueta como siempre desde que es presidenta, llevó zapatos de tacón azules, del mismo color que el vestido, y un abriguito de seda del estilo de los que lleva Doña Letizia. La vicepresidenta llegó acompañada del Conseller de Educación y Cultura Vicent Marzà, que lucía corbata. Como lo oís, chicas, Marzà con corbata. Es más, llevaba una chaqueta de traje y zapatos de vestir de caballero! Y no esas urban shoes y esas camisas de cuello panadero con las que nos tiene acostumbrados. Si no es porque la belleza de la novia le eclipsaba, él hubiese sido el foco de atención de todos los flashes. El mismo que para ir a ver a un ministro se puso una camisa sin cuello, para la boda de unos amigos se vistió como un marqués. Sólo el largo excesivo de la corbata denotaba su falta de costumbre. Si hubiese habido campanas, hubiesen ensordecido a la ciudad al verle aparecer de tal guisa.
Marzà dio a los suyos una lección de protocolo: llevaba la chaqueta abotonada en el botón que corresponde, y no como Ribó que se abotonó el que hay que dejar abierto. Pero lo importante son los novios. Ahí estaban, acaramelados como dos quinceañeros que comunican a sus amigos que han empezado a salir juntos. Mónica Oltra les dedicó un poema de Luís Cernuda: "Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido." Esa es nuestra Mónica. Todo corazón.
Lo que le falta a Valencia es que la enmudezcan, que reine el silencio para mejor descanso de cuatro vecinos con mal dormir. Callan las campanas de San Nicolás porque superan la decibelios permitidos, es como si un vecino de Pelayo denunciase el ruido del mercadito de los martes: ¿cuántos decibelios hay en el grito de esa mujer que grita: a euro, a euro, guapa… bragas y calzoncillos a euro?
Ribó no ha calculado bien la reacción que puede provocar la medida. Ha herido el corazón de muchas mujeres de cierta edad, esas que nunca dicen nada, pero que cuando dicen no hay quien las silencie. Esas mujeres están firmando para pararle los pies a Ribó, veremos dónde acaba esto. Ni los desbarres de Pere Fuset con los vestidos de las falleras o los de Giuseppe Grezzi con el tráfico son comparables a este charco.
Pero sigamos con la boda. La novia monísima. Un vestido de encaje clásico de Pronovias. Y ese Alcalde, poco amigo de los ruidos estridentes, molesto con las campanas, le recitó sereno y calmado un verso de Benedetti: “Compañera, /usted sabe /que puede contar conmigo, /no hasta dos o hasta diez /sino contar conmigo…” El poema fue emotivo, bien elegido, dice en unos pocos versos, lo que habitualmente el cura dice en un sermón de media hora: que el matrimonio es estar ahí, siempre, en lo bueno y en lo malo, diría el cura; “es tan lindo/ saber que usted existe/ uno se siente vivo/ y cuando digo esto/ quiero decir contar/ aunque sea hasta dos/ aunque sea hasta cinco/ no ya para que acuda/ presurosa en mi auxilio/ sino para saber a ciencia cierta/ que usted sabe que puede/ contar conmigo”.
Entre los invitados, pocas sorpresas. Todo el elenco político valenciano: el Presidente Puig, el presidente de las Cortes Enric Morera, la vicepresidenta Mónica Oltra, el portavoz de Compromis Fran Ferri, Manolo Mata, el concejal del PP Eusebio Monzó, diputados, conselleres.
Mónica, tan coqueta como siempre desde que es presidenta, llevó zapatos de tacón azules, del mismo color que el vestido, y un abriguito de seda del estilo de los que lleva Doña Letizia. La vicepresidenta llegó acompañada del Conseller de Educación y Cultura Vicent Marzà, que lucía corbata. Como lo oís, chicas, Marzà con corbata. Es más, llevaba una chaqueta de traje y zapatos de vestir de caballero! Y no esas urban shoes y esas camisas de cuello panadero con las que nos tiene acostumbrados. Si no es porque la belleza de la novia le eclipsaba, él hubiese sido el foco de atención de todos los flashes. El mismo que para ir a ver a un ministro se puso una camisa sin cuello, para la boda de unos amigos se vistió como un marqués. Sólo el largo excesivo de la corbata denotaba su falta de costumbre. Si hubiese habido campanas, hubiesen ensordecido a la ciudad al verle aparecer de tal guisa.
Marzà dio a los suyos una lección de protocolo: llevaba la chaqueta abotonada en el botón que corresponde, y no como Ribó que se abotonó el que hay que dejar abierto. Pero lo importante son los novios. Ahí estaban, acaramelados como dos quinceañeros que comunican a sus amigos que han empezado a salir juntos. Mónica Oltra les dedicó un poema de Luís Cernuda: "Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido." Esa es nuestra Mónica. Todo corazón.
lunes, 30 de enero de 2017
Adiós a un caballero
Cada caballero que muere, es un caballero menos porque no tiene relevo. Juan Luis Gómez-Trénor era uno de esos caballeros. Uno de esos hombres que hacía sentir distinguida a cualquier mujer, independientemente de que fuese alta, delgada y estilosísima, o más bien chaparra y poca cosa. Eso es la caballerosidad: que te digan estés más guapa cada día, que te rellenen la copa, que se levanten de la silla cuando te ven llegar a la mesa, que te escuchen y entren en tu conversación haciéndote creer que les interesa mucho más lo que tú dices que el último fichaje del Valencia C.F.
Quedan pocos de esos y es una pena. Nada tiene que ver esto con el machismo pero sí con un feminismo mal entendido que reclama el mismo trato para hombres y mujeres. Que considera una ofensa el halago a la mujer y la exaltación de su belleza. Y al final ha pasado lo que ha pasado, que ya nadie te cede el paso y que el colega de turno te pone la copa delante de las narices para que seas tú quien se la llene de vino. Lo siguiente es el chiste soez, que puede resultar gracioso entre hombres, pero que cuando tú estás delante queda más chabacano que un eructo: te quedas ahí, con la sonrisa pintada en la cara y pensando, pero qué poca gracia tienes, guapito. Pero lo peor de todo está aún por llegar, como el tío se cree gracioso, suelta otro. El de al lado se engancha y suelta el suyo, tú intentas cambiar la conversación, pero ya es tarde, esto es un tsunami de grosería que te ha desbordado.
Probablemente nos lo hayamos buscado nosotras, pero no era esto lo que queríamos. Pretendíamos que no se nos tratara como a floreros, que no se nos vetase ante ciertos temas de conversación, que en cualquier evento social nuestro papel fuese algo más que el de lucir pierna y escote. Pero algo hemos hecho mal.
Aparte de la muerte de Gómez-Trenor, la noticia social de la semana en Valencia ha sido la falta de noticias. Enero acaba tan soso como empezó: con frío, lluvia y pocos saraos, a excepción de alguna vidilla cultural.
El lunes, el artista Jarr presentó en sociedad su nuevo catálogo “fallen angels2, con fotos de Zaibi, Paola Dominguín y textos de Alex Villar. La presentación reunió a un montón de amigos del artista, entre ellos la periodista Laura Grande, el presidente de la Fundación Bancaja Rafael Alcón, Alfredo Esteve, Begoña Llácer, los interioristas Julio Guixeres y Amelia Delhom, Encarna Roig (de Acosta), Mª José García y Mónica Duart, Begoña Albert, Amparo Ortuño de la Clínica Rahhal, Ana Ramírez y Lluís Nadal, Mª Dolores Enguix con Marcelo Soto (Óptica Climent), Josep Lozano, Ángeles Miguel (El vestidor vintage), el doctor Juan Antonio Murgui, el artista Claudio Zirotti y Trini García, Coté Soler y Javier Martinez-Rubio.
Al día siguiente, la artista Virginia Kelle presentó su última obra en la clínica dental Pons Soria con motivo de su treinta aniversario. En la presentación estuvo el peluquero Rafael Moreno, un artista de la tijera y el color, Coque Ruz y Gonzalo Abir de Tyris, Pilu Díez de Rivera, Patricia Sánchez de León, Desampa Gil, el Doctor Mira y los diseñadores Lucas Zaragosí y Adrián Salvador, de Siemprevivas.
Lucas y Adrián protagonizaron el último evento de la semana. Hablaron de sus nuevos proyectos en Mar de Avellanas invitados por La Rambleta y Cervezas Alhambra y anunciaron que a partir del próximo mes de febrero se mudan a un nuevo espacio en Pintor Salvador Abril 19. Entre los asistentesla chef Begoña Rodrigo, Ana Mansergas, Laura Grande y Ferrán Cano, Ángela Valero de Palma, Daniel Borrás, Eva Montesinos, Carmen Durán, Virginia Murcia, Ángela Pla, Meritxell Barberá de Taiat Dansa, Isabel Moreno y la fotógrafa Mara Cózar entre otros.
Probablemente nos lo hayamos buscado nosotras, pero no era esto lo que queríamos. Pretendíamos que no se nos tratara como a floreros, que no se nos vetase ante ciertos temas de conversación, que en cualquier evento social nuestro papel fuese algo más que el de lucir pierna y escote. Pero algo hemos hecho mal.
Aparte de la muerte de Gómez-Trenor, la noticia social de la semana en Valencia ha sido la falta de noticias. Enero acaba tan soso como empezó: con frío, lluvia y pocos saraos, a excepción de alguna vidilla cultural.
El lunes, el artista Jarr presentó en sociedad su nuevo catálogo “fallen angels2, con fotos de Zaibi, Paola Dominguín y textos de Alex Villar. La presentación reunió a un montón de amigos del artista, entre ellos la periodista Laura Grande, el presidente de la Fundación Bancaja Rafael Alcón, Alfredo Esteve, Begoña Llácer, los interioristas Julio Guixeres y Amelia Delhom, Encarna Roig (de Acosta), Mª José García y Mónica Duart, Begoña Albert, Amparo Ortuño de la Clínica Rahhal, Ana Ramírez y Lluís Nadal, Mª Dolores Enguix con Marcelo Soto (Óptica Climent), Josep Lozano, Ángeles Miguel (El vestidor vintage), el doctor Juan Antonio Murgui, el artista Claudio Zirotti y Trini García, Coté Soler y Javier Martinez-Rubio.
Al día siguiente, la artista Virginia Kelle presentó su última obra en la clínica dental Pons Soria con motivo de su treinta aniversario. En la presentación estuvo el peluquero Rafael Moreno, un artista de la tijera y el color, Coque Ruz y Gonzalo Abir de Tyris, Pilu Díez de Rivera, Patricia Sánchez de León, Desampa Gil, el Doctor Mira y los diseñadores Lucas Zaragosí y Adrián Salvador, de Siemprevivas.
Lucas y Adrián protagonizaron el último evento de la semana. Hablaron de sus nuevos proyectos en Mar de Avellanas invitados por La Rambleta y Cervezas Alhambra y anunciaron que a partir del próximo mes de febrero se mudan a un nuevo espacio en Pintor Salvador Abril 19. Entre los asistentesla chef Begoña Rodrigo, Ana Mansergas, Laura Grande y Ferrán Cano, Ángela Valero de Palma, Daniel Borrás, Eva Montesinos, Carmen Durán, Virginia Murcia, Ángela Pla, Meritxell Barberá de Taiat Dansa, Isabel Moreno y la fotógrafa Mara Cózar entre otros.
lunes, 23 de enero de 2017
Uff, qué pereza
Sábado por la tarde. Paseas por el centro de Valencia. Hace frío, viento, llueve. Te cruzas con una pandilla de veinteañeros. Ellas con sus minifaldas y sus largas piernas y ellos con sus cabezas pobladas de pelo. Y tú, debajo de siete capas de lana cogida del brazo de tu Pepe, que hoy se ha puesto gorra para que no se le hiele la calva, y piensas: ¡uff, qué pereza tener veinte años!
Los años han pasado y nosotras ya no estamos para morirnos de frío entre pub y pub. Pronto vendrán noches mejores. Enero es un mes para cuidarse, para meterte en cintura y para planificar cuatro arreglos: un botox por aquí, un blanqueo dental por allá, una terapia de rayos de no sé qué demonios que se ha puesto de moda y que dicen que devuelve a tu cutis el brillo de una quinceañera…
El cirujano plástico Jesús Centeno, de la Clínica Sensabell, dice que el invierno es idóneo para las cirugías de remodelación corporal como la lipoabdominoplastia y la lipoescultura. “Ambas necesitan la utilización de prendas compresivas en el postoperatorio, de allí que sean preferibles para el invierno. En cirugía facial, la blefaroplastia y el lifting frontal también son cirugías de invierno, porque debido a la menor incidencia de rayos UVA, las bajas temperaturas y el estilo de vida más sosegado, la recuperación suele ser más rápida y la inflamación prácticamente mínima.”
En este mundo de la estética siempre hay novedades. Ana Joudí, de la Clínica Zaharawi, recomienda varios tratamientos para rejuvenecer: Ellanse, unas inyecciones de relleno reabsorbibles de larga duración que reafirman, generan colágeno y no cambian la estructura del óvalo facial y los hilos Silhouette soft, “son reafirmantes pero sin dejar volumen antinatural en la cara, eliminan arrugas profundas y surcos y duran un año aproximadamente. Es el tratamiento preferido por las celebrities”.
La clínica Sesderma, del doctor Gabriel Serrano, acaba de incorporar Ulteraphy, un procedimiento no invasivo para tensar la piel de cara y cuello. “Ulteraphy trabaja mediante ultrasonido para lograr un tensado en la piel de cara y cuello, levanta cejas, las mejillas, elimina la grasa de la papada y no deja ninguna cicatriz. Sus resultados son visibles y se obtienen mediante mecanismos naturales”.
Entonces llegas a casa, te pones cómoda y te tumbas en el sillón bajo una manta. Ves a tus hijos preparándose para salir y vuelves a pensar: ¡uff, qué pereza! Recuerdas aquellas noches de frio en El Carmen, en Cánovas o en la Plaza Xúquer, cuando cada vez que entrabas en un pub lo que más temías era que te diesen un pisotón porque tenías los dedos de los pies más fríos que los cubitos de la copa que te ibas a pedir. Así es que, despides a los niños y te vuelves al sofá con tu Pepe que desde hace años ya no protesta porque la calefacción esté muy alta.


El Instituto Médico Ricart, en la Clínica Quirón, también recomienda Ultherapy como alternativa al lifting facial, además de tres tratamientos faciales. El láser IPL Ellipse para unificar el tono de la piel y eliminar manchas y rojeces; la mesoterapia blanqueante para las manchas más oscuras y el peeling químico de fenol, que “disminuye las arrugas profundas, elimina cicatrices y manchas, estimula la producción de colágeno y disminuye la flacidez”, dice José María Ricart.
Una boca cuidada también puede rejuvenecer el aspecto. En Asensio odontología acaban de incorporar el nuevo equipo de blanqueamiento de Phillips Zoom a sus técnicas de rejuvenecimiento dental. La doctora Lucía Asensio dice que el tratamiento no tiene nada que ver con los de antes: se puede elegir la intensidad del blanqueamiento y en solo 45 minutos consigue unos resultados espectaculares.
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